La grasa abdominal es una de las preocupaciones estéticas más comunes entre hombres y mujeres. Ese pequeño exceso, que en ocasiones es completamente natural, provoca que en épocas como verano nos obliguemos a lucir prendas más holgadas e, incluso, a meter barriga cuando vamos a la playa.
Por mucho que el ejercicio sea fundamental para eliminarla, en ocasiones nos olvidamos de que tanto la alimentación como todo lo que puede aportarnos es crucial para mantenernos delgados. En este contexto, hay una vitamina que puede ser nuestro mayor aliado y que, curiosamente, es la que más carece entre los españoles.
A pesar de ostentar el título de ser el país europeo con mayor cantidad de horas de sol, el 75% de la población española sufre de deficiencia de vitamina D, según un estudio publicado en la revista Nature. Un compuesto que no solo cumple diferentes funciones esenciales en el organismo, sino que, según investigaciones recientes, también tiene efectos directos en la reducción de grasa corporal.
La vitamina D para eliminar la grasa abdominal
La vitamina D es un compuesto liposoluble que desempeña un papel crucial en la absorción de calcio y fósforo, pero que también tiene efectos en diversos procesos metabólicos y en la regulación del sistema inmunológico. Según un estudio de la Sociedad Europea de Endocrinología, esta vitamina tiene efectos directos en la reducción de grasa corporal.
Los investigadores descubrieron que las personas con los niveles más altos de grasa abdominal tenían los niveles más bajos de vitamina D en una muestra de aproximadamente 7.000 participantes. Además, de que las personas con cinturas más anchas "tienen un mayor riesgo de desarrollar esta deficiencia".
Para entenderlo, se deben tener en cuenta varios factores. Primero, la vitamina D es liposoluble, lo que significa que se almacena en el tejido graso. Cuando hay un exceso de grasa, una mayor cantidad de vitamina D puede quedar atrapada en este tejido, lo que reduce su disponibilidad en el organismo.
Además, se ha observado que la grasa abdominal puede interferir con la conversión de la vitamina D en su forma activa. La vitamina D, ya sea obtenida a través de la dieta o de la exposición al sol, necesita ser metabolizada primero en el hígado y luego en los riñones para convertirse en su forma activa, la cual es esencial para diversas funciones en el cuerpo.
Algunos estudios sugieren que niveles adecuados de vitamina D podrían ayudar a regular la producción y el almacenamiento de grasa en el cuerpo, incluyendo en la región abdominal. Esto se debe en parte a que este compuesto influye en la producción de ciertas hormonas, como la parathormona y la leptina, que están involucradas en la regulación del metabolismo y del apetito.
Una deficiencia de vitamina D podría contribuir a un mayor almacenamiento de grasa, particularmente en la zona abdominal, donde se asocia con un mayor riesgo de enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares.
Aunque no se puede decir que la vitamina D "elimine" directamente la grasa abdominal, su adecuada presencia en el organismo puede contribuir a un metabolismo más eficiente y a la prevención del almacenamiento excesivo de grasa, especialmente en la zona abdominal.
Para aprovechar estos beneficios de la vitamina D en la reducción de grasa abdominal, es esencial asegurar una ingesta adecuada. La principal fuente es la exposición al sol, ya que la piel la produce cuando se expone a la radiación ultravioleta B (UVB). Sin embargo, en muchas personas, la exposición solar puede ser insuficiente, especialmente en invierno, lo que hace necesario obtenerla a través de la dieta o suplementos.
Cómo conseguir vitamina D
Además de tomar el sol, de manera segura y responsable, la mejor forma de obtener la vitamina D que necesitamos es a través de una dieta que contenga alimentos que nos la puedan otorgar, en este caso, algunos de los más recomendados son pescados azules, huevos y lácteos.
En el caso de los pescados azules, los nutricionistas hacen especial hincapié en algunos como el salmón, la caballa o el atún. Las mejores fuentes, señalan desde el School of Public Health de la Universidad de Harvard, son la carne de pescado graso y los aceites de hígado de pescado: aceite de hígado de bacalao, pez espada, atún o sardinas.
Los huevos, por otra parte, aconsejan centrarnos especialmente en su yema. Estos pequeños alimentos son muy valorados en España por su sabor, pero también, por su versatilidad que nos permite cocinarlos de diferentes maneras. Además, los lácteos y sus derivados, como el kéfir o el queso, son opciones ideales.