El maquillaje es el mejor aliado de belleza que existe. Gracias a él, podemos eliminar todo aquello que no nos gusta, disimular lo que no nos termina de convencer, pero también, resaltar lo que consideramos que es nuestro punto fuerte. Todo ello, en ocasiones, de la forma más sencilla que existe.
Aunque parezca que el saber maquillarse es solo cuestión de expertos, lo cierto es que cada vez es más accesible para todos, incluso para quienes se consideran "torpes" cuando tienen una brocha en la mano. Cada vez, las firmas comercializan más productos versátiles que cumplan con multitud de funciones y además, las tendencias buscan conseguir lo máximo, con lo mínimo.
Hace solo unos meses creíamos que necesitábamos conocer el uso de todas las sombras y tonos, así como la técnica perfecta para hacer magia y conseguir cosas como agrandar y rejuvenecer la mirada; sin embargo, lo cierto es que con un lápiz de ojos podemos conseguirlo.
Las ventajas del lápiz de ojos
Desde hace unos años, el eyeliner es uno de los grandes protagonistas en la rutina de belleza de miles de personas. Gracias a él podemos darle un aspecto completamente diferente a nuestra mirada, resaltar, ampliar y fortalecerla de la forma más elegante posible que, además, podemos complementar con cualquier color.
Sin embargo, por mucho que pueda hacer por nuestro rostro, la técnica del eyeliner parece imposible los primeros días, e, incluso, los primeros meses. Tenemos que conocer la forma de nuestro ojo, la longitud y grosor que mejor nos complementa y, sobre todo, el producto perfecto que nos haga el proceso mucho más fácil.
Todas estas dificultades han hecho que cada vez más personas apuesten por otras técnicas para conseguir el mismo efecto, pero de forma más sencilla, como el lápiz de ojos. Un producto que tradicionalmente se ha usado para la línea de agua, pero que ahora se ha convertido en el gran aliado de las mujeres mayores de 30.
El lápiz de ojos es uno de los cosméticos más antiguos de todos. Hay registros de los primeros usos en el Antiguo Egipto, aproximadamente en el año 3.150 a.c, donde su uso era medicinal y tenía como objetivo proteger a los ojos de bacterias y del sol.
Ha sido el gran aliado de todos los que comenzábamos en el maquillaje; sin embargo, en los últimos meses también lo es de los grandes expertos. A diferencia del eyeliner, este producto puede ser difuminado con mucha más facilidad, lo que no solo nos permite hacer el proceso más fácil, sino poder eliminar los errores de forma más sencilla.
Uno de los grandes problemas del eyeliner se basa en la perfección. El trazo tiene que ser perfecto, por lo que nos da poco margen de error. Todo ello se añade al hecho de que, de forma general, este producto es líquido y se seca a los pocos segundos.
Con el lápiz de ojos pasa completamente lo contrario, ya que nos permite equivocarnos y ser imperfectos. Lo único que necesitamos es dibujar una línea encima de las pestañas, para después difuminarla con ayuda de una brocha o, simplemente, con la pequeña esponja que algunos productos traen consigo.
Cuando nos olvidamos de la precisión, podemos llegar a dibujar el trazo con más seguridad. Una técnica que abre la mirada porque el delineado se dibuja de forma más ovalada, no recta y horizontal hacia el rabillo del ojo.
El truco para agrandar y rejuvenecer la mirada
Lo primero que tenemos que hacer antes de comenzar con nuestro delineado es escoger el lápiz de ojos perfecto. Muchos de ellos cuentan con una formulación dura y difícil de dibujar, lo cual no solo nos dificulta el proceso, sino que puede llegar a hacernos daño en el párpado, que cuenta con una piel muy fina.
Por ello, lo ideal es probar el lápiz en nuestra mano antes de comprarlo y asegurarnos de que se desliza sin dificultad. Podemos realizar una pequeña línea para comprobar la suavidad del mismo y, también, ver si se difumina de la misma manera. Para ello, simplemente podemos frotar el producto.
Ahora sí, podemos pasar a dibujar nuestra línea encima de las pestañas. El grosor dependerá de nuestro gusto; sin embargo, lo ideal es hacerlo un pelín más grande para que el efecto se note y tengamos más producto con el que poder trabajar.
La línea tendrá que marcarse desde el centro de las pestañas hasta el principio del rabillo del ojo. No tenemos que preocuparnos de que quede perfecta, ya que posteriormente vamos a difuminarla y "borrar" la precisión.
A continuación, tenemos que difuminar la línea dibujada con una brocha pequeña o la esponjita que muchos lápices de ojos traen —y parece que no sirven para nada—. Lo ideal es centrarnos primero en la parte superior de la línea de las pestañas y, después, tratar de realizar el rabillo del final del ojo.
Cuando hayamos conseguido difuminar tenemos dos opciones: o bien difuminar el producto en dirección del final de nuestra ceja si queremos un resultado más natural o, directamente, emplear de nuevo el lápiz de ojo y hacer un pequeño trazo en el mismo sentido, el cual también trataremos de difuminar.
En este punto, podemos ayudarnos de nuestro dedo. Al ser un lápiz suave y fácil de borrar, podemos simplemente frotar el rabillo para conseguir el grosor y longitud que deseemos. Una vez logrado, simplemente rizamos nuestras pestañas y echamos máscara para terminar.