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En el mundo del maquillaje, hay productos que hacen auténticos milagros, y el corrector de ojeras es uno de ellos. No solo es capaz de eliminar los signos de cansancio en solo unos segundos, sino que su versatilidad nos permite borrar las imperfecciones y resaltar e iluminar otras.

Este producto se ha ganado la buena estima de quienes se maquillan gracias a sus características, que dan como resultado una cara iluminada y con mejor aspecto. Además, es uno de los más sencillos de utilizar, ya que con solo aplicarlo en las zonas deseadas podemos conseguir un resultado excelente. 

Sin embargo, y a pesar de su facilidad de aplicación, lo que no es tan sencillo es elegir el tono perfecto. De hecho, es uno de los pasos en los que cometemos el mayor error: optar por el color más clarito para tapar las ojeras más oscuras.

El sencillo truco del corrector para eliminar las ojeras

Elegir el corrector perfecto es una tarea complicada. Son muchas las características que debemos tener en cuenta, como el acabado, la cobertura, el tono y el subtono. En estas dos últimas se da el error, ya que tendemos a elegir los más claritos para tapar las ojeras oscuras.

Cuando elegimos un tono clarito para las ojeras, lo que estamos haciendo es marcarlas más. Siempre hay excepciones, si nuestro tono de piel es muy clarito, obviamente tenemos que optar por un color que se asemeje; sin embargo, si nuestra ojera es muy marcada, lo ideal es optar por un tono intermedio o por un pre-corrector.

Como su propio nombre indica, son un producto de maquillaje de textura más densa, que nos ayuda a cubrir ojeras muy marcadas neutralizando su color para luego aplicar el corrector encima y unificar con el resto del rostro. 

El mejor truco para las ojeras oscuras es aplicar siempre un pre-corrector. Lo único que tenemos que hacer es, con el producto de tono salmón, aplicarlo en el surco de la ojera, en ningún otro lugar más. 

Acto seguido, debemos aplicar encima del pre-corrector nuestro corrector habitual, con un tono lo más parecido a nuestro tono de base. De esta forma, evitamos iluminar una zona que realmente queremos esconder, y lo que hacemos es fundirlo como una parte más de nuestro rostro.

No debemos pasarnos con la cantidad de corrector o pre-corrector que apliquemos, ni en las ojeras ni en otras partes del rostro. Si nos excedemos, es posible que acabe a parches y terminaremos eliminando la parte "natural", por lo que lo mejor es ir construyendo poco a poco la cantidad y añadir más, en el caso de que nos falte.

Si el pre-corrector no es nuestro producto favorito, simplemente podemos optar por tonos que se asemejen a nuestro color de piel. Si la ojera es muy marcada y azulada, lo ideal es elegir un corrector que tienda a color salmón.

En cambio, si la ojera tiene un subtono morado o violeta, es preferible un corrector que tienda a un tono amarillo o beige o, por último, si tiene un tono gris o apagado, es recomendable un tono rosáceo.

Los beneficios del corrector para rejuvenecer

El corrector de ojeras es una herramienta poderosa en el mundo del maquillaje que, cuando se aplica correctamente, tiene la capacidad de transformar por completo la apariencia del rostro, especialmente en lo que respecta a la mirada.

Su función principal es neutralizar las tonalidades oscuras o pigmentaciones que se encuentran en la zona debajo de los ojos, pero su impacto va mucho más allá de simplemente cubrir imperfecciones: también contribuye significativamente a rejuvenecer y agrandar la mirada, logrando un efecto fresco y despierto.

La piel alrededor de los ojos es extremadamente delicada y fina, lo que la hace más propensa a mostrar signos de fatiga, estrés y envejecimiento, como ojeras, bolsas o líneas de expresión. Estas sombras y pliegues pueden dar la impresión de una mirada cansada o apagada, lo que envejece el rostro en su conjunto.

Aplicar corrector de manera adecuada no solo camufla estas imperfecciones, sino que también devuelve luz y vitalidad al área ocular, uno de los puntos más expresivos y llamativos de nuestra cara. 

La clave para un resultado natural y favorecedor es no solo camuflar, sino también dar dimensión. Esto se logra, justamente, seleccionando un corrector que no sea excesivamente claro, ya que un corrector que ilumina puede acentuar líneas de expresión o crear un efecto artificial.