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Las medidas que prometen todos los partidos políticos hacer realidad alguna vez para que la conciliación de la vida laboral y personal sea real y la natalidad aumente, no servirán de nada si la propia sociedad no cambia de mentalidad.

Pongamos un ejemplo real. Una mujer de 40 años, casada, madre de dos niños de cinco y tres, con un puesto de dirección e inquieta (laboral y personalmente) por naturaleza, nunca debería escuchar las sandeces que otros hombres y, sobre todo, mujeres (ojo al dato) le expresan con total espontaneidad cuando se enteran de que está embarazada del tercero.

Como si convertirse en familia numerosa fuera un pecado capital en este país o un estado de locura máximo necesitado de un urgente tratamiento psiquiátrico.

Es cuando en vez de escuchar el típico "¡Enhorabuena!" o "me alegro mucho" (aunque en el fondo no se alegren y te miren con cara casi de lástima), el subconsciente, consciente o inconsciente, permite que se les escapen frases que llegan a molestar o, más bien, a preocupar.

Sobre todo cuando una revolución hormonal se apodera de su cuerpo, de su mente y de su lengua a la hora de contestar. Y, encima, se sienten ofendidos los y las dicentes... ¡Lo que faltaba!

Aunque siempre se le podrá echar la culpa a la pérdida de masa gris del cerebro... Por cierto, poco se habla de lo que suponen tres embarazos para el cuerpo de una mujer, aunque eso daría para otro artículo.

Por eso me gustaría que quien lea estas líneas recuerde este decálogo de expresiones que no debería decir a una mujer embarazada en las circunstancias descritas. Y si tú eres la afortunada cuarentañera que estás esperando a tu tercer hijo, puedes hacer tuyas las respuestas sin problemas. Más de uno se ha llevado un tapabocas sin manos.

El decálogo

1. "Uy ¿estás embarazada? ¡Eres una heroína y una valiente! Yo no sé cómo puedes con todo, el trabajo, la casa y demás... Yo no podría".

* Respuesta: "Ahí está la diferencia, yo ya no tengo más remedio que poder. Con ilusión, ayuda (que, por cierto, hay que pagar) y organización junto al padre se puede hacer de todo".

2. "Uy, pero ¿ha sido sin querer o queriendo? Porque si ha sido queriendo, estás como una cabra...".

* Respuesta: "Sí, como una cabra montesa... ¿Tú me ves cara de Virgen de Fátima? ¿No, verdad? Pues ya sabes cómo ha sido".

3. "Bueno, pero ya te plantarás ¿no?" (Para más inri esto una de las que me hizo esta pregunta no tiene hijos ni quiere tenerlos...).

* Respuesta (admito que existía cierta confianza con esta persona): "Pues no debería, sobre todo para contrarrestar a las frescas como tú (sonrisa en la cara) que no pensáis aportar nada al sistema y bien que vivís de él (trabaja en el sector público). Escúchame... y los perros no pagan las pensiones".

4. "¿Y sabes el sexo?"

* Respuesta: "Sí, es una niña". 

* Comentario añadido: "Anda, mira qué bien habéis hecho "el mandado". Ea, pues ya te plantas aquí, que la vida está muy mala...".

5. "Uy, te vas a enterar cuando lleguen los tres a la adolescencia... Niños pequeños, problemas pequeños, niños grandes, problemas grandes..."

* Respuesta: "Tengo que reconocer que le temo un poco a esta etapa, pero como dice el refrán: 'Cuando lleguemos a ese río, cruzaremos ese puente'".

6. "¡Madre mía, vaya pedazo de barriga, pero aún la tienes alta (o baja)... ¿Cuándo cumples?"

* Respuesta: "Madre mía, la cantidad de gente en este país que entiende de barrigas para lo baja que está la natalidad... Me quedan cuatro días".

Repregunta: "¿Cómo? ¿Y estás tan normal?" (Con cara de que están viendo a una extraterrestre)

* Nueva respuesta: "Tan normal no, tengo a un bebé en la barriga que me absorbe gran parte de mi energía y que noto cómo empuja día a día para terminar de encajarse, pero ¿qué hago? ¿Me compro un megáfono para contarlo a gritos? Pues no".

7. "Estás guapa porque no estás muy gorda, pero eso de 'comer por dos' es ya muy antiguo. Cuidado, porque mi vecina la del quinto en el último mes puso seis kilos".

* Respuesta: "Yo no soy tu vecina la del quinto. Estoy comiendo lo que creo conveniente, haciendo ejercicios y me siento muy bien".

8. "¿Te has cogido ya la baja? No seas tonta y aprovecha... Lo que debes hacer es cogerte una excedencia después, que son muy chicos y tú trabajas muchas horas".

* Respuesta: (A los ocho meses de embarazo) Aún sigo trabajando porque me encuentro bien. Así nos va cuando no queremos que nos estigmaticen por sacar provecho de estas circunstancias... ¿Excedencia? Ni quiero ni me lo puedo permitir con tres y con las grandes ayudas (tono irónico) que ofrece este Gobierno supuestamente progresista..."

9. "Oye y ¿le vas a dar el pecho? Porque con todo el lío que vas a tener con los tres no vas a poder dedicarte plenamente al nuevo bebé. Dale biberón, que se lo dé tu marido y así descansas más por las noches..."

* Respuesta: "Sí, le quiero dar el pecho como lo hice con los otros dos. Es lo mejor para el bebé y para la madre durante unos meses de toda una vida".

10. "Hoy día tener tres es una locura... ¿Cuántas manos tenemos? ¿Dos, verdad? Pues a dos son los hijos a los que puedes atender bien..." (Esto me lo dijo un hombre que tiene tres)

* Respuesta: "Eso dependerá de la capacidad de cada uno... Muchas veces no son necesarias tantas manos para atenderlos, sino otras cosas de las que muchas personas carecen y así nos va. Arrepiéntete de lo que hagas, no de lo que dejaste de hacer".

Lo del ejemplo real lo digo porque esa mujer de 40 años que ha tenido que escuchar este decálogo de sandeces es una servidora que es delegada de este periódico en Andalucía.

Reconozco que muchas de estas cuestiones han llegado a preocuparme, más que a molestarme, pero a su vez a tener esperanza porque, por supuesto, que también he escuchado comentarios positivos, aunque hayan sido los menos.

Sobre todo, al comprobar que el egoísmo y el miedo de la sociedad actual, cuyos miembros han sido paridos por sus madres y engendrados por sus padres, son los verdaderos problemas para avanzar en la capacidad más vital que siempre tendrá el ser humano: dar vida y hacer crecer a los demás.