Conseguir gustar a los demás es algo que, sobre todo las mujeres, anhelamos. En España, los datos demuestran que la autoestima de las mujeres es más baja que la de los hombres. Lo cierto es que ninguna nacemos siendo encantadora, la simpatía es una cualidad que se trabaja y que se puede aprender y perfeccionar, como cualquier otra habilidad, haciéndonos la vida más fácil.
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Aunque para unas personas resulta más natural que para otras causar una buena primera impresión, no es innato, y cualquiera puede trabajarlo. Según un estudio de Harvard, lo que hace que una persona resulte agradable no es ser educado, servicial o tener un buen sentido del humor. El secreto para caer bien y mejorar los vínculos interpersonales es hacer sentir a la otra persona que estás interesado en ella.
El estudio de Harvard
Cuando estamos conversando con alguien, lo que todas y todos quieren sentir es que la otra persona realmente está interesada. Por eso, si lo que se busca es conseguir conquistar a la otra persona (con el fin que sea) centrar la conversación en una misma, por muy interesantes que seamos, no es la mejor estrategia para impresionar.
La clave para que consigas causar la mejor impresión posible es poner el foco de la conversación en la persona que tenemos enfrente, demostrarle que queremos conocerla en un nivel más profundo haciéndole sentir que estás interesada en ver su auténtico yo.
La investigación llevada a cabo por Harvard analiza el papel que desempeña hacer preguntas cuando se comienza una relación interpersonal. Para ellos, los expertos analizaron miles de conversaciones naturales entre los participantes que se estaban conociendo, ya fuese en chats online o en citas en persona.
Se dividió a las personas en dos grupos: al primero, los investigadores les dijeron que hicieran al menos nueve preguntas durante los 15 minutos de contacto; al segundo, que no hicieran más de cuatro en el mismo tiempo.
En los chats online, las personas que hicieron más preguntas resultaron más agradables a sus compañeros de conversación. Entre las personas que tuvieron citas presenciales, aquellos que estuvieron más dispuestos a tener una segunda cita fueron a los que se les hicieron más preguntas.
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Una conclusión que tiene sentido porque todos queremos sentir que la otra persona está interesada en nosotras. Algunas personas tienden a hablar mucho sobre sí mismas, especialmente cuando intentan impresionar, pero esta estrategia no suele causar una impresión positiva. Sin embargo, cuando se muestra un interés genuino por alguien, haciéndole preguntas sobre su vida, pensamientos y sentimientos, cambiamos el enfoque de la conversación de uno mismo a la otra persona y, así, es como nos la metemos en el bolsillo.
Las conclusiones de la investigación de Harvard también muestran que el orden en el que se hacen las preguntas a la otra persona es importante y tiene un efecto significativo en cómo responderá. Si lo que queremos es generar confianza e intimidad, debemos comenzar con preguntas relativamente superficiales e insignificantes e ir avanzando hacia preguntas más privadas o profundas.
En general, ninguna nos sentiríamos cómoda si se nos pide que nos sinceremos con alguien a quien acabamos de conocer y del que no sabemos nada. Poniéndonos en el papel de la otra persona, lo que concluye el estudio es que antes de adentrarnos en las cosas profundas, primero deberemos crear una conexión con la otra persona.
En este sentido, se ha de tener en cuenta empezar siempre por lo sencillo, preguntas relacionadas con de dónde son, cuáles son sus pasatiempos y si tienen mascotas. Después, de manera gradual, se puede ir avanzando hacia preguntas más personales. Una vez arrancada la conversación, será el momento de incluir las preguntas de seguimiento, una apuesta ganadora porque muestran interés en lo que la otra persona nos está contando.
Además, este tipo de preguntas también abren el espacio para una conversación genuina con la otra persona en lugar de un simple intercambio rápido o incómodo de preguntas y respuestas. Algunos ejemplos de preguntas de seguimiento pueden ser: ¿Puedes contarme más sobre…?; ¿Por qué piensas eso? o ¿Qué quieres decir con…?
Con estas claves, la próxima vez que tengamos delante a alguien a quien le queramos causar una buena impresión, solo tenemos que poner en práctica estos consejos y ver cómo sucede la magia.
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