"Me llaman la Agrado, porque toda mi vida he tratado de agradar a los demás. Además de agradable soy muy auténtica [...] Aunque lo segundo cuesta mucho. Y en estas cosas no hay que ser rácana. ¿Por qué? Porque una es más auténtica cuando más se parece a lo que ha soñado de sí misma", decía la Agrado, aquella mujer transgénero que cerraba Todo sobre mi madre dándonos una lección de vida. Y aunque muchas la anotamos con papel y bolígrafo, lo cierto es que no siempre parece tan fácil de llevar a la práctica como aseguraba la chica Almodóvar en 1999.

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Vivir en sociedad también implica para muchos movernos en una suerte de tablero en el que toda interacción que tenemos con el exterior importa. Los seres humanos tenemos la necesidad, en mayor o menor medida según el caso, de complacer a los demás. El carisma y la agradabilidad son cualidades codiciadas, pero, si se dan en exceso, también pueden afectar negativamente a la salud mental y la autoestima.

Por eso, es importante establecer límites y aprender a rechazar aquellas situaciones que nos generan desagrado. De esto ya habló hace años Walter Riso, especialista italiano en terapia cognitiva, en su libro El derecho a decir no (ed. Planeta, 2015). La obra explora el concepto de la asertividad, sus límites y las razones por las que el ser humano tiene miedo a rechazar al resto.

La culpa anticipada y el miedo a herir a los demás son dos de estos motivos, sensaciones a las que se enfrentan diariamente los people pleaserspersonas —principalmente mujeres— que "se preocupan mucho por agradar y siempre quieren que los demás aprueben sus acciones", tal y como define el diccionario de Cambridge este concepto extraído del mundo anglosajón.

En The Personal Style Inventory: Preliminary validation studies of new measures of sociotropy and autonomy, estudio dirigido por Clive Robins desde la Universidad de Duke, se explica que quienes hacen esto suelen caracterizarse por tener un alto rasgo de sociotropía —lo que implica también un deseo siempre presente de tener relaciones libres de conflictos— y pueden llegar a ser más dependiente de los demás

También hay otros rasgos que permiten identificarlos: tienen mucha dificultad a la hora de hacer críticas por miedo a ofender al otro —y dan la misma importancia a las que reciben, aunque no suelen cuestionarlas—, sienten que deben anticiparse constantemente a las necesidades de los demás y evitan el conflicto hasta el punto de modificar su opinión real sobre determinados asuntos.

La brecha del agrado 

La gente a su alrededor puede considerarlas personas amables y empáticas, aunque estas actitudes pueden generar en ellas fuertes sentimientos de agotamiento social e incluso rencor que nunca termina de expresarse. A los people pleasers no les gusta sentir que los demás no los aprecian, y ven el juicio negativo como un dardo contra su orgullo, que además suele ser frágil.

Todo esto también se relaciona con la brecha del agrado. "¿Le habré caído bien o pensará que soy aburrida?", es una pregunta que a menudo nos hacemos después de conocer a alguien. Es normal tener dudas sobre la impresión que causamos al resto, pero cuando esto se convierte en patrón puede distorsionar nuestra imagen de la realidad y hacer que subestimemos qué tanto agradamos a alguien después de una primera interacción.

El investigador Charlie Huntington explica en una publicación del Berkeley Well-Being Institute que "las personas agradamos porque tenemos expectativas demasiado rígidas y poco realistas sobre las interacciones sociales". Esto puede llegar a relacionarse con problemas de depresión y ansiedad: "Muchas personas con depresión reconocen participar en comportamientos que agradan a las personas e incluso pueden señalar formas en que esto está impactando negativamente a su bienestar".

Cómo ser más asertiva

1. Trabaja tu autoconciencia: Reflexiona sobre tus propias necesidades, valores y límites. Es muy importante que reconoce las situaciones en las que te sientes incómodo o resentido por no haber establecido límites o haber dicho "sí" cuando querías decir "no".

2. Practica la comunicación efectiva: Esto incluye, entre otras, escuchar activamente a los demás para comprender sus perspectivas, hablar de manera honesta y respetuosa y mostrar empatía hacia las necesidades de los demás. 

3. Aprende a decir que no: Practica cómo hacerlo de manera firme, pero amable, cuando sientas que es necesario. No des largas explicaciones, pero ofrece una razón razonable si la situación lo demanda.

4. Cuida el lenguaje corporal: Es muy importante mantener un contacto visual y una postura abierta evitando gestos agresivos. Asegúrate de que tu lenguaje corporal respalde tus palabras, ya que a veces comunicamos más información con nuestros gestos involuntarios.

5. No te disculpes por expresar una necesidad: A no ser que estés pidiendo algo que sea irrazonable, no hay razón para sentirse avergonzada o culpable por hacer explícita una necesidad o deseo. La clave está en comunicarlo educadamente y ver la reacción de la otra persona. Esto también aplica a no estar constantemente justificando tus opiniones y comportamientos ante el resto.