Cuando el confinamiento hizo acto de aparición en nuestras vidas, pasamos a recordar con nostalgia esas quedadas familiares en restaurantes, esas noches interminables bailando y riendo e incluso esas clases de spinning en las que el sudor compartía espacio con la endorfina y las sonrisas. "¿Volveremos a disfrutar del ocio como antes?", nos preguntábamos mientras hacíamos un pedido por una aplicación de delivery.
Pero los cambios que introdujimos en nuestras vidas, lejos de haber quedado relegados a la pandemia, se han quedado con nosotras en muchos casos. Sin ir más lejos, un informe puesto en marcha por Delectatech señala que el servicio de delivery y take away en España se ha triplicado en estos últimos dos años.
De esta forma, los españoles hemos convertido el 'para llevar' en el nuevo 'salimos a comer/cenar', pues un 30% de los consumidores pide comida a domicilio al menos una vez a la semana. Por eso, el medio Eater ha asegurado que 2024 es el año de las cenas en casa, y empresas como Take a chef ofrecen chefs a domicilio dependiendo de las necesidades y gustos de los comensales.
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"No hay restaurante más íntimo que tu propia casa, donde poder disfrutar cómodamente de una experiencia única con familia y amigos. Encuentra tu chef, personaliza cada detalle del menú, y descubre otra forma de celebrar con los tuyos trayendo la magia de un restaurante de alta cocina a tu mesa. Convierte tu casa en un restaurante y disfruta de una experiencia gastronómica única", explican.
Por supuesto, al hablar de una buena cena, es inevitable pensar también en salir a tomar algo, y por eso triunfan cada vez más los restaurantes que a su vez cuentan con un espacio especializado en coctelería, como ocurre en Coya, que tiene también el Pisco Bar, donde expertos mixólogos y DJs se aseguran de que tras una deliciosa cena, haya una inolvidable velada.
Porque tras la pandemia, los lugares que ofrecen diferentes experiencias en el mismo lugar priman. Precisamente ahora triunfan los gimnasios que parecen auténticas discotecas, y en este ámbito destacan enclaves como Lapso Studios, donde sus habituales hacen spinning convertidas en auténticas Beyoncés.
"Sin duda alguna, las mujeres quedan para hacer deporte, y qué mejor que disfrutar y moverse en sitios como Lapso Studios, donde la música corona la sala de indoor cycling. Además, muchas chicas vienen juntas directamente al estudio, por lo que la actividad fitness se convierte en un plan de amigas, de pasárselo bien y, además, de cuidarse", explica el equipo a Magas.
Definitivamente, nos hemos vuelto menos fiesteras (por cierto: las mujeres tienen una hora y treinta y siete minutos menos de tiempo libre al día, según el INE) y más caseras, aunque por supuesto, estos cambios no implican en absoluto separarse de amigos y familiares, sino estar más que nunca junto a ellos, aunque en planes en clave stay-in más íntimos.
Pero, ¿qué ha pasado con esas personas a las que no podemos llamar amigas y que sin embargo, formaban parte de nuestro día a día, tanto en el ámbito del afterwork, como en el laboral? Aquí es dónde entran en juego los denominados weak ties (vínculos débiles).
"Echaba de menos estar con gente que me era familiar, como el camarero de un bar o esos habituales cuyos apellidos desconocía, pero que formaban parte de mis rutinas. Descubrí que era algo que le estaba pasando a muchas personas", explica en el pódcast Reopening America la periodista Amanda Mull.
"Una de las razones por las que no había sabido expresarlo es que no tenemos un término para hablar de este tipo de conexiones. Tenemos colegas y amigos, pero necesitamos más términos para hablar de gente que también nos importa y aporta felicidad a nuestra vida. Necesitamos este tipo de vínculos diferentes para tener una buena salud mental.
De hecho, me di cuenta especialmente del efecto que tenían estos cambios en el trabajo. Las oficinas quieren promover determinados comportamientos y hacer que la gente colabore y hable entre sí. Esas pequeñas interacciones y esas pausas para tomar un café hacen que formes parte de una empresa, especialmente cuando eres joven o eres nueva. La reciprocidad conversacional es fundamental en el trabajo, y en las reuniones de Zoom pierdes esas oportunidades, porque las interacciones están estructuradas y todos saben cuándo hablar y durante cuánto tiempo", asegura.
Por su parte Amira Bueno, directora de Recursos Humanos de Cigna Healthcare, explica que la amistad es un vínculo afectivo que va inherente con el ser humano, por lo que muchas veces, es inevitable que se creen estos lazos en el entorno laboral, si bien no hay que confundir tener una buena relación con los compañeros de trabajo con ser amigos.
"El apoyo social, las redes de amistad y los vínculos que generamos con otras personas son fundamentales para nuestro bienestar emocional y físico, la amistad dentro del entorno laboral puede suponer alguna incomodidad por la carga emocional que supone, ya que puede implicar, por ejemplo, una pérdida de objetividad en la toma de decisiones respecto a las personas amigas que redunda en el bien de la compañía.
Sin embargo, para favorecer un clima de trabajo agradable que potencie la motivación y la productividad, sí que es esencial contar con una red de apoyo entre compañeros. Al fin y al cabo, es donde pasamos la mayor parte de nuestro día, y qué mejor manera que hacerlo bien acompañados en un entorno emocionalmente seguro", explica.
Por si fuera poco, la pandemia nos empujó a alejarnos de algunas personas y acercarnos a otras, haciendo una suerte de Marie Kondo en nuestra lista de contactos. Resulta además llamativo el hecho de que la denominada 'recesión de la amistad' afecta más a los hombres.
¿El motivo? La ilustradora Aubrey Hirsch explica en Vox que al seguir los hombres siendo educados para esconder sus vulnerabilidades y para valorar la dureza y el estoicismo por encima de la emotividad y la capacidad de conexión emocional, se topan con mayores dificultades para establecer relaciones íntimas.
Es decir: las mujeres organizan quedadas más resolutivas en las que hacer diversas actividades en un mismo espacio y encuentran en la familiaridad del hogar un escenario predilecto, pero sin dejar de lado los momentos de ocio ajenos a las cuatro paredes que definen el día a día. ¿Ha cambiado la forma en la que quedamos? Sin duda, pero contra todo pronóstico, no necesariamente para mal.