Encontrar a alguien con quien queramos pasar el resto de nuestros días es difícil. Ya no solo depende de nosotros, que cumpla todas nuestras expectativas, que sea alto, guapo, con los ojos verdes, atento, que nos haga reír o que nos respete; sino que va mucho más allá. Por mucho que nos gustase que la única opinión que valga sea la nuestra, la otra persona también tiene que encontrar esa conexión como para determinar que somos el amor de su vida.
Al final, comenzar una relación es complejo y podemos encontrarnos con hábitos o comportamientos que en los primeros días no estaban, o simplemente descubrimos que únicamente nos gusta para pasar el rato. Todos esos sentimientos que pueden pasar por nuestra cabeza, olvidamos que también pueden recorrer la mente de la otra persona, y nos hacen entrar en un bucle de dudas, ¿querrá una relación seria?
Con el paso de los años, el amor, las citas y las relaciones han cambiado. Podemos decir que ya no "queremos" como antes, tanto para bien como para mal, y que existen muchos términos que han hecho que el sentimiento se expanda: amigos con derecho a roce, relaciones abiertas, monogamia o poliamor. Todo ello, en ocasiones, hace difícil saber cuál es nuestra posición con alguien con quien hemos pasado mucho tiempo.
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Las etiquetas nos condicionan en gran medida. Mientras que los primeros meses no nos importa no saber qué somos, si la relación va viento en popa o si simplemente es una distracción y parte de la diversión de otra persona, cuando pasa el tiempo nos preocupa demasiado. No queremos involucrarnos en gran medida por miedo, pero a la vez, nuestros sentimientos fluyen y no sabemos cómo pararlos (o si deberíamos hacerlo)
Por mucho que preferiríamos que esto nunca sucediera, llega un momento en la vida en el que necesitamos enfrentar el hecho de que la persona que creemos que es adecuada para nosotros puede no tener los mismos sentimientos a cambio. Y aunque en ocasiones queramos engañarnos y pensar que estará pasando por un mal momento, existen factores que demuestran que no quiere nada serio.
El factor que demuestra que la persona que estás conociendo no quiere una relación
Cuando estamos en este punto intermedio entre no ser nada y tener una relación, nuestra estabilidad emocional pende de un hilo. Al final, el no saber cómo podemos comportarnos o cuál es el límite puede generar desconfianza, celos, inseguridad y ansiedad que llevamos con nosotros a todas partes. Es muy posible que nadie quiera involucrarse en esa conversación de ¿qué somos?, sin embargo, hay ocasiones en las que es obligatorio.
La comunicación es la base de todo y siempre es mejor es aclarar nuestras dudas. Sobre todo, si la otra persona no quiere nada y no solo nos está haciendo perder el tiempo, sino que muy posiblemente estemos desarrollando sentimientos que no vayan a ninguna parte. En este punto, existe un factor fundamental: el refuerzo intermitente. Cuando una persona parece completamente disponible, enamorada, con ganas de conocerte y a los días simplemente parece otra, es una señal muy clara de que algo está pasando. No solo eso, sino que ese cambio de humor puede perjudicarnos directamente a nosotros.
El refuerzo intermitente o apego desorganizado es uno de los factores más frecuentes en las relaciones. Las personas que pasan por ello pueden experimentar confusión y contradicciones en sus relaciones, alternando entre comportamientos de apego ansioso y evitativo, cuando se produce de manera continuada puede llegar a ser motivo de acudir a expertos; sin embargo, muchas personas lo hacen con conocimiento pleno.
Precisamente estas personas no saben lo que quieren, pero no están disponibles emocionalmente, debido a esta gran inestabilidad que demuestran. Al final, termina perjudicándonos a nosotros, generándonos confusión y frustración. Este patrón ha sido calificado como altamente adictivo, ya que al desconocer cuándo se administrará el refuerzo, la conducta se fortalece mucho más. De hecho, es el mecanismo que utilizan las máquinas tragaperras o las apuestas para generar adicción en sus jugadores, puesto que la persona sabe que, si repite la conducta, en algún momento conseguirá su ansiado refuerzo.
En las relaciones explicaría por qué las parejas o personas que no siempre nos dan atención, es decir, que a veces se muestran cariñosos, interesados, atentos y otras veces nos ignoran, o hacen como si nada. Y esta inconsistencia en su forma de actuar y de comunicarse contigo al final termina por ser una forma de hacernos ver que no tiene las cosas claras.
Otros factores que lo demuestran
Además del refuerzo intermitente, existen otros factores que indirectamente nos hacen ver que la otra persona no quiere nada serio con nosotros. Por mucho que no nos guste, si contemplamos alguno de ellos, lo mejor es tener una conversación para aclarar dudas y dejar de fustigarnos por no entender qué le pasa o qué siente.
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No se interesa por conocerte más allá de la diversión. Al final, si queremos conocer a alguien, queremos saber todo sobre ellos y nos encanta si nos cuenta cosas que se alejan de lo tópico o lo que todo el mundo sabe. La falta de interés es una señal de que esa persona no está disponible emocionalmente, o por lo menos, que no busca lo mismo que nosotros en ese preciso instante.
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Prioriza divertirse a otro tipo de planes. Las relaciones de pareja se basan en todo tipo de planes, incluso en los más aburridos. Si notas que absolutamente siempre la otra persona lo único que quiere es el contacto o espacios cerrados y no busca crear una conexión emocional, puede ser una señal de alerta.
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Evita hablar de planes futuros. El compromiso es uno de los elementos de cualquier relación de pareja. Si este no existe, la relación cojea o directamente, no existe. Por ello, la falta de compromiso (desde el principio) es una de las señales de que la otra persona solo quiere divertirse pero no iniciar una relación seria.