En el corazón de Granada, un antiguo monasterio de Carmelitas descalzas ha encontrado una fórmula inesperada para asegurar su supervivencia: la gastronomía asiática. Estas religiosas han sabido adaptarse a los nuevos tiempos, incorporando a su oferta culinaria platos como 'noodles', sopa picante, 'sotanghon' y 'sushi'. De esta manera, la congregación se asegura llegar a fin de mes conquistando la curiosidad de los vecinos.
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El Monasterio de las Carmelitas de Granada se encontraba en una situación financiera precaria. Con siete monjas en la congregación y solo una paga y media de jubilación y discapacidad, el futuro del convento pendía de un hilo. La madre superiora, sor María Dolores, ante la disparidad entre ingresos y gastos, buscó alternativas para sostener la vida monástica. La solución llegó de la mano de cinco hermanas de Filipinas, cuya propuesta culinaria ha revolucionado la manera en que el monasterio se relaciona con el mundo exterior.
"Para no ofrecer nada español que está aquí más visto, decidimos hacer comida de su país", explica sor María Dolores. La acogida de esta propuesta gastronómica ha superado todas las expectativas. La congregación ha habilitado una línea telefónica para gestionar los pedidos, que son servidos a través del torno conventual después de un cordial saludo mariano. Este enfoque innovador ha permitido no solo atraer a una clientela diversa, sino también abrir una ventana al mundo sin comprometer el carácter de clausura que define a la comunidad.
La gastronomía, con su poder para trascender fronteras y unir culturas, ha servido como puente entre las tradiciones monásticas y la modernidad. El éxito de esta iniciativa no solo se refleja en la estabilidad económica que ha proporcionado al convento, permitiendo a las monjas llegar a fin de mes sin apuros, sino también en el impacto cultural y social que ha tenido en la comunidad granadina. El menú, rico en sabores y aromas asiáticos, ha logrado convertirse en uno de los favoritos de la ciudad.
Esta historia resalta la importancia de la adaptación y la innovación, incluso en los entornos más tradicionales. Las Carmelitas de Granada han demostrado que es posible mantenerse fieles a los principios espirituales y comunitarios mientras se exploran nuevas vías para enfrentar los retos contemporáneos. Su éxito culinario no solo asegura la supervivencia del monasterio, sino que también enriquece el tejido cultural y social de Granada, ofreciendo una experiencia única que combina espiritualidad con el placer de la buena mesa.