Poner fin a una relación nunca es fácil. Anclados en una sociedad que sigue vendiendo el amor romántico no como una suerte de unicornio sentimental, sino como una meta, romper con una pareja se antoja no sólo doloso, sino también frustrante.
Tanto, que es habitual permanecer en una relación condenada a la clausura mucho más de lo saludable, algo que puede traer consigo peleas, episodios depresivos y un sinfín de complicaciones que no habrían tenido lugar de haber roto tiempo antes.
El estudio 'La gestión de la intimidad en la sociedad de la información y el conocimiento. Parejas y rupturas en la España actual', dirigido por el profesor Félix Requena, de la Universidad de Málaga, señala que las rupturas están ahora más presentes en todas las generaciones, estando el adiós emocional más normalizado que antaño.
"Los factores de las rupturas también han cambiado y en la actualidad son principalmente emocionales, debiendo trabajarse más la gestión de las emociones en todas las edades. El análisis de redes pone de manifiesto el proceso particular de 'nuclearización' de las relaciones de pareja en España, con menos hijos y con un peso más importante de las redes digitales y los amigos, pero sin perder los vínculos estructurales que han sido claves, por ejemplo, ante el confinamiento", explica.
Cuándo decir adiós
Hoy consultamos con dos expertas para saber cuándo definitivamente ha llegado el momento de romper y en qué casos puede haber solución. "Podemos encontrarnos con la bajada del deseo sexual, que en las mujeres suele deberse a aspectos emocionales.
También hay problemas solucionables como el síndrome del nido vacío, la falta de comunicación (que puede ser trabajada en terapia) y cambios circunstanciales como por ejemplo, un cambio laborales o una mudanza, por lo que son aspectos solucionables. Cuando hablamos de cosas que no tienen remedio, nos referimos a casos en los que por ejemplo, ya no tienes sentimientos hacia la otra persona.
Tampoco es solucionable cuando se tiene un proyecto vital, como el de ser madre, y el otro no quiere (o viceversa), del mismo modo que cuando uno de los dos quiere casarse y el otro no. También que alguien se cambie de ciudad o de país y el otro no quiera hacerlo, si hay cuernos reiterados, si el otro no cubre tus necesidades… Tampoco el maltrato y abuso físico o emocional", explica la psicóloga Lara Ferreiro.
De esta forma, distingue entre tres tipos de crisis: las evolutivas (por ejemplo, los hijos se van de casa), las imprevistas (pérdida de un trabajo, la muerte de un familiar o amigo…) y las estructurales (conflictos permanentes que indican que la pareja no funciona). Las estructurales son las que realmente son difíciles de solucionar.
Pero, ¿hay realmente algo que ha de hacernos ver que la relación ya no tiene futuro? Responde Silvia Congost, autora de Diario de una ruptura. "Cuando sentimos que ya lo hemos intentado todo. Que ya está todo hablado. Cuando nos damos cuenta de que hay momentos en los que tenemos claro que estaríamos mejor lejos de esa relación. Las dudas sobre la relación, suelen ser una clara señal de que es hora de irse. Los miedos nos paralizan, pero debemos enfrentarnos a ellos para recuperar nuestra libertad y nuestra vida", señala.
"Cuando nos damos cuenta de que ya no tenemos nada en común, de que ya no tenemos de qué hablar ni coinciden nuestros propósitos. Cuando no nos ilusiona lo mismo y, en el fondo, tal vez ya ni siquiera nos gusta la otra persona. Cuando seguimos esperando que nuestra pareja cambie, deje de hacer esto o lo otro, cuando consiga esto o aquello…pero sabemos que, en realidad, ha sido siempre igual", continúa.
Ferreiro, autora de Adicta a un gilipollas, añade que es momento de decir adiós cuando los valores no concuerdan, si no coinciden planes de vida, los niveles de compromiso son diferentes, los caminos divergentes (por ejemplo, va a Inglaterra y tú te quedas en España sin que haya un plan para vivir juntos después), si hay toxicidad crónica, si no hay compromiso de futuro y se habla de 'fluir'... el empoderamiento femenino es pedir compromiso, si eso es lo que quieres. Eso es auto respeto”, aclara.
¿Son los cuernos el motivo definitivo?
Aunque por descontado las infidelidades no son siempre el motivo de ruptura, no podemos negar que son una de las causas habituales. Según los datos de Gleeden, la plataforma de encuentros extraconyugales, el 56% de infieles españoles (el 84% hombres y el 16% mujeres) están seguros de que, si fueran infieles, su pareja reaccionaría fatal y no les perdonaría nunca.
Además, un 13% afirma que sería infiel si supiera que no le iban a pillar, y un 24% se lo podría plantear. Sin embargo, un 16% de estos infieles, en su mayoría masculinos, afirma que no perdonaría nunca que a ellos les fueran infieles. Aunque la mitad de ellos y ellas podría llegar a entenderlo, pero no le sentaría bien.
Comprobamos, pues, que algunas personas pueden perdonar una infidelidad. De ser así… ¿Cómo se puede volver a establecer una confianza plena con su pareja? "Por un lado, tiene que comprender muy bien lo que le ha pasado a la otra persona y tiene que haber un deseo de perdonar.
Pero también tiene que ver con claridad de que todo lo que dice y hace la otra persona, tiene el objetivo de ser perdonado. Es decir, tiene que ser absolutamente transparente (con el móvil, contraseñas, llamadas, actividades, etc), tiene que tener paciencia cada vez que se le pregunte por detalles que tengan que ver con la infidelidad (esto solo al principio, luego tiene que cambiar), su actitud tiene que ser de cuidado, máxima atención y absoluta empatía hacia su pareja, tiene que demostrar de forma clara su arrepentimiento, sus ganas de sanar las heridas causadas y una comprensión del dolor existente", señala Congost.
Por qué nos cuesta tanto decir adiós
Para terminar, queremos saber por qué, pese a que motivos y situaciones delicadas no faltan, romper es en tantos casos tan complicado, llegando en ocasiones a alargarse la espera demasiado, siendo la consecuencia directa esos cierres problemáticos que tan mal sabor de boca dejan y que son los responsables de que el recuerdo de las historias amorosas pasadas esté enturbiado.
"Nos cuesta cortar por la esperanza y por los miedos. Pensamos que el otro va a cambiar y que lo vamos a solucionar, y eso nos puede hacer entrar en una fase de negación que incluso puede durar años. También entra en juego el miedo a quedarnos solas, la presión social, el pavor a no volver a sentir lo mismo…", dice la psicóloga Lara Ferreiro.
¿Cómo podemos dejar ese pavor atrás y romper con quien ya no nos aporta? Responde Silvia Congost. "Por un lado, haciendo un proceso para fortalecer nuestra autoestima. Eso nos ayudará a reconectar con nuestra valía, nuestras capacidades y nuestra fortaleza para dar los pasos que sentimos que realmente queremos dar. Para actuar de acuerdo con lo que nos dice nuestra intuición y nuestros sentimientos. Por otro lado, a través de un proceso de replantearnos nuestras creencias sobre el amor y las relaciones, tomando consciencia de por qué tenemos las creencias que tenemos, quién nos las enseñó y si realmente nos encajan o no", explica para finalizar a Magas.
Poner el punto final nunca es fácil (ni siquiera, a la hora de terminar un texto), pero es más que necesario para que el final sea feliz, porque con el tiempo, agradecerás haber sabido frenar a tiempo.