El envejecimiento natural del ser humano viene acompañado por diversos factores, no solo estéticos, como la aparición de diferentes signos de la edad o canas, sino que también trae consigo la pérdida cognitiva, y en consecuencia del desarrollo de enfermedades. Con el paso de los años, el cerebro se deteriora y envejece, al igual que cualquier otra parte del cuerpo humano. Como resultado de este proceso natural, este órgano va perdiendo parte de su tamaño y deja de ser tan eficaz en la realización de sus funciones.
El cerebro es el principal órgano del sistema nervioso y el centro del control, gracias a él podemos controlar lo que pensamos, sentimos, aprendemos, recordamos, pero también controla más cosas de las que apenas nos damos cuenta, como el latido de nuestro corazón o la digestión de la comida. El paso del tiempo hace que este se deteriore, y algunas de sus zonas se vean más perjudicadas que otras, como la memoria.
Cuando somos jóvenes, nos resulta bastante habitual no recordar el nombre de esa película que vimos la semana pasada o ir a una habitación y olvidar por qué fuimos exactamente; sin embargo, pasados los 50 esta circunstancia deja de ser graciosa. Incluso, nos preocupa que esos pequeños lapsus de memoria puedan ser un signo temprano de Alzheimer o demencia. En realidad, para la gran mayoría de nosotros estos ejemplos de olvido son completamente normales; sin embargo, es totalmente comprensible verse afectados o preocupados por ellos.
[Este es el sencillo hábito que mejora la memoria a partir de los 50, según la ciencia]
Por muy increíble que sea nuestra memoria, nuestro cerebro no está diseñado para recordar cada nombre que escuchamos, cada película que vemos o cada plan que queremos hacer, por lo que únicamente que nuestra memoria falle no significa que esté desarrollando una enfermedad. Lisa Genova, neurocientífica autora del best seller del New York Times, Remember: The Science of Memory and the Art of Forgetting, lleva 20 años profundizando en cómo se crean los recuerdos y, sobre todo, cómo los recuperamos.
Si lo que queremos es mejorar nuestra memoria, evitar olvidos repentinos y agilizarla sin importar la edad, la experta ve fundamental comprenderla en su totalidad. Cómo funciona, cuáles son sus fortalezas y también sus debilidades para mejorar nuestra capacidad de recordar y, por tanto, favorecer nuestra salud. Sin embargo, también existen algunos trucos.
El consejo de una neurocientífica de Harvard para mejorar la memoria
Lisa Genova ha compartido sus mejores trucos y estrategias para mejorar nuestra capacidad de recordar. Entre ellos, podemos destacar las señales de recuperación, un concepto crucial de cara a, como su propio nombre indica, recuperar recuerdos y tenerlos siempre presentes. Si elegimos la correcta, puede desencadenar en eso que habíamos olvidado, pero también, nunca olvidar algo que queremos tener siempre presente.
Las señales de recuperación son estímulos que desencadenan la recuperación de información almacenada en nuestro cerebro. Pueden ser cualquier cosa asociada a aquello que estemos tratando de recordar, desde un olor, un sonido, una palabra o una imagen. En este punto, existen dos tipos principales: internas y externas. Las primeras son aquellas que provienen de nuestro interior, como nuestros pensamientos, sentimientos y emociones, mientras que las externas son aquellas que provienen del entorno que nos rodea, como imágenes, sonidos o sabores.
Una de las señales más poderosas son los olores, ya que olemos en el cerebro, no en la nariz. El bulbo olfatorio, el lugar donde se perciben todos ellos, envía fuertes entradas neuronales a la amígdala y el hipocampo, las partes del cerebro que consolidan los recuerdos. Por ese motivo, nos resultan familiares tantos aromas, porque los rememoramos mejor.
Si hemos aprendido algo mientras estábamos sentados en una silla específica, estar nuevamente en esa silla puede servir como una señal contextual que nos ayudará a recordar lo que aprendiste. De igual manera, una canción específica puede servir como una señal sensorial para ayudarnos a recordar un evento específico o, incluso, el acrónimo "RNAVCAV" puede ayudarnos a recordar los colores del arcoíris (rojo, naranja, amarillo, verde, cian, azul y violeta)
Otros consejos para mejorar la memoria según la experta
- Visualiza. Cuando creamos imágenes mentales y visualizamos algo que queremos recordar, sumamos conexiones neuronales. La neurocientífica pone el ejemplo de que si, por ejemplo, queremos recordar algo que hemos escrito, tenemos que escribirlo en mayúsculas, subrayarlo o encerrarlo en un círculo. O todas a la vez.
- Refuerza la imaginación. Las personas con mejores recuerdos tienen la mejor imaginación, por lo que, si queremos recordar algo, podemos asociarlo con una imagen en nuestra cabeza que no vayamos a olvidar, con elementos extraños y sorprendentes.
- Sé 'egocéntrico'. Es mucho más probable que recordemos algo sobre nosotros mismos o algo que hemos hecho, antes que otra cosa.
- Encuentra la emoción. Resulta más habitual recordar cosas asociadas a emociones fuertes, como sorpresa o felicidad. Si no queremos olvidar algo, gracias a esta emoción estamos diciéndole a nuestro cerebro lo que tiene que recordar.
- Practicar. La repetición y el ensayo fortalecen los recuerdos. Si ensayamos y practicamos nuestra capacidad de recordar, al final mejorará con el tiempo.
- Exterioriza tu memoria. Las personas con mejor memoria utilizan 'muletas' o 'ayudas' como listas, notas adhesivas o calendarios. A pesar de que parezca que esto únicamente hace a nuestro cerebro más vago, lo cierto es que es algo positivo.