El ritmo de nuestras vidas es cada vez más acelerado. Estamos rodeados de estímulos, exigencias, circunstancias, personas o momentos que interfieren directamente con nuestro estado de ánimo y, en muchas ocasiones, nos impiden estar de buen humor. En este mundo tan agitado, donde las relaciones amorosas compiten con las exigencias de la vida cotidiana, cada vez resulta más complicado mantener una estabilidad amorosa. O incluso, mental.
Tener una relación de pareja resulta complicado si cargamos con nosotros una mochila de vivencias estresantes que dificultan la convivencia. Por mucho que aprendamos a tolerar muchas cosas y seamos flexibles con los hábitos de la otra persona para intentar que todo vaya bien, hay ocasiones en las que todo el estrés acumulado imposibilita que esta paciencia y empatía salga como tenemos en mente. De hecho, acaba provocando lo contrario.
El trabajo es uno de los principales culpables. Si discutimos con nuestro jefe, no llegamos a los objetivos, algo no sale como esperábamos o simplemente percibimos vibras negativas al nuestro alrededor que nos hacen divagar y sobre pensar, terminamos por llevárnoslo a lo que se supone que es nuestra zona de confort: el hogar.
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Cuando estamos pasando por un momento estresante en el trabajo (y en la vida), es común que a nuestra pareja también le afecte y viceversa. A veces incluso puede resultar tan intenso que parece que esa misma situación que nos ha alterado vuelve a estar presente en el hogar. Y la otra persona, que no tiene nada que ver, se convierte en el principal enemigo que no conoce nada de lo ocurrido, pero parece estar viviéndolo.
Esta experiencia se llama estrés cruzado, un término que los investigadores utilizan para describir cómo el estrés laboral u ocasional se transmite de una pareja a otra. Para definirlo, la psicoterapeuta Courtney Tracy ha explicado cómo este sencillo hábito puede estar acabando, sin que nosotros lo sepamos, con nuestra relación de pareja.
Qué es el estrés cruzado y cómo está afectando a tu relación
El estrés cruzado se da cuando el estrés de una parte de nuestra vida, como es el caso del trabajo, comienza a fundirse con otra parte, como con nuestra pareja. A pesar de que este fenómeno surja más a menudo en las relaciones amorosas, también resulta bastante habitual en la familia o amigos. Las líneas entre nuestros diferentes roles y personalidades se vuelven borrosas y parece que no podemos quitarnos la carga de encima, es decir, que nunca nos vamos del lugar que nos estresa.
Cuando este estrés cruzado no se controla, la relación se puede convertir en una fuente de confusión. Sentirnos estresados todo el tiempo puede volvernos más irritables y menos pacientes, lo que puede generar más discusiones y menos momentos felices con nuestros seres queridos. Pero además, el efecto indirecto puede provocar que con el paso del tiempo, la otra persona se cierre con más frecuencia y pierda las ganas de seguir intentando que la relación siga adelante.
Lo que comienza como una pequeña discusión puede convertirse en una circunstancia frecuente. Una bola de nieve de estrés de un entorno a otro que puede no ser evidente al principio, y, según la experta, puede ser difícil de identificar en sus primeras etapas. Este fenómeno hace que sea difícil encontrar un momento de relajación y veamos imposible sentirnos cómodos con nuestra pareja al final del día.
El estrés cruzado se ha conocido en los últimos años como blurring, de la palabra inglesa blur, que significa borroso o desenfocado. Hace referencia a la falta de límites que hace que las personas se sientan estresadas y con ansiedad de manera permanente, ya que no consiguen desconectar del trabajo. Por lo general, este concepto únicamente interfiere con la manera en la que se siente la persona; sin embargo, el estrés cruzado implica que todos esos sentimientos se traspasen a nuestra pareja sentimental, familiares o amigos, y acabe perjudicando la relación.
Así puedes gestionar y evitar el estrés cruzado
Dependiendo de en qué posición nos encontremos en cuanto al estrés cruzado, existe una manera de gestionarlo u otra. En muchas ocasiones simplemente puede solucionarse con la comunicación, pero no siempre la otra persona está dispuesta a escuchar, pero nosotros no podemos estar constantemente aguantando la misma situación. Lo mejor es pararlo cuanto antes, y estos son algunas de las maneras para hacerlo.
- Crea límites saludables. En una relación es siempre importante apoyar y comprender las necesidades de nuestra pareja, pero asumir su estrés no es efectivo. Establecer límites permite a cada uno crear formas de manejar cada uno su propio estrés y ayuda a ambos a superar mejor los momentos estresantes.
- La importancia de la comunicación. Si estamos experimentando estrés en el trabajo, es fundamentar comunicarlo con nuestra pareja: que sea consciente de las circunstancias. De esta manera, es muy probable que tenga más paciencia y comprensión.
- Consideración. Es importante ser consciente de cuánto estrés sentimos y cuánto de ese estrés estamos descargándole a nuestra pareja. En este punto, siempre es mejor opción contarle a la otra persona qué te preocupa antes que enfadarte por todo lo que hace o dice.
- Tener un plan. Si sabemos que se acerca un momento estresante en nuestra vida, podemos planificarlo. Podemos programar un tiempo de inactividad todos los días (ya sea solos o en pareja) como hacer meditaciones para reducir el estrés u otro tipo de actividades.