El cine llegó como una realidad común para toda la sociedad. Lo que en un primer momento fue una de las innovaciones más importantes para la humanidad y la llegada de los avances tecnológicos que posteriormente cambiarían el mundo, con el paso del tiempo se convirtió en una gran influencia en la manera de ver el mundo; no solo con la revolución en la forma de pensamiento sino también con los comportamientos de la población.
La psicología y el cine han evolucionado de forma paralela y se vienen influyendo mutuamente desde hace muchos años. Cientos de los comportamientos que hemos visto en la gran pantalla han sido estudiados por los expertos para definir a diferentes grupos de la población. Desde el síndrome de Alicia en el país de las maravillas, el de Rapunzel o el de Benjamin Button, hay una película de Disney que ha destacado por dar juego a psicólogos y terapeutas: Peter Pan.
Posiblemente, James Matthew Barrie, el dramaturgo y novelista escocés que pasó a la historia de la literatura por ser el creador de Peter Pan, nunca se imaginó que sus personajes, además de ser el anhelo de millones de niños, se convirtieron en conductas de personalidad de los adultos. Desde el síndrome del protagonista o el de Wendy, el último que ha despertado el interés de los expertos es el de campanilla.
Todos nosotros conocemos la historia de Peter Pan y nos hemos sentido comprendidos por él: no queremos hacernos mayores. Nos cuesta aceptar las obligaciones de la edad adulta e intentamos resistirnos al paso de los años. Aunque esto parezca algo habitual, hay personas a las que les afecta en gran medida y tienen que acudir a los expertos para tratarlo. Más allá del protagonista, que quiere ser eternamente joven, hay quienes nunca terminaron de fijarse en la personalidad de su compañera.
La famosa hada, con aspecto frágil, pero fuerte a la vez, refleja la personalidad de muchas de las mujeres de hoy en día y que, además, puede llegar a perjudicar en las relaciones amorosas que desarrollen a lo largo de su vida. Este síndrome afecta a todas aquellas que han convertido su falta de amor y reconocimiento en ira durante la infancia.
Qué es el síndrome de campanilla
Campanilla es la gran protagonista de Peter Pan. Su carácter y espontaneidad conquistó a todos los espectadores y por ello, se convirtió en el personaje principal de las próximas películas de Disney. A pesar de todo el amor que se originó alrededor de la pequeña hada mágica, lo cierto es que muchos de sus comportamientos pasaron desapercibidos.
Esta hada mágica a menudo desempeñaba conductas tóxicas como querer controlar a Peter Pan, tratar de perjudicar a Wendy movida por los celos y llevar a cabo comportamientos manipuladores para conseguir lo que quería. Campanilla, pasa al imaginario colectivo como la alegoría de los celos, que es capaz de traicionar a su fiel compañero únicamente porque no le dedica atención.
Aunque no hay evidencia científica que respalde el síndrome de campanilla, algunos psicólogos han empleado el término para describir a personas, especialmente mujeres, que pueden ser extremadamente celosas o posesivas en sus relaciones interpersonales, especialmente románticas.
Campanilla es esa parte de la personalidad que refleja comportamientos tóxicos muy habituales hoy en día, pero normalizados y que pasan desapercibidos. Esa parte celosa hace cosas insospechadas y termina por ser muy posesiva con la otra persona. Tienen claro lo que quieren y va a por ello sin importarle las consecuencias, lo que a veces supone estrategias manipuladoras y retorcidas.
El síndrome de campanilla define a muchas mujeres exitosas y perfeccionistas, que buscan que todo el mundo caiga rendido ante sus pies (o al menos, quienes ellas quieren), sin embargo, tienen falta de implicación en las relaciones. Esa especie de lucha constante contra todo, termina volviéndose hacia una misma. Haciendo que el autocuidado no esté entre sus prioridades y no sepa gestionar sus sentimientos.
Como tantas muchas otras conductas que se desarrollan en la adolescencia, el síndrome de campanilla tiene relación con la infancia. Quienes lo padecen, es posible que tengan algún trauma proveniente de los primeros años, como la ausencia de amor. Buscan conseguir, a través de una especie de seducción y manipulación, lo que no han conseguido cuando eran más pequeñas. Pero además, es posible que hayan sido educadas para dar siempre lo mejor de sí mismas, por lo que tienen las expectativas muy altas.
La falta de implicación, la inseguridad, los celos y la posesión pueden interferir directamente en todas las relaciones de pareja. Y aunque no se den en gran medida, son comportamientos muy habituales, ya no solo en mujeres, sino en muchos hombres de la actualidad. Al final, Peter Pan y centenares de películas han normalizado conductas tóxicas de las que no somos conscientes, pero pueden perjudicar el futuro con la persona que queremos.