"Criar desde el amor y el respeto es lo más importante en la educación de cualquier persona". Así lo considera María Serrano (@fresisuisss), que comenzó su camino como madre hace tan solo cuatro años.

Una crianza respetuosa

María ya tiene dos hijos, Adam (4 años) y Noah (3 meses) junto a Fernando (cuyo nombre artístico es Waor), su pareja. La influencer y el conocido rapero madrileño presumen de llevar a cabo una crianza basada en el amor y el respeto para así conseguir un desarrollo y evolución óptimos para sus bebés.

"Esta forma de crianza fundamenta las bases para que el niño crezca con buenas herramientas para vivir feliz consigo mismo y con los demás", explica. "También ayuda a que se convierta en una persona justa, responsable, sociable... creo que todas estas cualidades, y muchas más, parten de esa base".

María, junto a sus dos bebés. Instagram

Para María, criar respetuosamente significa acompañar a sus hijos en su proceso de aprendizaje vital. "Es esencial respetar sus necesidades y sus tiempos, y conocer los diferentes procesos de evolución del niño y sus etapas para poder comprenderlo y acompañarlo", señala la influencer. "Todo lo que aprendo se lo comparto a su padre y a sus abuelos, ya que esto es un trabajo de todo el que esté al cuidado de los niños".

La influencer señala la importancia de dar valor a los sentimientos del niño, a pesar de que a ella le despierten emociones del pasado. "No considero que mis padres fueran malos conmigo, pero hay cosas que no repetiría y que aún tengo que desaprender para seguir haciéndolo bien con mis hijos". 

¿Cómo influye la crianza que recibieron los padres en los hijos?

Mónica Serrano, psicóloga especializada en maternidad y crianza, indica que la manera en la que los padres crían a los hijos influye muchísimo en las crianzas de generaciones posteriores.

"Las bases de nuestras representaciones internas y de cómo nos relacionamos y nos mostramos al mundo se encuentran en nuestros primeros vínculos, es decir, en la relación con nuestros padres y cuidadores en edades tempranas", explica. "Todo esto va a marcar nuestra forma de ver el mundo y de relacionarnos, además de cómo tratar a las demás personas, sobre todo a nuestros hijos".

La psicóloga Mónica Serrano. Cedida

Serrano considera que, aunque decidamos cambiar y mejorar la forma de crianza entre generaciones, es necesario revisar la manera en la que nos educaron nuestros padres o familiares cercanos para evitar repetir patrones aquiridos.

"Es necesario hacer mucho trabajo interno, romper patrones negativos y hacer duelos para canalizar temas que teníamos interiorizados y deseamos cambiar en la crianza", señala. "Lo más normal es que se reactiven memorias pasadas contra las que tenemos que luchar si queremos romper el ciclo".

La psicóloga define la crianza respetuosa como una forma de educar basada en el buen trato: "Es la capacidad de las madres y padres de identificar, acoger y responder a las necesidades de sus hijos para potenciar su desarrollo cognitivo, físico, emocional y social de la mejor forma posible, pero sin olvidar también sus propias necesidades", indica. "Es muy importante proteger también nuestras necesidades como adultos cuidadores, ya que muchas veces se ha hablado de crianza respetuosa y el adulto que la lleva a cabo se olvida de sí mismo. Una crianza respetuosa debe influir en todas las partes implicadas".

La educación tradicional

María reconoce que antes de tener a Adam, su hijo mayor, nunca había oído hablar de la crianza respetuosa.

"Yo tuve una infancia feliz, consideraba que la forma de educar era la que era porque 'es como se ha hecho siempre', y no me planteaba nada hasta que empecé a ir a terapia por otras cuestiones. Fue entonces cuando empezaron a salir a flote pequeñas heridas de mi pasado, y me di cuenta de que muchas limitaciones y matices de mi personalidad actual provenían de ahí". Fue entonces cuando la influencer se dio cuenta de la importancia de criar bien a los hijos y decidió que iba a aplicarla cuando fuera madre. "Algo dentro de mí se despertó, y tuve muy claro que, cuando fuera madre, iba a enfocarme plenamente en dar lo mejor de mi para asegurar el bienestar de mis hijos".

María junto a Noah, su hijo pequeño. Instagram

Influencias en la vida adulta

La forma de crianza que hemos recibido en nuestra infancia influye considerablemente en la manera que tenemos de observar la vida adulta.

"Tengo personas en consulta que se ven fuertemente condicionadas por la manera en la que fueron tratadas en su infancia. Esto influye muchísimo en la forma de ver el mundo, en la manera en la que tratamos a los demás y también en cómo nos tratamos a nosotros mismos en la etapa adulta", señala la psicóloga.

Poder confiar en los demás y en uno mismo depende de si se ha podido desarrollar o no la confianza básica en la etapa infantil. "Si de pequeños nos hemos sentido seguros y hemos sido bien tratados por nuestros cuidadores, seremos adultos capaces de gestionar mejor nuestras emociones y comportamientos". Los niños que son criados de manera violenta, negligente o ausente, carecerán de confianza básica y herramientas saludables para relacionarse en un futuro gracias a su incapacidad de gestión emocional.

Adam y Noah junto a su padre. Ichita Rodríguez

Respeto, no perfección

La psicóloga Serrano hace una distinción importante entre respeto y perfección a la hora de criar a los hijos. "Criar de manera respetuosa no significa ser perfecto, porque un niño no necesita a una madre o a un padre perfectos que nunca cometan errores ni den un grito en su vida. Esta forma de criar realmente no existe, y si existiera, sería muy robótica y deshumanizada", indica Serrano.

"Es muy importante que las madres no caigan en el cliché de 'madre demasiado buena' ni en la exigencia de la cuidadora perfecta que provoca una culpa brutal cada vez que se comete un error, sino en crear una relación lo suficientemente buena en la que también tienen cabida los errores y se da espacio para la reparación".

Cómo hacerlo adecuadamente

María señala el diálogo como pauta fundamental para llevar a cabo una crianza respetuosa. "También considero muy importante permitir a mi hijo ser él mismo, sin juzgarle ni intentar cambiar sus gustos e intereses, respetar sus decisiones (siempre y cuando no le vayan a poner en peligro y sean posibles), respetar y conocer sus valores, respetar su autonomía y darle mucho, mucho amor".

La psicóloga Serrano recomienda, en primer lugar, analizar lo que es un buen trato y preguntarnos si nosotros lo hemos recibido o no, para así poder cambiarlo en la crianza de nuestros hijos si es necesario.

María, Fernando, Adam y Noah forman una familia saludable. Ichita Rodríguez

"Las madres de ahora son mujeres criadas en los años 80 o 90 por mujeres y hombres que, generalmente, educaban de una forma muy estricta, autoritaria y poco afectuosa. El hecho de analizar aquello que nos lleva a ser violentas o a tratar mal a nuestros pequeños en algunos momentos, así como descubrir nuestras heridas emocionales, servirá para resolverlo adecuadamente", indica Serrano. Trabajar sobre nuestra propia historia, sobre nuestro dolor y nuestro daño emocional servirá para construir de una forma mucho más libre la relación que queremos tener con nuestros hijos.

Berrinches y llantos

María recuerda con nitidez el día en el que sintió llegar a límite con su hijo mayor, Adam.

"Ayer me sobrepasó la maternidad. No fue el peor día, ni Adam estaba enfermo, pero fue ayer cuando exploté. Estaba reclamándome a cada minuto de una manera muy intensa, se negaba a dormir la siesta, y a la hora de la cena tiró su plato al suelo y yo ya no pude cenar. Me sentí vencida y sobrepasada por una acumulación de días y momentos de agobio y responsabilidad... Mamá se ocupa de todo, y tiene que ocuparse también de ella", contaba la influencer en un post de Instagram.

Cuando le preguntamos sobre las dificultades que experimenta con la crianza, su respuesta es clara: "La educación respetuosa no es fácil, lleva consigo muchísimo trabajo personal detrás y, como he dicho antes, es aún más complicada si tú no tuviste esa educación porque te hace recordar sensaciones desagradables contra las que hay que luchar", explica. A pesar de ello, María se siente orgullosa al pensar que sus hijos sabrán llevarla a cabo en un futuro de una forma más sencilla porque ya la tienen integrada. 

A la hora de enfrentar este tipo de situaciones, la psicóloga Serrano recomienda, en primer lugar, identificar qué le está sucediendo al niño para que se comporte así. "Muchas veces los berrinches y la provocación de los niños nos cuentan una historia, expresan algo que no pueden hacer con palabras. Es muy necesario acompañarles en este proceso y observar para qué lo hacen, no tanto el por qué", señala la especialista.

Los niños se comportan mal porque sienten algún malestar, por lo que es importante analizar las circunstancias que puedan existir detrás de esa rabieta y que puedan estar provocando estos comportamientos disruptivos.

María, por su parte, siempre intenta gestionar este tipo de situaciones desde la calma. "Cuando Adam tiene una rabieta, Fer y yo solemos agacharnos o sentarnos en el suelo para estar a su altura y que se sienta más seguro. Si nos dice que nos vayamos, lo hacemos, y al rato nos llama. Respetamos mucho sus tiempos y sus necesidades, aunque a veces hay que respirar profundo para no perder los papeles".

Violencia y humillaciones

Hay muchas familias que deciden criar a sus hijos a través de la violencia física o verbal, los castigos exagerados y la humillación, cosa que les puede provocar una gran cantidad de secuelas futuras. 

La psicóloga Serrano señala la peligrosidad existente en este tipo de crianza. "Los castigos físicos y humillantes, ya sea en la infancia o después, son violencia. Si el niño recibe algún castigo de este tipo y además no hay nadie que le proteja o le acompañe, será incapaz de procesarlo", explica. Este tipo de situaciones pueden llegar a generar traumas del desarrollo si se repiten reiteradamente, y si las personas que ejercen este tipo de violencia sobre el niño son sus propios padres, pueden generar un shock psicológico grave.

"Los niños están preparados biológicamente para esperar recibir cuidados, protección y amor de sus padres. Si en vez de amor recibe violencia, el niño tendrá una gran distorsión en su manera de entender el mundo y sus relaciones, ya que lo verá todo de forma hostil", señala la experta.

La violencia infantil genera secuelas graves.

Límites desde el respeto

Es importante establecer ciertos límites para que la crianza no se vuelva demasiado permisiva. "Los límites que establecemos sirven para orientar y proteger a los niños en un mundo que están empezando a conocer", señala la experta. "Si establecemos nuestros límites como parte de un vínculo sano y seguro, y los formulamos de una manera sencilla para que el niño pueda entenderla, conseguiremos mucho".

Serrano aconseja utilizar el modo imperativo a la hora de dar órdenes, y no tanto expresarlas en forma de pregunta: "En vez de ¿te importaría/puedes, por favor, bajarte de ahí? expresarlo como una orden: bájate de ahí. Los límites no son un favor. También es importante llamar al niño por su nombre para darle más énfasis y llamar su atención".

Es mucho más sencillo que el niño respete un límite si anteriormente se ha trabajado la confianza y la seguridad. Los límites no suelen respetarse a la primera, cosa que es normal; se aprenden y se respetan más a largo plazo, y son algo que debe existir y establecerse en cualquier tipo de relación.