"Italia sin Sicilia no grabaría ninguna imagen en el alma: aquí se encuentra la clave de todo". Goethe viajó a la isla en el año 1797 y se enamoró perdidamente del lugar. No es para menos. La viajera que llegue hasta ella encontrará múltiples y variados estímulos: desde la espiritualidad que desprenden sus cientos de templos a la orgásmica gastronomía, pasando por el caos y el orden, la cultura y el desencuentro, la belleza, el clima y el descubrimiento. Toda Sicilia es una joya y para disfrutarla a fondo se necesita información.
Conducir es una locura
También es desaconsejable a no ser que la viajera tenga una tonelada de paciencia y dos de confianza al volante. En Sicilia conducir es un deporte de riesgo y, los sicilianos que lo hacen, circulan sin respetar el límite de velocidad ni las normas de tráfico. Los intermitentes parecen que sean un elemento decorativo del vehículo y la congestión del tráfico unida al mal estado de algunas carreteras regionales pueden atrasar el viaje en vez de adelantarlo.
Si eres de las personas que disfruta al volante, busca un buen seguro de coche y échale morro al asunto. Ándate con mil ojos y evita despistarte cuando te adelante un camión cisterna a 120 km/h o cuando una señora, con un cigarro en una mano y el móvil en la otra, frene de sopetón.
Utiliza la línea ferroviaria
El alquiler de un automóvil otorga cierta libertad de movimiento; sin embargo, hay que verificar las zonas de aparcamiento dentro de los cascos históricos y, en su defecto, buscar parking para poder estacionar durante el tiempo que se quiera permanecer en la ciudad. Palermo, Taormina, Trapani o Cefalú han restringido la circulación por el centro y aparcar cerca de los monumentos es una locura.
Una solución altamente efectiva es utilizar la línea ferroviaria que conecta todas o casi todas las ciudades entre sí. Para consultar horarios y precios se puede entrar con antelación en su página web Trenitalia y elegir su servicio. Los trenes Intercity o Intercity Notte son los más rápidos; los expreso paran en casi todas las estaciones y los regionales son los más lentos. Antes de subir al vagón hay que validar el billete en la máquina que se encuentra a la entrada de todos los andenes. De no hacerlo, el revisor puede colgar una buena multa.
Qué mes viajar
La mejor época para visitar Sicilia depende de los intereses de las personas que quieran hacerlo. En primavera y en otoño las temperaturas son agradables y la naturaleza destaca por su esplendor. En invierno, aproximadamente de diciembre a marzo, los días son más cortos y tranquilos, aunque muchos comercios están cerrados. Si la viajera busca disfrutar de las playas y no le importa pelear con el resto de turistas, el verano es el mejor momento, aunque no sean los mejores meses debido a la concurrencia en los restaurantes y los lugares de interés.
El postre
Después de comer, deja sitio para un cannoli. La comida italiana es una de las mejores del mundo. El olor que impregna sus calles hace que el viaje transcurra dentro de una olla de salsa boloñesa, sin embargo, lo mejor está en el postre y en Sicilia, más aún. El cannoli es el bocado de los dioses, la lujuria de la gastronomía, el placer elevado al cielo del paladar.
Un consejo práctico es buscar las pastelerías donde en el escaparate muestren los cannolis vacíos, preparados y listo para ser rellenados. Esto confirmará que la ricota está preparada en el día y que, una vez dentro, la base quedará crujiente y la crema sabrosa.
Viaja sin mapa
Los sentidos tienden a confundirse cuando se viaja a un lugar nuevo. Si ese lugar está impregnado de colores y sonidos diferentes, es posible que la desorientación aparezca. Esta sensación, lejos de incomodar a la viajera, es un comodín al que asirse si se visita por primera la isla de Sicilia.
En cualquier ciudad o pueblo es muy fácil orientarse. Transitando las zonas a pie, yendo y viniendo al alojamiento, y ubicando las principales arterias urbanas, la viajera conseguirá orientarse sin la necesidad de recurrir a un mapa físico o interactivo. Descubrir rincones insospechados hará que la experiencia se vuelva más personal, única.
Visita rincones desconocidos
Cada vez es más difícil, pero, sí, existen lugares alejados del foco y la masificación. Suelen ser rincones frecuentados por los autóctonos, tiendas de barrio y jardines ocultos dentro de portalones de madera. Hay una frase patentada por los sicilianos que dice: "Donde veas una puerta abierta, entra".
En Palermo, por ejemplo, existe una parroquia ubicada cerca de la Chiesa di San Domenico conocida por el nombre de Santa María La Nova. Tanto su interior como su exterior son adustos, sin embargo, una hermosísima virgen de mirada penetrante conducirá a la viajera a un remanso de paz y tranquilidad. Vale la pena parar unos minutos para descansar y, aunque no se practique la creencia, cargarse del misticismo del lugar será una buena manera de empezar el día con buena energía.
Evita los mercados…
… Únicamente para dormir cerca de ellos. Palermo está muriendo de éxito y mucha de su fama se la debe a las fiestas nocturnas que se organizan a partir de medianoche en los mercados de Il Capo o La Vucciria. Dormir cerca de estos lugares puede ser una buena opción si deseamos disfrutar de la fiesta sin salir de la cama, pero no es lo más recomendable si se pretende que el alojamiento sea un espacio para descansar.
Sin embargo, visitarlos a diferentes horas del día, sí. Le dará a la viajera una perspectiva única de la auténtica vida siciliana. Por la mañana el montaje de los tenderetes de fruta y pescado, a media mañana los alaridos de los vendedores de zumo de granada recién exprimido y, más cerca del almuerzo, el olor de la comida recién hecha, hará de la experiencia un lugar al que peregrinar día tras día.
Cultivar la cultura
Enclave inspirador para escritores y directores de cine, Sicilia va más allá de las novelas de Mario Puzzo y la saga de El Padrino. Aunque una buena recomendación sería visualizar la trilogía protagonizada por Marlon Brando y Al Pacino, prescindir del resto de su literatura sería mermar al mundo de la del todo que representa Sicilia, una pieza sin la que, como insinuaba Goethe, no podemos comprender la isla.
Obras como El Gatopardo o Los malasangre son exponentes de su cultura; otros, como Andrea Camillieri, utilizan la novela negra para hurgar en el carácter y las costumbres de sus habitantes; y como colofón está María Messina. Nadie como ella para descifrar la galaxia antropológica de la isla a través de sus mujeres y los relatos que recoge en su libro Muchachas sicilianas.
Los tentáculos de la Mafia
La Mafia existe y en Sicilia, como en Nápoles u otras regiones del sur de Italia, se manifiesta de muchas maneras. Una de ellas y la más obvia para la turista es el Pizzo o el "impuesto extra" que se les pretende cobrar a los comerciantes y restauradores por trabajar en un terreno controlado por La Mafia.
En Palermo se abrió el primer supermercado libre del Pizzo como ejemplo de que es posible luchar contra un impuesto que pagan el 80% de los empresarios, según datos de la Fiscalía Antimafia. A raíz de esta negativa nació la idea de Addio Pizzo bajo el lema "un pueblo entero que paga el Pizzo es un pueblo sin dignidad" y los comerciantes, hosteleros y resto de gremios que vivían extorsionados bajo el chantaje de la corrupción se asociaron para combatirla. En los locales que se niegan a pagar a La Mafia, la turista verá reflejada una pegatina visible con un aspa en color naranja sobre las letras Pago chi non paga.
Prestar atención
Hacer una check list es un buen consejo para no dejarse ninguno de los lugares de interés por visitar. El resto sería prestar atención a las pegatinas del Pizzo, a las puertas abiertas, a la fantástica leyenda del Moro, a la energía de los lugares espirituales, a la comida, a la música, al arte urbano, a los coches que conducen alocados, al programa de actos del teatro Massimo, a la orientación y a la confianza en una misma.
También es importante estar atenta en los lugares concurridos, por la noche, en los mercados y en las zonas con poca iluminación. Los alrededores de las estaciones de trenes nunca son recomendables y, aunque estemos de vacaciones, hay que tener presente que, se esté donde se esté, los delincuentes trabajan todos los días del año.