En las relaciones de pareja, las discusiones son casi imposibles de evitar. Aunque una gran parte de las veces tengan un motivo contundente detrás, es cierto que hay veces que no sabemos el motivo por el que nos enfadamos con la otra persona. Nos despertamos con mal humor, discutimos con nuestro jefe o simplemente estamos irascibles y cualquier cosa nos molesta.
Nos guste o no, hay momentos en los que no sabemos controlarnos. Las emociones se desatan, algo nos molesta y nuestro instinto nos dice que reaccionemos rápidamente. La mayoría de las veces, ni siquiera consideramos del todo las consecuencias, por lo que no solo nos enfadamos, sino que actuamos impulsivamente antes de pensarlo de verdad.
Por mucho que hayamos desarrollado una paciencia excelente con el paso de los años, esta situación nos ha pasado a todos y nos seguirá pasando, a no ser que intentemos cambiarlo. Porque sí, aunque resulte imposible, existe una técnica para evitar este tipo de discusiones y, por tanto, procurar que esa parte de nosotros mismos no salga a la luz. Lo único que tenemos que hacer para ello es esperar 24 horas.
En qué consiste la regla de las 24 horas
La regla de las 24 horas es una estrategia cuya idea principal consiste en esperar 24 horas para reflexionar y procesar las emociones antes de abordar el problema o discusión que ha surgido. Este enfoque nos permite calmarnos, pensar con claridad y considerar la situación desde una perspectiva más objetiva.
Cuando nos enfadamos y, por tanto, discutimos con nuestra pareja, es muy habitual que digamos lo primero que se nos pasa por la cabeza, incluso si es mentira. Esto no solo empeora la situación y hace daño a la otra persona, sino que posiblemente seamos nosotros los culpables y nos arrepintamos segundos después.
Neurológicamente, lo que ocurre es algo llamado secuestro de la amígdala, o cuando la parte de tu cerebro llamada amígdala se hace cargo de tus funciones corporales. Se trata de un momento en el que vivimos emociones tan fuertes, que nos hacen reaccionar de la manera menos racional.
La amígdala es un mecanismo de reacción rápido cuando nuestro cerebro interpreta una información como una amenaza para nosotros. Cuando se activa, el cerebro racional se deja de lado y el cerebro emocional toma el control. La regla de las 24 horas busca que el cerebro salga del 'estado de secuestro' y vuelva a su estado racional y reflexivo.
En lugar de reaccionar de inmediato, esta técnica nos recomienda tomarnos un tiempo para alejarnos del conflicto. Durante este período, es importante reflexionar sobre lo que realmente nos ha molestado, identificar los sentimientos involucrados y pensar en las posibles soluciones o enfoques para resolver la discusión.
No todo se puede resolver en 24 horas, pero este enfoque es fundamental para poner en marcha ese proceso. La idea detrás consiste en esperar el tiempo necesario para solucionar el problema, aunque en la técnica se ponga de ejemplo un solo día, en ocasiones quizás debemos esperar más tiempo.
Las ventajas de la regla de las 24 horas
Esta estrategia fomenta la comunicación efectiva. Después de 24 horas, podemos reunirnos para discutir el problema con un enfoque más calmado, racional y, sobre todo, objetivo. Esto no solo ayuda a prevenir el uso de palabras hirientes o actitudes defensivas, sino que también permite un debate más constructivo y consciente.
El objetivo es llegar a una solución o un entendimiento mutuo en lugar de simplemente ganar una discusión. La regla de las 24 horas ayuda a evitar que este tipo de situaciones se conviertan en un ciclo de conflicto continuo, en el que también se da la posibilidad de discutir por 'haber sobrepasado el límite'.
Nuestras emociones nos llevan a reaccionar de maneras que no son las nuestras. La gente nos presiona y, como reacción, nosotros contraatacamos, perdiendo totalmente el control de la situación. A veces, la mejor respuesta puede ser no responder durante 24 horas y luego hablar del tema en silencio y en un estado de calma al día siguiente.
Las emociones nos dicen cómo nos sentimos acerca de todo en nuestra vida y de hecho, nuestra inteligencia se comunica mejor cuando nos detenemos y decidimos cómo realmente nos gustaría expresarla. De esa forma, analizaremos la situación y podremos darnos cuenta de lo que queremos hablar realmente.