Suena a música celestial: estar en verano pasando unos días en Ibiza o en Dubrovnik sin necesidad de gastar vacaciones porque la empresa te permite teletrabajar desde tan paradisíacos destinos. Así, a priori, es una fantasía cambiar las tristes paredes de una oficina por el sol, las vistas al mar, la montaña… Pero, ¿es todo tan bonito como parece?, ¿qué esconden esas fotos en la playa con el ordenador en el regazo? No, queridas amigas de Magas, ojo porque hay trampa o al menos puede haberla.

La imagen que ilustra la apertura de este reportaje puede llevar a engaño a algunas incautas. La protagonista es Marian Gómez-Campoy, Fundadora y Directora de MGC&Co PR and Talent y directora de la revista LVMS, que hace unos días publicaba una foto que define a la perfección el workation (como se conoce a 'dar el callo' desde el paraíso y que combina las palabras work y vacation): ella en un barco surcando aguas griegas y sentada con el ordenador mientras sus amigos disfrutan en cubierta.

Este verano, Marian ha apostado sin duda por esa "desconexión conectada", como ella misma la denomina, aunque reconoce que "el teletrabajo durante las vacaciones es un tema controvertido, ya que tiene tanto ventajas como desventajas. Personalmente, creo que la clave está en encontrar un equilibrio que permita disfrutar de lo mejor de ambos mundos: el trabajo que nos apasiona (los de nuestra especie somos así) y el descanso necesario para mantener nuestra salud mental y bienestar".

Algunas personas optan por la desconexión conectada en destinos paradisiacos. iStock

¿Cómo se organiza para no morir en el intento, como diría Almodóvar? "Puedo trabajar unas horas por la mañana mientras disfruto de un entorno inspirador, como estar en un catamarán rodeada del mar, y luego dedicar el resto del día a actividades que realmente me desconectan, como nadar, realizar planes típicos del verano o pasar tiempo con amigos o mi hija. De esta manera, me mantengo al tanto de mis responsabilidades sin sacrificar la necesidad de descanso", asegura.

"Aquellos que sienten que necesitan una desconexión completa para recargar energías, es importante respetar esa necesidad"

Marian Gómez-Campoy

Aún así, Gómez-Campoy es consciente de que esto es algo muy personal, que depende no solo del tipo de trabajo que desempeñes, sino de la situación personal de cada uno. "Si tu trabajo es una fuente de alegría y te proporciona un estado de flow, este enfoque puede ser muy beneficioso. Pero, para aquellos que sienten que necesitan una desconexión completa para recargar energías, creo que es importante respetar esa necesidad y tomarse un tiempo libre sin remordimientos. En resumen, se trata de encontrar lo que mejor funcione para cada uno, asegurándonos siempre de que estamos priorizando nuestro bienestar. Como en muchas cosas en la vida, el equilibrio es la clave", aconseja.

Teletrabajar no es descansar

Y hablando de bienestar, Mireia Del PozoPresidenta del Centro de Estudios de las Mujeres de Europa, líder del cambio empresarial con perspectiva de género en España y miembro del Tribunal Laboral de Cataluña, considera muy necesario no confundir las cosas. "Las vacaciones son vacaciones y el teletrabajo es trabajo. Debemos tener estos dos conceptos muy claros, pues son contrarios. En el momento que teletrabajas te estás conectando y, por lo tanto, trabajando. Aquí empieza la trampa", asegura a Magas.

Y explica exactamente por qué lo es: "La trampa de la conexión en la que caen muchas personas es decir: 'Solo son 10 minutos al día para estar al tanto de correos o por si hay un tema urgente'. A esto se le llama estar en Modo Centinela, nuestra mente sigue estando en alerta, no desconectada y consecuentemente no en modo vacaciones. Mente y cuerpo necesitan parar, respirar, coger fuerzas y energía, una desconexión total de un mínimo de 15 días (lo ideal sería 21 para una idónea desconexión) con el objetivo de iniciar el curso laboral a máxima potencia, dando lo mejor de nosotros mismos".

Madres al borde de un ataque de nervios

No es oro todo lo que reluce y mucha gente lo sabe, tal y como demuestra que este 2024 el teletrabajo haya bajado considerablemente. Solo un 19% de la población ha decidido practicarlo este verano, comparado con el 44% de 2023, según un estudio de DE-CIX. La causa es, por un lado, la mayor resistencia de las empresas a permitir esa falta de presencialidad. Desde que terminó la COVID-19, la falta de presencialidad en la oficina ha descendido considerablemente.

José Luis Portela, CEO de Magtalent y profesor IE Business School, lo analiza para Magas. "Durante años hemos asociado el trabajo con una jornada fija de horas presenciales a cambio de un salario. A pesar de los avances en la transformación digital, la inteligencia artificial y otros cambios del siglo XXI, la cultura laboral y la forma en que se mide el trabajo han cambiado muy poco. Hemos maquillado la superficie, pero no hemos abordado el problema de fondo: la forma de trabajar del siglo XX ya no es válida en el siglo XXI", explica.

Y añade: "El teletrabajo es solo un primer paso; para que funcione realmente, las empresas deben cambiar la forma en que se relacionan con sus empleados y, sobre todo, cómo miden su desempeño. Es necesario dejar atrás la medición por horas y centrarse en resultados concretos, específicos, medibles, realistas y con plazos definidos", explica.

"El teletrabajo durante las vacaciones puede parecer una idea idílica, pero la realidad es mucho más compleja, especialmente para las mujeres"

José Luis Portela

Pero no solo son las empresas las que ponen pegas, a muchos empleados tampoco les entusiasma la idea de trabajar en su lugar de vacaciones por posibles problemas técnicos, familiares y también de salud mental. Y ya si son madres de familia, ese idealizado workation puede llegar a convertirse en un burnout, es decir, en una explosión de ansiedad y estrés. Aquí entra en juego la tan deseada conciliación, que aún hoy es una quimera para muchas mujeres.

Una mujer teletrabaja con su bebé en brazos. iStock

Portela alerta sobre la verdadera realidad que esconde esas fotos tan instagrameables de ordenador y playa: "El teletrabajo durante las vacaciones puede parecer una idea idílica, pero la realidad es mucho más compleja, especialmente para las mujeres. En España, las mujeres dedican seis veces más tiempo a las tareas domésticas que los hombres, lo que complica aún más la posibilidad de teletrabajar durante las vacaciones. Si a esto añadimos la gestión de los hijos, el panorama se torna desafiante".

Atención porque vamos a romper mitos de manera clara. "Es importante no caer en la fantasía de una mujer trabajando desde la playa, con una bebida refrescante al lado mientras, de vez en cuando, revisa su pantalla para responder algo urgente. Para muchas mujeres, teletrabajar en vacaciones significa un esfuerzo adicional y, en muchos casos, un equilibrio difícil de lograr", confirma.

Así pues, el workation para madres trabajadoras supone un reto que va más allá de los supuestos beneficios de cumplir la jornada laboral en un destino tentador. "Su mayor reto es demostrar a la empresa que están cumpliendo con su trabajo, y al mismo tiempo, demostrar a su familia que pueden gestionar las tareas del hogar. Es una situación en la que, lamentablemente, es difícil quedar bien en ambos frentes. Las empresas deben comprender que lo importante es el cumplimiento de las tareas, independientemente de dónde o cómo se realicen. Por su parte, las familias deben respetar el tiempo en el que la madre está teletrabajando y entender que también necesita espacio para concentrarse", aconseja Portela.

Los datos no mienten: el teletrabajo puede producir altos niveles de estrés y eso no hay piña colada, sombrilla o yate que lo remedie, o al menos no del todo. Los estudios demuestran que la falta de concentración (más si ves cómo tus compañeros de vacaciones surcan las olas mientras tú intentas hacer un informe), la tensión que produce no tener buena cobertura o dificultades técnicas (no, darle golpecitos al ordenador no lo solucionará) y la incapacidad para desconectar totalmente, hace que el workation no sea tan maravilloso.