El matrimonio es uno de los momentos más ansiados para millones de parejas alrededor del mundo. Ese momento en el que parece que se firma un amor, cariño y respeto eterno, acompañado de una velada única y acompañada de nuestros seres queridos. Algunas personas lo convierten, incluso, en uno de los objetivos de vida. Otros, en cambio, ni quieren ni se imaginan en un altar en un futuro. Ni siquiera con el amor de su vida.
Según el último informe 'Transformación y crisis de la institución matrimonial en España ', elaborado por el Observatorio Demográfico del CEU (con datos del INE y Eurostat), en torno al 50% de los españoles jóvenes y de mediana edad no se casaría nunca, y un porcentaje similar de matrimonios españoles acaba en divorcio.
Hasta 1970 más del 90% de los españoles se casaba, en la actualidad, la mitad de ellos no lo hacen. Hay quienes simplemente lo ven como una opción precipitada, a quienes se les va de presupuesto o, incluso, otros que odian el matrimonio. Estos últimos están dentro de lo que se conoce como misogamia.
En qué consiste la 'misogamia'
La misogamia es el rechazo o aversión hacia el matrimonio. Este término proviene del griego "misos" que significa "odio" y "gamos" que significa "matrimonio". A diferencia de la misoginia, que es el odio hacia las mujeres, la misogamia no está dirigida a un género en particular, sino al concepto y la institución del matrimonio en sí.
Este concepto ha existido a lo largo de la historia, aunque su manifestación y las razones detrás de él han variado según el contexto cultural y social. El concepto data de mediados del siglo XVII y combina el griego miso (odio) con gamos (matrimonio).
Durante la Edad Media, la idea de la misogamia estaba muy implementada y fue especialmente importante en la iglesia cristiana, puesto que era una condición esencial para el celibato requerido para ocupar los puestos más altos en la Iglesia.
En la actualidad, con el cambio de las estructuras familiares y las actitudes hacia el matrimonio, la misogamia puede ser vista más como una elección de vida válida a la que cada vez se adaptan más personas, en lugar de una postura marginal o radical. Aunque se defina como odio, hay quienes siguen este modo de vivir simplemente porque no quieren comprometerse.
La caída de los matrimonios religiosos es el indicador más claro de la tendencia que comenzó hace tiempo, pero que hasta ahora no se había manifestado de forma tan contundente. En 1980, el 96% de los matrimonios se hacían por la Iglesia; en 2005 eran el 60% y ahora mismo no llegan al 22%.
Las personas que experimentan misogamia pueden tener una variedad de razones para su rechazo al matrimonio. Entre algunos de ellos, hay quienes ven las bodas como una restricción de la libertad que limita nuestras opciones y aspiraciones individuales.
Otras pueden haber tenido experiencias negativas en relaciones anteriores o haber observado las dificultades y conflictos que el matrimonio puede traer. También es posible que algunas personas simplemente no deseen comprometerse con otra persona de manera tan formal o permanente.
La misogamia no necesariamente implica el odio a las relaciones románticas o a la convivencia con una pareja. De hecho, pueden tener relaciones amorosas estables y felices, pero prefieren no formalizarlas a través del matrimonio.
En la posición de la mujer, esta misogamia puede estar detrás de los factores estructurales. En la actualidad ya no deben casarse para salir de la familia de origen y, además, trabajan, por lo que no tienen por qué comprometerse con nadie de forma obligatoria, como sí pasaba antiguamente.
Además, tanto en hombre como mujeres, existe una presión muy grande frente al matrimonio. Las familias y amigos esperan que cuando tienes una pareja estable y una edad 'correcta' celebres una boda a lo grande; sin embargo, en ocasiones esta coacción puede suponer un rechazo.
La misogamia no es una patología o un trastorno, sino más bien una postura personal o filosófica ante una institución social. Se trata de una tendencia que, aunque parezca extraño para muchos, cada vez es más común en España.