A medida que crecemos, lo hacemos sujetos a una serie de parámetros. Impuestos por otras personas —como que no podemos llorar, que es algo malo— o, incluso, por nosotros mismos —como que suspendemos matemáticas porque somos malos en los números o no hacemos amigos porque no somos personas extrovertidas—.
Según la psicología cognitiva, todos esos comentarios a base de los cuales formamos nuestra personalidad, se llaman guion de vida. Cada uno de nosotros tenemos uno, seamos conscientes de ello o no. De hecho, aunque sea un concepto individual, muchos de ellos siguen un tema común.
Un guion de vida es otra forma de describir el significado que atribuimos a los acontecimientos que nos suceden. Dependiendo de nuestro guion particular, podemos interpretar un evento de diferentes maneras y, de alguna manera, nos redirige a diferentes circunstancias y hace que evitemos muchas otras.
Qué es el 'guion de la vida'
La teoría de los guiones de vida fue desarrollada por Eric Berne, creador del Análisis Transaccional de la psicología humanista, en los años 60. Según el autor, cada uno de nosotros tiene un guion de vida, aunque la mayoría probablemente no seamos conscientes de ello.
Estos guiones, según el autor, son el resultado de la influencia de los padres, las experiencias tempranas y el entorno en el que crecemos. En gran medida son los responsables de programar nuestro comportamiento hasta llegar a la vejez, a no ser que decidamos lo contrario.
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Según los expertos, nuestros guiones de vida provienen de los mensajes que nos dan nuestros padres y otras influencias en nuestra infancia, tanto verbales como no verbales. Si crecemos creyendo que somos malos en matemáticas, nunca vamos a esforzarnos en ser buenos.
Sin darnos cuenta, este guion tiene un efecto en como vivimos nuestra vida. Impactan en nuestras decisiones, en nuestra forma de ser, en nuestras relaciones y hasta en aquello que podemos o no lograr.
Algunos de los guiones vida son tales como: "no puedo hacer amigos fácilmente", "siempre me pasan cosas malas porque tengo mala suerte", "siempre soy la víctima en las situaciones" o "siempre es mi culpa".
Lo cierto es que estos guiones pueden ser positivos, y pueden empoderarnos a hacer cosas; sin embargo, de forma general son negativos y limitan nuestras vidas. Y de nosotros depende si queremos dejar que nos definan o no queremos vivir bajo influencias del pasado.
Cómo 'reescribir el guion'
Nuestro guion es individual para nosotros, como ya hemos comentado, es posible que muchos de ellos sigan la misma temática; sin embargo, nosotros como personas tenemos que centrarnos en solucionarlos —o no—. Para poder reescribirlos, es necesario identificar los patrones en nuestra vida, particularmente si creemos que pueden ser destructivos.
Para analizarlo, debemos intentar observarnos desde fuera, escuchar las creencias que se repiten en nuestra cabeza y que nos hacen tomar ciertas decisiones. De forma general, son patrones recurrentes que seguramente se han repetido y nos han perjudicado más de una vez.
Necesitamos profundizar en nuestro pasado, recordar nuestras experiencias infantiles y comprender los mensajes que siguen presentes en nuestro subconsciente, aunque ya no seamos esos niños pequeños.
Una vez seamos conscientes de cuál es nuestro guion, tenemos la oportunidad de cambiarlo. Se trataría de algo así como volver a escribir nuestra vida, cambiando una serie de factores que nos han perjudicado, como haber sido introvertidos o haber confiado mucho en las personas.
Todo ello se traduce en volver a escribir nuestro guion imaginario basándonos en todo lo que sabemos ahora como adultos, en vez de aquello que hemos aprendido inconscientemente cuando éramos niños. Es muy posible que salgan más cosas de las que creemos, como algunos miedos.