El cerebro humano es una máquina de alta complejidad, capaz de actuar de forma flexible en entornos cambiantes basándose en la predicción del entorno. Gracias a este órgano, nuestra mente crea los pensamientos, recuerdos, sentimientos y sueños; sin embargo, tal y como pasa con la vida misma, tiene ciertas limitaciones que, además, se ven perjudicadas con el paso de los años.

Gracias a este órgano se da ese bien preciado que infravaloramos en la juventud, creyendo que es estable e infinita, y que llama nuestra atención cuando los signos ya son patentes con la edad: la memoria, una función cerebral que nos permite recordar todo lo que nos rodea, e, incluso, recordarnos a nosotros mismos.

A pesar de su importancia, el envejecimiento produce cambios en todas las partes del cuerpo, incluyendo el cerebro y, por tanto, su capacidad de recordar que creíamos invencible. La buena noticia es que podemos realizar ciertos ejercicios de prevención, muchos de ellos avalados por expertos, como el chunking.

Qué es el 'chunking'

El chunking es el proceso de agrupar cosas en 'trozos' más grandes y significativos para que sean más fáciles de recordar. El concepto nos da una idea con su traducción, cuya palabra raíz es 'chunk' que significa 'trozo' o 'parte de algo' y en español significaría fragmentación.

El concepto se originó en un famoso artículo de George Miller, psicólogo de Harvard, que publicó un artículo titulado El mágico número siete, más o menos dos: algunos límites a nuestra capacidad para procesar información. El artículo fue el resultado de una serie de experimentos con el que pudo determinar que las personas podían procesar entre cinco y nueve piezas de información, y que siete es simplemente la media. 

Miller introdujo un término llamado chunking, con el que determinó que las personas podrían almacenar más información si pudieran fragmentar o combinar algunos fragmentos de información. Una estrategia que utilizamos, por ejemplo, cuando queremos recordar un número de teléfono y agrupamos los números de tres en tres, en lugar de tratar de recordarlos todos.

Lo cierto es que nuestro cerebro se ve abrumado ante una gran cantidad de información. La fragmentación (en inglés chunking) es una estrategia que consiste en unir la información que queremos recordar en pequeños grupos (chunks) para superar las limitaciones de la memoria. 

Ejemplo de chunking.

La separación de elementos individuales dispares en bloques más grandes hace que sea más fácil recordarlos, debido a lo limitada que puede ser nuestra memoria a corto plazo. Si bien algunas investigaciones sugieren que las personas son capaces de almacenar entre cinco y nueve unidades de información, investigaciones más recientes postulan que la memoria a corto plazo tiene una capacidad para aproximadamente cuatro bloques de información.

Según el neurocientífico Daniel Bor, autor de The Ravenous Brain (El cerebro voraz), la fragmentación representa nuestra capacidad de 'hackear' los límites de nuestra memoria. Bor sostiene que nuestra tendencia natural a ver patrones y hacer conexiones no solo es importante para la memoria, sino que también es la fuente de la creatividad.

Al final, lo que conseguimos es organizar pequeños bloques en algunos más grandes, con el fin de poder recordar todo lo que deseamos. Organizamos la información, para que nuestro cerebro la tenga 'a mano' en el momento en el que quiera llegar a ella. 

Cómo utilizar el 'chunking'

La próxima vez que intentemos recordar elementos de una lista, el chunking nos ofrece organizarlos en grupos. Por ejemplo, si estamos con una lista de palabras de vocabulario, podemos crear pequeños grupos que sean similares o estén relacionadas entre sí. En el caso de la lista de la compra, se puede dividir en grupos más pequeños en función de si los elementos de la lista son verduras, frutas, productos lácteos o cereales.

La fragmentación se puede utilizar como un potenciador de la memoria cotidiana, pero los investigadores también han descubierto que puede mejorar su capacidad para fragmentar la información de manera efectiva. De esta forma, podemos conseguir priorizar aquellos bloques más importantes, así como postergar lo que tenga menos importancia.

A medida que creamos grupos, podemos buscar formas de relacionar las unidades entre sí de manera significativa. Siempre preguntándonos, "¿Qué tienen en común los elementos?": Podemos agrupar elementos porque cada uno se escribe con cuatro letras, porque comienzan con la misma letra o porque comparten un propósito similar.

Vincular grupos de elementos a cosas que recuerdas también puede ayudarnos a recordarlas mejor. Es más probable que recordemos que necesitamos huevos, bicarbonato de sodio y chocolate si asociamos los elementos con las galletas que tanto nos gustan.