La educación occidental nos enseña que para ser felices debemos aspirar a ser mejores, a conseguir ciertos beneficios y componentes materiales para sentirnos más plenos. En cambio, los niños en Suecia aspiran a ser "normales".

No está demostrado que este factor sea el causante de que la península escandinava sea considerada uno de los lugares más felices del mundo, pero puede que buscando lo "excepcional" en la vida estemos caminando en sentido contrario.

Precisamente es la sencillez lo que nos lleva a tener una vida plena, feliz y sin las ataduras propias de una educación más occidentalizada. Diversas vertientes zen llevan a cabo este modelo vital y, recientemente, la ciencia lo ha confirmado. 

[Esta es la edad en la que comenzamos a ser más felices según la Universidad de Harvard]

El mayor estudio sobre la felicidad humana en la historia, realizado por Robert Waldinger, un prestigioso psiquiatra de la universidad de Harvard, cuestiona esta brecha entre la simplicidad de la vida y la continua búsqueda de lo material para ser más felices. 

La felicidad es muy subjetiva, pero alcanzarla a través de logros y materialismo no es la mejor manera si nos basamos en esta reciente investigación. Obtener plena calma y sentirnos bien con nosotros mismos es más sencillo si sabemos cómo.

Un lugar en el que ser felices

El estudio de Waldigner contrasta la eterna búsqueda de lo grandioso en nuestra vida, sugiriendo que, la felicidad radica en lo cotidiano y ordinario. Unas afirmaciones en las que se ha basado a través de los 85 años de investigación acerca de la felicidad en el ser humano. 

La clave, según el psiquiatra, está en prestar atención a lo que está presente en nuestro día a día, a esos pequeños detalles que consiguen alegrar momentos efímeros en el tiempo pero eternos en la memoria. 

Mujer feliz con la ciudad detrás. iStock

El juicio al que nos sometemos constantemente sobre lo que tenemos y lo que nos hace felices es, precisamente, lo que más insatisfacción nos produce. Algo a lo que el propio especialista se ha basado según su propia experiencia. 

"Siempre andamos buscando alguien que haya llegado ya a ese lugar extraordinario donde no se sufre ni se tienen dudas. Parece que nadie quiere aceptar que todos tenemos vidas normales en las que existe la enfermedad, el envejecimiento y, finalmente, la muerte. Sabemos que esta es la verdad. Cualquiera que intente decirnos lo contrario nos está vendiendo humo", explica.

¿Lo mejor? Una vida normal

Debemos reconocer y apreciar que lo ordinario es el primer paso para encontrar la felicidad. Valorar una canción, disfrutar de un paseo, charlar con nuestros seres queridos o practicar alguna afición son actos que enriquecen nuestra vida. 

La plena satisfacción no es una meta inalcanzable, sino una realidad que se presenta en nuestro diario en forma de pequeños instantes. Estos son los que debemos abrazar y estimar para sentirnos mejor. 

Amigas abrazándose mientras sonríen. iStock

Tal y como afirma el psiquiatra, "apreciar lo ordinario hace que la vida cobre más vida, la hace reventar". De ahí que concluya que la insatisfacción proviene de estar buscando continuamente algo más allá de lo cotidiano y autojuzgándonos sin parar. 

"La vida incluye momentos de claridad y momentos de confusión, momentos de alegría y momentos de tristeza. Y es un gran consuelo saber que no estamos solos, que todos vivimos así", declara Waldigner.

Mujer sonriente acariciándose el pelo. iStock

En lugar de negar las adversidades que la vida nos presenta, buscando una vida sin sufrimientos y dudas, es mejor apostar por los pequeños momentos que se nos presentan diariamente. 

La enseñanza zen se centra en enseñarnos este modelo de vida en donde la sencillez de la vida es lo que nos lleva a realizarnos como personas y encontrar la verdadera felicidad.