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El cerebro es el órgano más importante del cuerpo humano. Sin él, no solo no existiríamos, sino que, si alguna de sus zonas falla, podemos olvidarnos por completo de quienes somos y aunque resulte imposible, los datos demuestran que actualmente unas 800.000 padecen Alzheimer en España. 

La ciencia cada vez está más cerca de dar con la tecla para manejar y tratar la enfermedad del olvido; sin embargo, su frecuencia ha conseguido que cada vez más personas se preocupen en dónde han dejado las llaves o qué comieron la noche anterior. Despistes que pueden no significar nada, pero que pueden influir en el día a día.

Para evitar este tipo de despistes, los expertos han desarrollado una serie de técnicas a lo largo de la historia. Entre ellas está el efecto Zeigarnik, que ha descubierto que el cerebro no soporta que lo dejen a medias. 

Qué es el efecto 'Zeigarnik'

El efecto Zeigarnik es un fenómeno psicológico que describe la tendencia de las personas a recordar mejor las tareas incompletas o interrumpidas que las tareas terminadas. Fue descubierto por la psicóloga rusa Bluma Zeigarnik en 1927, quien se interesó en investigar cómo el cerebro maneja las tareas y los recuerdos relacionados con ellas.

Su hallazgo surgió tras observar que los camareros en un restaurante parecían recordar con mayor facilidad los pedidos que aún no habían sido pagados en comparación con aquellos que ya habían completado.

Para explorar este fenómeno más a fondo, Zeigarnik realizó una serie de experimentos en los que pidió a los participantes completar varias tareas. En algunos casos, interrumpía a los sujetos antes de que pudieran finalizar la tarea, mientras que en otros permitía que completaran la actividad sin interrupciones.

Los resultados mostraron que las personas tendían a recordar con mayor precisión las tareas que no habían terminado o que habían sido interrumpidas en comparación con aquellas que ya habían completado.

Este efecto sugiere que cuando una tarea queda incompleta, genera una especie de "tensión cognitiva" o "inconclusión mental" en la mente de la persona, lo que provoca que el cerebro mantenga la información activa para poder resolverla posteriormente.

Una vez que la tarea es completada, esta tensión se libera y el cerebro tiende a olvidar con mayor facilidad los detalles relacionados con ella. El fenómeno explica cómo la mente humana está diseñada para buscar cierre y completar lo inconcluso.

Camarera. Istock.

El efecto Zeigarnik ha sido utilizado para explicar diversos comportamientos en la vida cotidiana, como la procrastinación, la capacidad de concentración o la persistencia en la resolución de problemas.

Según este sesgo cognitivo, la procrastinación es más fácil que surja si aún no hemos comenzado a hacer algo que si ya estamos en ello. Este efecto ha sido tan efectivo a lo largo de los años, que diferentes vertientes artísticas se han beneficiado de ello, como el cine o el marketing.

Diferentes novelas y películas utilizan el truco de Zeigarnik, donde mantienen en vilo y con incertidumbre a los espectadores o lectores. En el mundo de la publicidad sirvió para inspirar ciertas técnicas basadas en ese mismo suspense y comenzaron a crear piezas publicitarias basadas en una historia que se presenta a trozos o fascículos.

De esta forma, los lectores, espectadores o clientes memorizaban mejor la narración, película o marca y transformaban el interés que sentían por saber cómo continuaba la historia, por interés en los productos que ofrecían.

 El efecto Zeigarnik en el día a día

Las conclusiones extraídas por Bluma Zeigarnik a partir de este experimento fueron extendidas a cualquier proceso de aprendizaje. Por ejemplo, se llegó a hipotetizar que un método de estudio eficaz debía incluir alguna pausas, para hacer que los procesos mentales que intervienen en la memoria almacenasen bien la información.

Los detalles de las tareas interrumpidas se recuerdan hasta un 90% mejor. Cuando, por ejemplo, cumplimos algo en pocas horas, la memoria no tiene que hacer ningún esfuerzo para recordar los detalles. Por lo tanto, después de completar la tarea, la olvidaremos rápidamente.

Sin embargo, las tareas inacabadas o los objetivos no alcanzados suelen estresarnos, por lo que nos gusta terminar las tareas lo más rápido posible. Como resultado, no dejamos de pensar en ellas y las recordamos de forma repetida en nuestra memoria.

Es por ello que en ocasiones hemos vivido el fenómeno de hacer un examen y olvidarnos por completo de todo lo que hemos aprendido el segundo después de que acabe. Ahora, todo tiene una explicación.

Por ello, en el caso de que tengamos dificultades para memorizar algo importante, las interrupciones momentáneas pueden resultarnos ventajosas. En lugar de simplemente repetir la información, podemos revisarla unas cuantas veces y luego tomarnos un descanso. Mientras nos concentramos en otras cosas, nos daremos cuenta de que volvemos mentalmente a la información.

Sin embargo, también es ideal terminar en medida de lo posible todas las tareas que empezamos, porque, sino, el efecto Zeigarnik puede ir en nuestra contra. Por ejemplo, este fenómeno es una de las razones por las que los perfeccionistas luchan contra la ansiedad. Se obsesionan con los detalles y tienen expectativas poco realistas.