A. García
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'Intervención con mujeres en situación de violencia de género para minimizar el riesgo de conducta suicida' es un proyecto que surge de la observación de una realidad cotidiana: falta perspectiva de género a la hora de abordar la conducta suicida en mujeres víctimas de violencia de género. "Desde el Área de Mujer del Movimiento por la Paz -MPDL- entendíamos que era necesario conocer los mecanismos que operan detrás de la violencia que se ejerce contra las mujeres para poder comprender los motivos que llevan a una mujer que la sufre o la ha sufrido a valorar el suicidio como la única opción para evitar su sufrimiento" comparte Begoña Serrano, Responsable del Área de Mujer del Movimiento por la Paz. 

La Fundación Mutua Madrileña apoya la iniciativa de Movimiento por la Paz, que supone un antes y un después en la vida de las víctimas, a través de su XII Convocatoria de Ayudas a Proyectos Sociales

Alta vulnerabilidad

Si bien la conducta suicida "es multicausal y responde a la presencia de diferentes factores de riesgo", desde MPDL se centran en el hecho de que una mujer haya sido víctima de violencia de género para que esta acción se pueda dar. "Los pocos estudios existentes sobre esta materia identifican que los hombres se suicidan más que las mujeres, en una proporción de 3 a 1, pero las tentativas son muy superiores en la población femenina. La ideación también es mayor en mujeres" esclarece la responsable de la entidad.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) identifica la violencia de género como uno de los factores de riesgo que se tendría que abordar en la prevención del suicidio en todos los países. 

Por otro lado, los estudios indican que las mujeres son más propensas a mostrar trastornos de ansiedad, depresión o del estado del ánimo asociados a niveles altos de ideación o intento suicida. "Las mujeres lo cuentan y piden ayuda antes", concluye.

"Resulta difícil predecir la probabilidad de que aparezca la conducta suicida, ya que no solo basta con identificar los factores de riesgo que rodean a la mujer, también se tiene que dar un acontecimiento que actúe como desencadenante para activar la aparición de esta conducta" explica Begoña. El hecho de que la víctima tome conciencia sobre su situación invisibilizada y normalizada hasta entonces, genera un impacto emocional muy grande: "A veces no son capaces de gestionar y procesar esta vivencia, y por ello se convierte en un desencadenante de la conducta suicida". 

Lo mismo pasa cuando estas mujeres toman la decisión de separarse de su maltratador, comprobando así que "el maltrato continúa y no son capaces de recuperar el control de sus vidas". Esto les lleva a pensar que el suicidio es la única vía de escape al sufrimiento. 

"El 80 % de las víctimas de violencia de género encuestadas, había pensado en el suicidio como única opción de salir de su situación y, de estas, un 65 % había tenido uno o más intentos autolíticos", según datos del Observatorio de Salud de la Mujer. Ministerio de Sanidad y Consumo y el Informe de salud y género.

Sufrir violencia de género por parte de la pareja o expareja, impacta en el equilibrio emocional de las mujeres, quiebra su salud mental, y es un factor precipitante de conductas suicidas, viendo la muerte como única vía para escapar del sufrimiento. "Se produce un suicidio que no es voluntario, sino inducido, provocado, como desvelan las autopsias psicológicas que determinan la relación causal entre violencia de género y suicidio".

Intervención 360º

En este proyecto se aborda la intervención desde varios cauces. Está la intervención psicológica individual, pero también la grupal, "se dirige a mujeres que se encuentran o hayan estado en relaciones de violencia de género y hayan manifestado algún tipo de conducta suicida", especifica Serrano. 

La valoración de los profesionales sobre el posible riesgo de suicidio también es determinante, por ello también cuentan con formaciones de detección impartidas a profesionales del ámbito social y campañas de sensibilización destinadas a la ciudadanía en general. 

Labor encomiable

El objetivo general del proyecto es actuar para reconocer la relación entre la conducta suicida y la violencia de género. Para ello, "llevamos a cabo diferentes acciones, como el acompañamiento a las mujeres en la identificación y afrontamiento de la violencia sufrida, minimizando el riesgo de conducta suicida" especifica Serrano.

S.M. la Reina Doña Letizia entrega la Ayuda de la Fundación Mutua a este proyecto Cedida

El hincapié en la importancia de crear una red de apoyo y fomentar los vínculos sanos es clave para la protección. "La adquisición y desarrollo de habilidades y estrategias en los profesionales del ámbito social para una detección temprana y actuación ante situaciones de riesgo, así como sensibilizar a la ciudadanía" también es fundamental. 

Para todo ello, el proyecto cuenta con una voluntaria técnica en intervención social y participa en las actividades grupales con las mujeres. "Las mujeres acceden de manera directa o derivadas por los Servicios Sociales" comenta Begoña, quien subraya la importancia de la trabajadora social que realiza la acogida e identificación preliminar de las necesidades: "Hay que crear un espacio de confianza en el que puedan hablar de su situación, respetando sus tiempos y favoreciendo la creación de un vínculo que permita iniciar la intervención y realizar las derivaciones oportunas".

Los pasos posteriores van desde el análisis individual al diseño de planes de intervención consensuados y adaptados. "El Área Psicológica da atención específica" concluye la Responsable. 

Señales de alarma

Parte importante del programa 'Intervención con mujeres en situación de violencia de género para minimizar el riesgo de conducta suicida' de MPDL es la sensibilización de la sociedad y del ciudadano de a pie porque este es quien se convertirá en una red de apoyo real de las víctimas. Para ello, Begoña Serra nos detalla una lista de señales de alarma a las que debemos prestar especial atención:

  • Hace comentarios explícitos sobre la muerte o el suicidio. "Quiero matarme"; "Voy a suicidarme"; "Quiero desaparecer"

  • Realiza comentarios más sutiles y ambiguos como: "No seré un problema por mucho tiempo más" o "si me pasa algo quiero que sepáis que…"

  • Emite comentarios negativos sobre sí misma, sobre el mundo o el futuro

  • Tiene ideas concretas sobre cómo se quitaría la vida

  • Piensa que los problemas no tienen solución y que su sufrimiento nunca desaparecerá

  • Comunica sentimientos de soledad y aislamiento. También de impotencia, aburrimiento o fracaso 

  • Manifiesta vergüenza o culpa

  • No responde a los elogios

  • Se ven alterados sus hábitos de sueño y alimentación

  • Muestra cambios radicales en su comportamiento

  • Aumenta el consumo de bebidas alcohólicas o de drogas

  • Corre riesgos innecesarios

  • Se aleja de sus amistades y/o actividades sociales

  • Aparece la apatía, pierde el interés por sus aficiones, estudios o trabajo

  • Descuida su apariencia personal

  • Aumentan las molestias físicas, somatización

  • Empeora un posible estado de depresión

  • Tiene dificultad para concentrarse

  • Regala sus posesiones más apreciadas y hace regalos especiales a sus seres queridos

  • Cierra asuntos, visita o llama a personas para despedirse

En estos casos, el acompañamiento y la intervención de profesionales es determinante para evitar que la conducta suicida pueda acabar por llevarse a trámite. Si identificas estas señales en alguna mujer víctima de violencia de género de tu entorno, o bien si crees que es tu situación, ponte en contacto con las autoridades responsables (016), Servicios Sociales o el Movimiento por la Paz y su Área de Mujer (+34 91 429 76 44).