Publicada

Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), hay 11.307 millones de parejas en España, sumando las parejas casadas y las parejas de hecho. Alrededor del 70% de la población está construyendo una conexión con otra persona; sin embargo, ninguno de ellos está exento de enfrentar la posibilidad de estar dentro de una relación tóxica.

A pesar de que ahora haya más concienciación acerca de la toxicidad, todavía existen cientos de comportamientos intolerables que perjudican o imposibilitan las relaciones. Muchos de ellos no se manifiestan de manera evidente y muchas personas solo se dan cuenta de su toxicidad cuando ya están profundamente involucradas en ellas.

Entre todos estos fenómenos encontramos el síndrome de Rebeca, un tipo de comportamiento cada vez más común en las relaciones, pero que lleva existiendo desde 1938.

En qué consiste el síndrome de Rebeca

El síndrome de Rebeca es un término psicológico que describe los sentimientos de celos obsesivos e irracionales hacia las exparejas de la pareja actual. Aunque no es un diagnóstico clínico reconocido por la psicología, se utiliza coloquialmente para describir un patrón emocional, que aunque exista desde hace años, es muy habitual en la actualidad.

Su nombre proviene de la novela Rebecca de Daphne du Maurier (1938), en la que la protagonista siente una profunda inseguridad y obsesión con la memoria de la primera esposa de su actual esposo. La figura de Rebeca, aunque no vive, ocupa un espacio emocional dominante, lo que termina afectando la dinámica de la nueva relación.

La realidad es que este tipo de celos es algo bastante común en las relaciones en cierta medida: querer saber cómo es la otra persona, donde vive actualmente, qué hace… sin embargo, para muchas personas es fácil caer en una espiral, en la que el cerebro busque llegar a la peor conclusión.

Un estudio de 2017 de Superdrug reveló que alrededor del 66,7% de los participantes en relaciones admitieron haber buscado al ex de su pareja, una cifra que cae al 65,8 por ciento en las parejas casadas.

Imagen ilustrativa de una pareja enfadada. iStock.

Este fenómeno se manifiesta principalmente a través de pensamientos intrusivos y persistentes sobre la relación pasada de la pareja actual. Los psicólogos lo definen como celos patológicos, en los que las personas afectadas se comparan constantemente con las exparejas. 

A pesar de que en un primer momento estos pensamientos puedan parecer inofensivos, pueden comenzar a ser perjudiciales: comparaciones constantes con la expareja, temores de que la persona aún esté emocionalmente atada a su pasado y una sensación de inseguridad respecto al propio lugar en la relación.

Esta situación puede desencadenar sentimientos de ansiedad, e incluso comportamientos compulsivos, como investigar detalles del pasado de la pareja o evitar cualquier situación que evoque la memoria de la expareja.

Por qué surge el síndrome de Rebeca

Son muchos los motivos por los que el Síndrome de Rebeca puede surgir, pero la raíz generalmente se encuentra en una combinación de inseguridades personales y dinámicas pasadas. Entre las personas que pueden sufrirlo, las más propensas son aquellas con baja autoestima o una autopercepción negativa.

Además de estos motivos, puede pasar que la pareja actual mantenga una relación cordial o cercana con la expareja, lo que puede intensificar los sentimientos negativos o curiosos acerca de esa cercanía. Aunque estos celos se originan en percepciones individuales, también pueden ser exacerbados por comportamientos ambiguos o por la falta de comunicación clara en la pareja.

Su impacto en la relación puede llegar a ser parecida a la de cualquier comportamiento tóxico. Los celos excesivos y las comparaciones constantes pueden generar tensiones, discusiones y distanciamiento emocional.

Para la persona que lo experimenta, estos sentimientos pueden convertirse en una carga emocional constante, lo cual dificulta la construcción de una conexión genuina y saludable con su pareja actual. En casos más severos, puede derivar en comportamientos controladores o intrusivos que afecten la autonomía de la pareja.

Superar el síndrome de Rebeca puede llegar a ser complicado; sin embargo, la comunicación abierta y honesta es fundamental no solo para fortalecer la confianza mutual, sino para establecer límites claros sin llegar a la ruptura.

En algunos casos, la terapia psicológica puede ser una herramienta clave, la cual puede plantear estrategias para abordar estos sentimientos de manera constructiva y fomentar una relación, tanto actual como futura, más equilibrada y saludable.