Publicada

Hoy en día, en las relaciones de pareja, es prácticamente imposible no tener comportamientos tóxicos. Por mucho que desde fuera los repelamos y creamos que nunca vamos a acarrear ciertos tipos de actuaciones, la gran mayoría de las veces nuestra mente nos juega diferentes pasadas, y nos encontramos siendo una persona (casi) desconocida.

A pesar de ello, este comportamiento no es algo por lo que debamos castigarnos, sino algo de lo que tenemos que aprender. Identificar ese tipo de actuaciones o pensamientos que consideramos tóxicos y, en vez de dejar que nos controlen, ponernos por delante para evitar que nos dirijan.

No obstante, lo cierto es que muchas veces la situación va un paso más allá, y lo peor que puede suceder es que no sepamos que son comportamientos hirientes para otras personas, tal y como ocurre con las relaciones almohadilla o también conocido como el cushioning, una nueva tendencia que busca tener una "pareja de reserva".

Qué son las relaciones 'almohadilla'

El cushioning, conocido en español como relaciones almohadilla, es un término relativamente reciente que ha surgido en el contexto de las relaciones y que describe un comportamiento que, aunque no es completamente nuevo, ha adquirido una mayor relevancia en la era digital, donde las redes sociales y las aplicaciones de citas han transformado casi por completo las dinámicas románticas.

En este contexto, las relaciones almohadillas hacen referencia a la práctica de mantener varias relaciones o interacciones emocionales paralelas, de manera que actúan como "amortiguadores" en caso de que una relación principal termine o fracase.

Estas interacciones no tienen por qué ser físicas o románticas; sin embargo, suelen incluir una conexión emocional lo suficientemente significativa como para proporcionar apoyo, validación y una sensación de seguridad que permita, a la persona involucrada, tener una "segunda opción".

El concepto de relación almohadilla o cushioning en inglés proviene de la idea de un cojín o almohadilla, que suaviza el golpe de una ruptura o el final de una relación principal. En este contexto, las personas que participan en este tipo de interacciones secundarias funcionan como una especie de red de seguridad emocional.

Aunque las intenciones detrás del cushioning pueden variar, el comportamiento en sí mismo puede ser problemático dependiendo de cómo se maneje. Por un lado, puede ser percibido como una forma de autopreservación, en la que alguien busca evitar el dolor emocional mediante otros estímulos positivos.

Sin embargo, también puede ser interpretado como una falta de honestidad o compromiso, especialmente si la otra persona no están al tanto de su rol dentro de esa dinámica y no entiende cómo el otro miembro ha superado tan rápido la relación.

Pareja en la cama. Istock.

A la hora de identificar el cushioning puede ser una tarea compleja, ya que de forma habitual es un comportamiento que las personas tienden a evitar; sin embargo, puede manifestarse de diferentes maneras: conversaciones frecuentes con varias personas además de la pareja principal o la interacción con posibles intereses románticos desde las redes o aplicaciones.

Aunque estas interacciones no suelen cruzan los límites establecidos en una relación comprometida, pueden crear zonas grises e, incluso, faltas de respeto. Aunque muchas personas no lo contemplen como infidelidad, sí puede generar inseguridades o conflictos.

Las consecuencias de estas relaciones

El cushioning no siempre implica malas intenciones. Algunas personas recurren a este comportamiento por miedo a la soledad, inseguridad emocional o experiencias previas de rechazo y abandono. Desde esta perspectiva, estas relaciones almohadilla podrían entenderse como un mecanismo de defensa, una forma de asegurarse de que siempre habrá alguien disponible para brindar apoyo emocional.

Desde un punto de vista ético, el cushioning plantea preguntas importantes sobre los límites, la comunicación y el respeto en las relaciones. La clave para determinar si este comportamiento es aceptable o dañino radica en el nivel de transparencia con que se maneje y si ambas partes están de acuerdo.

Sin embargo, en la mayoría de los casos, el cushioning ocurre de manera unilateral, sin el conocimiento ni el consentimiento de todos los implicados, lo que puede dar lugar a sentimientos de traición, confusión o manipulación emocional en la persona que lo sufre.