Publicada

La educación de los hijos resulta tan compleja, que incluso da cierto pudor meterte en algo tan personal. Sin embargo, especialistas en psicología y pedagogía como el reconocido doctor Fernando Alberca, especializado en neurosicología y educación, hace una advertencia a aquellos padres que se empeñan en hacer creer que la vida, cuanto más fácil, más feliz es. 

En la actualidad dominada por las redes sociales y la cultura del "todo es sencillo si lo quieres", Alberca, reconocido pedagogo y autor de La magia del esfuerzo, ha emitido un poderoso valor: el positivismo que transmite la idea de que la vida debe ser fácil y cómoda no solo es un mito, sino un obstáculo para el desarrollo real de los niños.

La advertencia del experto es clara: si los padres siguen educando a sus hijos bajo la premisa de que la vida debe ser fácil, corren el riesgo de criar adultos incapaces de enfrentar las dificultades reales de la vida.

El esfuerzo, la perseverancia y la resiliencia son habilidades esenciales que deben cultivarse desde la infancia para preparar a los niños para un futuro exitoso, no en términos de logros materiales, sino en términos de satisfacción personal y felicidad.

Solo así podrán crecer como personas fuertes, seguras de sí mismas y con la capacidad de alcanzar sus sueños. La clave está en enseñarles que lo que realmente importa no es evitar el esfuerzo, sino aprender a disfrutar del proceso y a valorar la satisfacción de lograr lo que parecía imposible.

La falsa creencia del "todo fácil"

Alberca asegura que uno de los grandes errores en la educación de los niños de hoy es la creencia de que deben tener una vida libre de dificultades, centrada en la comodidad y el bienestar sin esfuerzo.

Esto se ha alimentado por una cultura de consumo que promueve la gratificación instantánea y una vida "perfecta" en las redes sociales. Este enfoque superficial y materialista, más que ofrecer felicidad, crea un caldo de cultivo para la frustración y la desmotivación.

Madre junto a su hijo mientras come. iStock

"El objetivo no es que nuestros hijos tengan una vida cómoda, sino una vida feliz, aunque haya dificultades", recalca el pedagogo. Este tipo de educación, que fomenta la creencia de que si algo es difícil no vale la pena, es particularmente dañina en una sociedad donde el esfuerzo y la resiliencia parecen haber sido sustituidos por la inmediatez y la comodidad.

El impacto del "todo debe ser fácil"

Una de las consecuencias más graves de esta educación del "todo fácil" es que los niños aprenden a huir del esfuerzo. Según Alberca, los niños de las generaciones nacidas después de 1980 son los más afectados por esta mentalidad. El docente y autor señala que este fenómeno está estrechamente relacionado con la llamada "cultura digital", donde la observación sustituye a la acción.

Los niños se acostumbran a consumir contenidos sin participar activamente en la creación de su propia realidad.

El resultado es una falta de capacidad para enfrentar los retos que la vida les presenta. "Las consecuencias de no esforzarse son claras: apatía, inseguridad, baja autoestima, frustración, ansiedad, incluso depresión", alerta Alberca.

Es decir, los niños que crecen sin aprender a lidiar con la adversidad no solo pierden la oportunidad de crecer, sino que también arrastran consigo una serie de problemas emocionales y psicológicos. "Les hemos alimentado con la idea de que los modelos más apetecibles son los más cómodos, que si la vida es cómoda es feliz. Y esto es mentira."

El valor del esfuerzo en la formación de un adulto

Alberca no solo critica este modelo de educación, sino que también propone un camino alternativo: educar en el esfuerzo. En su libro La magia del esfuerzo, el pedagogo presenta una visión completamente distinta de lo que significa "tener éxito".

En lugar de enfocarse solo en los resultados tangibles (como las notas o los logros materiales), Alberca insiste en que el verdadero éxito se encuentra en el proceso de lucha, perseverancia y superación personal.

Madre interactuando con sus hijos. iStock

"El esfuerzo siempre tiene resultado", afirma con rotundidad. Sin embargo, advierte que los padres deben enseñar a los niños que el éxito no siempre se mide en función de los resultados externos, sino en la satisfacción interna que se experimenta al poner todo el empeño en alcanzar una meta. Esto implica enseñarles a disfrutar del camino, no solo del destino final.

Por ejemplo, en lugar de presionar a los niños únicamente para obtener una calificación, es fundamental enseñarles a valorar el proceso de aprendizaje, el esfuerzo invertido y la satisfacción de superar sus propios límites. Este tipo de educación no solo fomenta una mayor autoestima, sino que también prepara a los niños para afrontar los retos que se les presenten a lo largo de su vida adulta.

¿Cómo educar a los hijos a desarrollar su fuerza de voluntad?

El mayor desafío para los padres hoy en día es enseñarles a sus hijos la importancia de la perseverancia. En su libro, Alberca señala tres pasos fundamentales para fomentar el esfuerzo en los niños: empezar, persistir y acabar bien.

  • Empezar. Ayudar a los niños a superar la resistencia inicial que todos sentimos ante lo nuevo y lo difícil. Hacerles entender que comenzar es el primer paso hacia el logro de cualquier objetivo.

  • Persistir. Enseñarles a no rendirse cuando las cosas se pongan difíciles. Recordarles constantemente que el esfuerzo a menudo requiere superar momentos de duda, cansancio o frustración, pero que al final el esfuerzo tiene su recompensa.

  • Acabar bien. Fomentar la satisfacción que se siente al finalizar una tarea bien hecha, incluso si el resultado final no es perfecto. El sentimiento de haber dado lo mejor de uno mismo es una de las mayores recompensas de cualquier esfuerzo.

El papel de los padres en este proceso

¿Cómo pueden los padres ayudar realmente a sus hijos en este proceso de aprendizaje del esfuerzo? Alberca sugiere que los padres deben ser un ejemplo vivo de lo que significa esforzarse y persistir.

No se trata solo de dar consejos, sino de enseñar con el ejemplo, mostrándoles que todos, incluso los adultos, deben hacer esfuerzos constantes para mejorar y alcanzar sus metas.

Además, es esencial que los padres reconozcan los pequeños esfuerzos de sus hijos y los premien, no necesariamente con recompensas materiales, sino con el reconocimiento emocional y el refuerzo positivo. Esto les permitirá a los niños sentir que su esfuerzo tiene valor, independientemente de los resultados externos.