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La felicidad es la búsqueda eterna de los seres humanos. La vida tiene cierto sentido gracias a que durante diferentes momentos de nuestra vida somos felices, reímos, disfrutamos y nos sentimos satisfechos. A pesar de contar con cierta subjetividad, lo cierto es que hay momentos universales en los que el bienestar nos invade.

Esto es algo que lleva tratando de demostrar la ciencia durante años. Tiene que haber algo concreto que proporcione ese sentimiento de felicidad a todos por igual: una buena noticia, la compañía de los seres queridos, un viaje sorpresa o un simple abrazo. 

Sin embargo, la realidad es que la felicidad se percibe diferente en cada rincón del mundo. Mientras que los japoneses tienen kintsugi, los suecos basan su felicidad en la teoría de langom, lo que se traduciría en español como "ni demasiado, ni muy poco" y aplican en su día a día.

En qué consiste el 'lagom'

El concepto de lagom es un principio fundamental en la cultura sueca que, aunque difícil de traducir directamente, podría entenderse como "en la medida justa" o "ni demasiado, ni muy poco". Este término encapsula una filosofía de vida centrada en el equilibrio y la moderación, aplicada tanto al trabajo como al ocio, las relaciones, la alimentación y la vida cotidiana.

Etimológicamente, la palabra lagom es una forma nórdica antigua de la palabra "ley", y también significa "equipo" en sueco. Según explica la BBC, sus raíces se remontan a los tiempos de los vikingos, cuando se reunían alrededor del fuego tras un duro día de trabajo y se pasaban cuernos llenos de hidromiel, una bebida fermentada con miel y se esperaba que cada uno bebiera lo justo para que los demás también tuvieran suficiente. 

En el núcleo del lagom está la idea de encontrar satisfacción en la simplicidad y el equilibrio. No se trata de conformarse con menos, sino de alcanzar un punto óptimo donde uno tiene lo necesario para sentirse pleno y feliz, sin caer en la búsqueda constante de más.

En el ámbito laboral, el lagom se traduce en un enfoque equilibrado hacia el trabajo. En Suecia, se valora profundamente la idea de mantener un buen equilibrio entre la vida profesional y personal. Esto implica respetar los horarios laborales, evitar horas extras innecesarias y dar prioridad al descanso, el tiempo con la familia y la vida social.

En lugar de glorificar el exceso de trabajo, como ocurre en algunas culturas, el lagom promueve la idea de que trabajar de manera eficiente y con moderación produce mejores resultados y contribuye al bienestar general.

Por otra parte, en la vida personal el lagom anima a evitar los extremos, ya sea en los hábitos de consumo, la alimentación o el estilo de vida. Se puede ver reflejado en diferentes aspectos de la vida, como una decoración del hogar minimalista, que transmite calma y orden.

Familia sonriendo. IStock.

El lagom también se manifiesta en las relaciones interpersonales, promoviendo una convivencia equilibrada y respetuosa. Se valora la igualdad, la cooperación y el apoyo mutuo, evitando las dinámicas de poder o la competencia excesiva. En Suecia, esto se traduce en una cultura donde se fomenta la participación colectiva y se respeta la diversidad de opiniones.

En el día a día, los suecos implementan el lagom como una balanza imaginaria que necesita equilibrarse. Tanto si ponemos mucho peso como si dejamos muy poco, la balanza se desequilibra y en la vida real puede suponer como momentos de estrés.

Vivir con lagom no significa renunciar al placer o la ambición, sino aprender a disfrutar de las cosas simples y valorar lo que se tiene. Es una forma de encontrar la felicidad en las cosas pequeñas, sin depender de logros materiales o metas desmesuradas. Al centrarse en lo que realmente importa, esta filosofía ayuda a reducir el estrés, fomentar la gratitud y crear una sensación de satisfacción duradera.