El pasado lunes 9 de diciembre, Luigi Mangione, un joven informático de 26 años, fue arrestado como principal sospechoso del asesinato de Brian Thompson, director ejecutivo de UnitedHealthcare, la aseguradora médica más grande de EEUU.
Para las autoridades, el caso solo es un eslabón más en la larga cadena de crímenes que marcan la historia de los Estados Unidos. Para las redes, en cambio, se trata de un acto justificado e, incluso, romántico, cometido por un joven atractivo y de familia adinerada.
Por sorprendente que parezca, este tipo de actitudes responden a un fenómeno muy habitual en los últimos años denominado efecto halo o cómo una impresión (positiva o negativa) que se tiene sobre alguien o algo, condiciona la opinión general.
En qué consiste el efecto 'halo'
El efecto halo es un sesgo cognitivo que consiste en la realización de una generalización errónea a partir de una sola característica o cualidad de un objeto o de una persona. Es decir, realizar un juicio previo a partir del cual generalizamos el resto de características.
Se trata de uno de los fenómenos más conocidos de la psicología y que podemos observar con facilidad en la vida cotidiana y particularmente relevante en contextos donde las apariencias o percepciones iniciales desempeñan un papel clave, como en el ámbito de la fama, la justicia o la vida profesional.
El término, acuñado en 1920 por el psicólogo Edward L. Thorndike, surgió a partir de unas investigaciones con el ejército. En ellas proponía a varios oficiales del ejército que calificasen ciertas características de sus soldados, como el liderazgo, la apariencia física o la lealtad.
Al analizar los resultados, Edward encontró correlaciones entre todos los rasgos positivos y negativos. Los oficiales no analizaban a los soldados en atributos aislados, sino que les parecía que cada uno de ellos estaba más o menos bien o más o menos mal en todas las categorías de medición.
Con los resultados de la investigación del psicólogo se entendió que el efecto halo se podía manifestar tanto de manera positiva como negativa. Por ejemplo, si alguien es percibido como físicamente atractivo, existe una tendencia a atribuirle automáticamente otras cualidades positivas, como ser amable, inteligente o confiable.
Por el contrario, si alguien tiene una característica percibida como negativa, como un error público grave o incluso es popularmente visto como desagradable, las personas suelen generalizar esta percepción y juzgar negativamente otros aspectos de su vida, independientemente de la evidencia real.
El efecto halo se da de manera inconsciente y afecta múltiples áreas de la vida. En las relaciones interpersonales, las primeras impresiones suelen estar dominadas por elementos visuales o emocionales, lo que puede favorecer a quienes son percibidos como atractivos o carismáticos.
En los medios de comunicación, las figuras públicas tienden a ser idealizadas cuando cumplen con ciertos estándares de belleza o carisma, reforzando la creencia de que estas cualidades externas reflejan virtudes internas. En el ámbito educativo o laboral, el sesgo puede llevar a evaluaciones más favorables hacia estudiantes o empleados que tienen una buena presencia, aunque su desempeño real no sea superior.
Incluso en la justicia, el efecto halo tiene un impacto significativo, ya que la apariencia o el comportamiento de un acusado pueden influir en la percepción de su culpabilidad o inocencia, tal y como ha pasado con la detención de Luigi Mangione, ocurrió en su momento con Daniel Sancho o los hermanos Menéndez.
Ejemplos públicos del efecto halo
El caso de Daniel Sancho en España y la percepción pública sobre Luigi Mangione en Estados Unidos ejemplifican cómo el efecto halo puede influir en la opinión pública, especialmente a través de redes sociales. Este fenómeno se hace evidente cuando la apariencia física, en particular la atracción que generan, lleva a muchas personas a cuestionar la posibilidad de que estas mismas personas puedan haber cometido actos graves como un asesinato.
En el caso de Daniel Sancho, antes de su implicación en el asesinato del cirujano Edwin Arrieta, su vida pública se asociaba con atributos positivos: era conocido como un chef joven y atractivo, además de ser hijo del respetado actor Rodolfo Sancho. Su apariencia física y el carisma que proyectaba en sus interacciones públicas crearon una imagen que, para muchos, resultaba incompatible con la de alguien que pudiera cometer un crimen.
De manera similar, en el caso de Luigi Mangione, la narrativa sería comparable. El atractivo físico genera un sesgo que muchas veces lleva a la gente a pensar que ciertas características negativas no son coherentes con la personalidad de alguien "guapo" o encantador.
Este fenómeno es especialmente prominente en redes sociales debido a la inmediatez con la que las imágenes y las impresiones se comparten. Las plataformas como Instagram, Twitter o TikTok fomentan un tipo de juicio superficial basado en lo visual, donde el atractivo físico y la percepción de perfección son enormemente valorados.
En cualquiera de los casos, el efecto halo subraya un patrón: cuando alguien es atractivo, existe una tendencia a romantizarlos más allá de los hechos. El atractivo físico se convierte en una barrera psicológica que dificulta aceptar que estas personas podrían haber cometido crímenes graves, incluso si las pruebas apuntan directamente a su culpabilidad.