En el mundo existen muchos tipos de fobia, desde las más comunes, como el miedo a las alturas o a las arañas, hasta las más extrañas, como el miedo a los botones que sufría Steve Jobs o, incluso, el miedo irracional y persistente a hábitos como estar sentado, llamado catisofobia.
Mientras que esta última es muy posible que la sufra poca gente alrededor del mundo, las más populares suponen un problema grave para muchas personas. De hecho, un 9% de la población mundial padece alguna fobia, incluso sin saberlo.
La cronofobia es el miedo irracional al tiempo o al paso del tiempo, el sentir que la vida va demasiado rápido y no estamos aprovechando lo suficiente. Un miedo que, lo queramos o no, experimentamos todos a lo largo de nuestra vida, en mayor o menor medida y que incluso llega a causar crisis como la conocida 'crisis de los 50'.
Causas de la cronofobia
Todos tememos envejecer hasta cierto punto, o desearíamos tener más tiempo para pasar con nuestros amigos y seres queridos, pero la mayoría de las veces, esto no llega al nivel de una fobia, que requiere ansiedad debilitante persistente y otros síntomas asociados.
La cronofobia se caracteriza por el miedo al paso del tiempo. Por lo general, esto está relacionado con el temor de que nuestro tiempo en la Tierra sea limitado o de que tengamos problemas para seguir su paso.
Aunque el tiempo no es un concepto totalmente concreto, algunos pueden considerarlo como un tipo de fobia específica, similar a aquellos que se relacionan con el miedo a un perro o un gato.
La única etapa de nuestra vida en la que no experimentamos la cronofobia es cuando somos pequeños, por lo que se desarrolla a medida que nos hacemos mayores. También hay ocasiones en las que se incrementa, como quienes viven en la cárcel, que a veces se conoce como "neurosis carcelaria".
Las personas mayores o aquellas que padecen una enfermedad terminal tienden a ser más vulnerables a la cronofobia, al pensar que su tiempo pueda estar limitado. El tiempo se convierte en una especie de enemigo.
Sin embargo, los más jóvenes también pueden experimentarlo. Suele volverse notorio durante momentos de transiciones, como un cumpleaños importante, acabar los estudios, un trabajo nuevo, o incluso ver como nuestros familiares se hacen mayores.
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Este miedo al tiempo también se presenta tras un trauma grave, ya no solo hablamos de pérdidas, sino de desastres naturales o incluso pandemias mundiales. De hecho, el coronavirus hizo que muchas personas pensasen que estaban perdiendo el tiempo, y comenzaron a temer por él más que nunca.
Síntomas de la cronofobia
Como la mayoría de las fobias, la cronofobia puede presentarse de muchas maneras: algunas personas pueden temer que el tiempo pase demasiado rápido, mientras que otras pueden tener dificultades para que el tiempo pase demasiado lento y, por lo tanto, sentirse atrapadas.
Todos tenemos en menor medida cronofobia, porque todos echamos de menos tiempos pasados, cuando éramos más jóvenes o incluso también ese día en la playa que nos lo pasamos increíblemente bien. Mientras que la gran mayoría de las personas tienen ocasionales temores, hay quienes pasan por trastornos graves de ansiedad.
La ansiedad en sí puede ser leve o intensa, con síntomas que incluyen ataques de pánico, alteraciones del sueño, pesadillas, aislamiento social o depresión. Cuando es muy alta o hay un elemento de trauma, las personas pueden sentirse separadas de sus vidas y creer que la vida no es real. Esto se conoce como 'desrealización'.
En los casos más extremos, las personas pueden incluso encontrar una distorsión de su percepción del tiempo: que se prolonga sin cesar o que pasa rápidamente en una marcha desorientadora que no pueden controlar. Estos extremos pueden provocar trastornos en el día a día, que afecta a las relaciones, trabajo y bienestar general.
Sin embargo, una gran mayoría de las personas sufren cronofobia de forma muy leve. Sensaciones de inquietud al contemplar lo rápido que pasa el tiempo, lo mucho que echamos de menos sentirnos jóvenes o no tener responsabilidades.
Esto puede manifestarse como sentimientos sutiles de ansiedad o tristeza, particularmente si pensamos en eventos pasados o simplemente nos centramos demasiado en el futuro.
Cómo controlar la cronofobia
Lo cierto es que no podemos controlar el tiempo, ni hacer que pare, pero sí podemos cambiar nuestra percepción y actitud hacia él, para asegurarnos de que no nos controle a nosotros.
Si los síntomas de esta fobia son leves, los expertos sugieren algunos ejercicios sencillos para aliviar cualquier temor relacionado con el tiempo y, por tanto, reducir la ansiedad y estrés relacionado.
- Practica la atención plena. Disciplinas como el yoga o la meditación pueden ayudarnos a concentrarnos en el presente. Con ellas también reduciremos los sentimientos de estrés y ansiedad, a la vez que creamos una conexión con nuestro cuerpo y mente.
- Escribir. O bien un diario o en las notas del móvil, escribir es una manera excelente de reflexionar sobre lo que hacemos y experimentamos todos los días. También puede ayudarnos a recordar lo que en su día hemos sentido y, de alguna manera, tenerlo siempre presente.
- Mantras positivos. Los mantras no son muy habituales en países con España; sin embargo, recordarnos a nosotros mismos que el tiempo está avanzando como siempre, al mismo ritmo, puede cambiar nuestra forma de pensar.
Si la cronofobia está teniendo un impacto muy significativo en nuestra vida, lo ideal es acudir a los expertos quienes tomaran las medidas y proporcionarán las herramientas más eficaces, incluso a veces con medicación.
En casos extremos, la cronofobia no tratada puede provocar aislamiento, depresión e incluso un pensamiento cada vez más desordenado. Es importante buscar el consejo de un profesional de salud mental calificado lo antes posible si se dan este tipo de ocasiones.