Luna se ríe con espontaneidad luminosa, mezcla de alegría y timidez, acaba de cumplir 18 años y está viviendo un sueño que nunca antes había imaginado como propio, pero que se ha convertido en su prioridad presente y futura: ser actriz. Sus ojos profundos se comen la pantalla. Por fuera es delgada como un junco; por dentro, fuerte y decidida como un remolino de agua y valiente como el río que atraviesa su tierra, la Vega Baja del Segura.
Luna Pamies (San Bartolomé, Orihuela, 2004) fue seleccionada entre más de 3.000 aspirantes al papel protagonista de El agua, ópera prima de Elena López Riera, y no fue un proceso breve ni fácil.
La cineasta la vio por primera vez en un botellón, durante las fiestas de su pueblo, cuando tenía 15 años y pasó mucho tiempo hasta que Luna se decidió a hacer la película: terminó sus estudios de la ESO, comenzó a estudiar un módulo de peluquería y estética y, por fin, casi un año más tarde, se atrevió a dar el "sí" y se puso en manos de su directora.
Tras un largo período de ensayos con López Riera y el resto de los actores no profesionales que completan el reparto, rodó El agua con 17 años. A sus 18 años ha viajado al Festival de Cannes, al Festival de San Sebastián y, actualmente, sigue volcada en la promoción del largo.
Luna se ha estrenado en el mundo del cine dando vida a Ana, una adolescente rebelde y sensible, que vive junto a su madre (interpretada en la película por Bárbara Lennie) y su abuela (encarnada por Nieve de Medina).
Tres mujeres que no son bien enjuiciadas por los habitantes del pueblo porque llevan “el agua dentro”, ligadas a la leyenda de estar destinadas a desaparecer cuando las aguas crecen y, en el desborde terrible de todo margen, se llevan consigo a la mujer de la que el río se enamora.
Ana vive su primer amor, al tiempo que una relación compleja con su madre; lucha contra la mirada atávica de su destino, contra la presión de su entorno, por no repetirse en la obligación de ser una mujer pasiva resignada a su futuro mágico ni tampoco al futuro más real y contemporáneo de vivir sin expectativas en un ámbito rural.
Por ser –o no– una bruja moderna y reapropiarse de su vida escapando de la violencia patriarcal, no quiere ser una ahogada ni tampoco ahogarse en un pueblo pequeño.
Su interpretación sincera, natural, realista y, al tiempo, misteriosa y profunda, le ha valido el Premio Berlanga a la Mejor Actriz Protagonista en 2022, y ha sido nominada al Premio Goya Actriz Revelación en 2023.
Luna ya es una revelación para el cine español y ha llegado para quedarse, pero es cauta, no tiene prisa, tampoco miedo, y más que agua, lo que lleva dentro es mucho talento.
¿Cómo ha vivido y qué ha supuesto para usted este viaje, desde los 15 hasta sus 18 años, de la mano de la película El agua?
Para mí, esta película ha supuesto un cambio enorme en mi vida, lo he vivido como un cuento, es algo muy grande, un sueño que estoy abrazando muy fuerte… ¡cómo para no abrazarlo!
¿Qué tiene en común o qué la diferencia de Ana, su personaje en la película? ¿Cómo fue su acercamiento a ella?
Ana tiene mucho que ver conmigo; la directora, Elena López Riera, estaba buscando a alguien que se pareciera mucho a Ana. Tengo muchas cosas en común con Ana, por ejemplo, yo siempre he vivido con mi madre, con mi abuela y con mis hermanas.
He vivido una riada, también. Soy de un pueblo y tengo el sueño, como Ana, de poder salir un poco del pueblo, porque yo también he nacido aquí, en San Bartolomé, una pedanía de Orihuela.
Ese sueño suyo y de otros jóvenes, que se refleja en El Agua, ¿se ha hecho o se está haciendo realidad, gracias su trabajo como actriz?
Sí, he viajado un montón con la película y lo agradezco muchísimo. Ahora estoy viviendo con mi pareja en un pueblo cercano, que es algo más grande que el mío, porque en San Bartolomé hay un supermercado de milagro. En un futuro me gustaría irme a Madrid.
¿Para seguir trabajando en el cine? ¿Se ha despertado su vocación?
Sí, claro, me encantaría. Antes, nunca me lo había imaginado, pero ahora pienso… si no soy actriz, ¿entonces qué?
¿Cómo fue el rodaje de su primera película, sin haber tenido ninguna experiencia previa en el cine? ¿Disfrutó, le resultó fácil, complicado?
Para mí fue súper fácil porque ya habíamos creado antes unos vínculos reales entre las amigas de la película y con Elena, con la que habíamos estado mucho tiempo juntas. Y fue fácil porque en el rodaje hubo mucho cariño y nos trataron muy bien; no nos lo tomábamos muy en serio, era como un juego, fue muy divertido y muy bonito.
¿Cómo vivió la preparación, antes de rodar? ¿Estuvieron ensayando, trabajando con el resto de actores?
Súper guay, porque hacíamos muchas locuras, yo llegaba a mi casa feliz. Y conocer a toda la gente que estaba allí, creo que ha sido lo más bonito del rodaje, personas que se han quedado en mi vida.
¿Cómo se sintió la primera vez que, sentada en una butaca de una sala inmensa de cine, en el festival de Cannes, se vio a sí misma?
Fue increíble. Estaba todo el equipo, nos mirábamos entre nosotros, nos reíamos, y al salir decíamos: "madre mía ¿soy yo?". No parezco yo, no me veo, no me veo… Nos encantó, fue súper bonito y muy emocionante, llorábamos y reíamos al mismo tiempo. Estamos todos enamorados de la película.
De Cannes a Madrid con los Premios Goya, ¿cómo está viviendo su nominación a Mejor Actriz Revelación? ¿Se lo esperaba?
Me decían que podía pasar pero yo no me lo creía, cuándo me llamó el productor para contarme que estoy nominada, le dije: "Se han equivocado, Rafa". Estoy contentísima y muy agradecida. Veremos a ver qué pasa. También estoy muy nerviosa, lo pienso y me muero de nervios.
Para calmar los nervios, ¿ha preparado o escrito alguna cosa para decir en la gala si le dan el Goya?
De momento no, pero lo escribiré.