Carmen Machi (Madrid, 1963) es madrileña de pura cepa, y sin embargo, lleva en los genes sangre italiana por sus antepasados genoveses. Siempre ha querido ser actriz y luchó por ello desde la adolescencia.
Carmen es, sencillamente, maravillosa. Hablar con ella es una fiesta, es rápida, fluida, entregada, lúcida, divertida, llena la conversación de colores, de expresiones propias, de imágenes que impregnan el aire...
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Y trasmite una pasión por lo que hace, por su profesión, por sus compañeros y por los proyectos en los que se implica, que resuena en su verbo llenándolo todo de generosidad, pero también de esfuerzo y compromiso con la vida.
Ya había pisado muchos escenarios, entre ellos el del Teatro de la Abadía de la mano de José Luis Gómez, cuando entró, para quedarse, en el salón de todas las casas españolas con Aída, su personaje en la serie Siete Vidas, que más tarde protagonizó su propia serie.
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Ha creado personajes imborrables en las películas de Almodóvar, Hable con ella (2002), Los abrazos rotos (2009); en el cortometraje La concejala antropófaga (2007) y en el largo Los amantes pasajeros (2016).
Nunca ha abandonado el teatro, intentando compaginarlo con proyectos cinematográficos, protagonizando funciones como Agosto, ¿Quién teme a Virginia Woolf?, Juicio a una zorra o, más recientemente, Prostitución, de Andrés Lima y Albert Boronat, en el Teatro Español de Madrid y posteriormente de gira.
En 2014 rueda la película más taquillera del cine español, Ocho apellidos vascos, por la que gana el Premio Goya Mejor Interpretación Femenina de Reparto, un año más tarde. Y es nominada al Goya Mejor Actriz Protagonista en 2016 por su interpretación en el largo de Marina Seresesky La puerta abierta.
En el año 2022 ha estrenado un abanico de trabajos diferentes: el largo Mañana es hoy de Nacho G. Velilla; la serie de Netflix Amor de madre, en la que despliega su inmenso talento de cómica, y el emocionante largo La voluntaria, de Nely Reguera, en el que da vida a una doctora maravillosa.
Así como el largo basado en hechos reales Llenos de gracia, de Roberto Bueso, y la especialísima película de Paco León titulada Rainbow. Y, por supuesto, Cerdita, ópera prima de Carlota Pereda, en la que interpreta a la madre de Sara, por la que ha sido nominada a Mejor Actriz de Reparto en la 37ª edición de los Premios Goya 2023.
No para, hasta que ella misma decide parar, reflexionar, reponer energías, estar con su gente, reaprenderse y respirarse para coger fuerzas con las que saltar de nuevo al ruedo para crear otras, nuevas, mujeres extraordinarias, muy diferentes entre sí, para la pantalla grande, la televisión o el teatro.
Porque Carmen es mucha Carmen y está llena de gente: “Tengo la suerte de que me ofrecen personajes muy diferentes. Me gusta hacer cosas que no he hecho, el vértigo de poder equivocarme me pone mucho”.
Su año 2022 ha sido espectacular en cuanto a la aparición de series y películas en las que ha participado, ¿cómo ha vivido todos los estrenos y las promociones?
Fue una cosa extraordinaria, tiene que ver con que la pandemia hizo estragos con las fechas, tampoco estoy tan loca como para ponerme a hacer tantas cosas, muchos proyectos se retrasaron de un año a otro, hubo que retomar y eso provocó que se produjera un “apelotone” de cosas que no me dejó ni un solo día libre.
Y, de pronto, todo se ha estrenado en 2022, fue muy loco, sin embargo, el año pasado no he trabajado tanto, por decisión, aunque no he parado de promocionar porque forma parte de mi trabajo, hay que hacerlo y hacerlo bien.
Si estás tan agotada que empiezas a notar que te cambia el carácter, se enciende una bombillita de alarma que significa que hay que hacer algo. Pero ahora estoy súper feliz con todos esos proyectos y encantada de la vida, en 2023 de nuevo me “arremango” y todo me hace mucha ilusión.
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Cuando le llegó la propuesta de participar como actriz en la ópera prima de Carlota Pereda, ¿usted conocía el cortometraje Cerdita que ha dado origen a la película?
Sí, había visto el corto que, para mi alegría personal, está protagonizado por Laura Galán, compañera de teatro y no sólo como actriz; Laura lo sabe hacer todo, es una crac en producción, es regidora, es ayudante de dirección, trabaja con el equipo de Andrés Lima desde hace muchos años... Yo le tengo un cariño, una admiración y un respeto, enormes.
Luego, al corto le dieron el Goya, y un día, en el teatro, entre cajas, ella me comentó: '¿Sabes que se va a hacer el largo de Cerdita?'. Me dio una inmensa alegría. Pasó el tiempo y me llamó Carlota Pereda para proponerme hacer el personaje de la madre, todo me pareció increíble.
Me hizo tantísima ilusión y aposté tanto por ese proyecto… Pero tenía un problema serio de fechas, estaba rodando en Grecia. Al final conseguimos organizarlo, yo lo quería hacer sí o sí, porque me interesaba muchísimo y porque todo lo que estaba pasando con Laura era precioso.
Admiro profundamente a Carlota Pereda, es buenísima dirigiendo y a mí me gusta mucho la película. Lo último que te esperas es que eso te lleve a una nominación a un premio Feroz y a un Goya: es una gran alegría porque vuelves a unirte al proyecto y a la gente del equipo, con la que fue una maravilla trabajar.
Antes de rodar Cerdita, ¿usted se había detenido a reflexionar sobre el tema principal que trata la película, el bullying? ¿Ha cambiado su mirada sobre el problema?
Yo no he sufrido bullying, al contrario, me he sentido a gusto en los grupos de los que he formado parte y además tengo la sensación de haber estado en los grupos de líderes.
Pero lo que sí me ha pasado, a raíz de la promoción de la película, es darme cuenta de cómo es bastante probable haber tenido, sin querer, ciertos comportamientos de acoso, de “pandi”. Echando la vista atrás piensas, ostras, ¿esto que pasó con esa chica era bullying?
En el caso de la peli Cerdita, ocurre así, el grupo de amigas de la protagonista, aliadas unas con las otras, siguen la voz cantante de una de ellas, la lideresa, y por no salirte del grupo caes enseguida, como un borreguito, y no sabes cuánto daño puedes hacer.
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Sobre eso sí he hecho una reflexión y he sido consciente de que yo personalmente no he hecho bullying, pero sí he formado parte de grupos un poco “cabrones” en ese sentido, yo y muchísima gente.
Eso siempre ha ocurrido y ocurre, al igual que la gordofobia o el hecho de hacer sentir mal al otro porque es diferente. Como sociedad somos así. Pero me parece maravilloso que en las nuevas generaciones estén muy bien concienciados, de base, ante esto.
Hablando de nuevas generaciones, Cerdita ha sido acogida por un público nuevo, numerosísimo y más joven, ¿ha sido decisivo el hallazgo de que sea una película de terror o thriller?
Sin duda, eso es lo que realmente ha ocurrido, el público de salas de cine, que probablemente no habían visto antes el corto Cerdita y que por lo tanto no sabían cuál era el tema, se ha acercado a la película para ver un thriller, o porque el cartel es llamativo, por la sangre, el título, etcétera, y luego se encuentran con otra cosa.
Cuando la película se presentó en el Festival de Cine de Sitges, lo que sorprendió es que había mucha gente joven, un público que me dejó fascinada, todo lo celebran, lo jalean, y lo curioso es que se identificaban con la protagonista, que es la que sufre acoso.
Sara/Laurita era una heroína, la cantidad de gente que se hacía fotos con el cartel de la peli era una locura. Hubo unos encuentros interesantísimos con el público y debates posteriores a la proyección, en los que vimos que la película remueve muchísimo.
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Otro de sus logros es que está contada, no como una comedia pero sí con humor, el lenguaje de la película es fantástico. Esta película ha calado mucho y ha concienciado a la gente joven.
Por otra parte, es tal la exposición que la directora hace del cuerpo de Laura, ese cuerpo desnudo, su carne, su belleza, toda ella y todo su dolor expuesto es tan grande, que la sigues, vas con ella, te olvidas de todo lo demás. La reacción de la gente es increíble.
¿Cómo ha construido su personaje? Esa madre preocupada por su hija y que, sin embargo, carece de las herramientas emocionales o culturales como para enfrentarse al acoso.
El retrato que se hace en la peli, de la sociedad y de esa madre es muy bueno: cuando hay un buen guion y una directora detrás como Carlota, que es fabulosa, que está ahí omnipresente pero casi no la notas, es estupendo.
En este guion estaba todo muy, muy claro, y luego se puede hacer una construcción libre del personaje, pero siempre sabiendo que estás ahí para servir a la historia, eres un vehículo, y pensando que lo que ve el espectador es lo que siente y ve a su alrededor la protagonista, porque esta peli está construida a través de la mirada de Sara, la adolescente.
La madre es uno de los varios personajes de la película que son culpables de todo lo que sufre esta criatura, por no saber cómo enfrentarse, porque no tiene herramientas, porque es una mujer amargada, no es feliz, proyecta en su hija toda su mierda, y todo eso está muy bien contado en guion, es muy parca en el propio texto.
Se trataba de conseguir que, con cada cosa que la madre dijera, el personaje de Laura Galán, la hija, se sintiera fatal, sin más y no pensando demasiado.
¿Qué opina de este añazo para el cine español en el que tantas cineastas han estrenado primeras y segundas películas de temáticas tan diferentes, ganadoras de festivales y/o premios como los Gaudí, Feroz o los Goya?
Creo que es una buenísima conjunción que este año haya tantas mujeres con óperas primas interesantes, además son películas que tienen que ver con el cine indie, de un presupuesto más bien pequeño que, sin embargo, han tenido éxito en taquilla, y eso es lo revolucionario.
Este cine apetece verlo, se está valorando y está compitiendo de una manera natural, como corresponde, yo lo veo muy natural, de verdad, sobre todo porque hay muchísimas mujeres metidas en el cine, ahora se está dejando aflorar su talento, por fin, y nos estamos beneficiando muchísimo de ello.
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Creo que esta generación de cineastas, de mujeres y de hombres jóvenes, es muy talentosa, con un arrojo increíble, con voz propia, diferentes, pero con algo en común, una temperatura muy bonita y también muy dura.
Es un momento importante para reflexionarlo, para ver qué está pasando en el mundo y qué está pasando en la vida porque, definitivamente, lo que ellas y ellos nos cuentan interesa y el espectador lo disfruta mucho. Es un año increíble.
Su vinculación y experiencia con los Goya es larga y fructífera, ¿cómo ha sido su relación con los premios? ¿Cómo está viviendo ahora su nominación por Cerdita?
Sinceramente, a los premios les doy el valor —que es mucho— que realmente tienen, no reparo ni lo pienso demasiado. Para mí, la nominación o el premio es una celebración para la película, no es una cosa de uno porque se hayan fijado en mi trabajo, es un reconocimiento que tiene que ver con la película.
En el caso del Goya que gané por Ocho apellidos vascos, sí fue inesperado porque nunca se había premiado la comedia, pero como esa película fue un fenómeno tan, tan grande, era la manera, supongo, no sé, de agradecerlo, por parte del cine español.
Fue una cosa muy bonita de vivir, pero porque la película ya era y sigue siendo la más taquillera de este país, y todo lo que ocurrió fue muy bestia. Eso es lo que simbolizó, para mí, ese Goya, una coronación a un proceso espectacular e inesperado.
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La nominación por la película La puerta abierta, emocionalmente fue muy importante para mí. Era una peli pequeñita, de nuevo te alegras por la película, en mí ni reparé. Bastante gustazo es que te propongan ese tipo de trabajos, que los puedas hacer, que salga adelante la película, que se llegue ¡a estrenar! y además estar en la terna de los Goya, fue muy bonito.
Y con Cerdita me ocurre tres cuartos de lo mismo, para mí, el hecho de que a Carlota se le ocurriera un día que yo podía hacer esta peli y que pensara que yo iba a decir que no… pero ¡¿cómo que no?!
Buscar la manera, hacerla, formar parte de ello y que de pronto, la película tenga seis nominaciones a los Goya, Pues ¡estoy súper feliz! Yo lo vivo así. Se trata de vivir la alegría de que a la película le esté pasando todo esto tan inesperado. Y, por otra parte, no puedo estar más asombrada de los trabajos maravillosos de mis compañeras de nominación.
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En este momento de su vida, cuando se queda a solas consigo misma, ¿qué le pide a la vida? ¿En qué lugar propio, personal, íntimo, se encuentra bien?
La vida pasa, creces, acabo de cumplir 60 años, y ha sido una celebración magnífica porque cada vez vas valorando más las cosas buenas que te ha dado la vida. Mis padres son muy mayores, tienen 90 años, los he traído a vivir cerca de mí, los veo mucho, los veo bien.
Mi celebración de la vida tiene que ver con la propia vida, con cumplir años para seguir ahí, intentando ser feliz, cada día. Y hacer solamente lo que quiero hacer, no lo que a nadie le interese, porque en la vida, a veces haces las cosas porque quieres o porque las necesitas, pero otras veces las haces porque a otros les va bien que las hagas, y eso a mí no me gusta, no quiero hacerlo.
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Echo la vista atrás y hacia delante, y me parece igual de apasionante lo que está por venir y lo que he vivido. Es valiosa esa serenidad que se adquiere, creo, con el tiempo, y cuidarse, quererse y querer lo que haces, todo muy básico.
Por fortuna tenemos un oficio que es una maravilla, como les pasan tantas cosas a nuestros personajes, cuando te toca estar contigo misma lo que quieres es que ya no te pase nada, piensas, ya he hecho la catarsis, ya he llorado, ya he reído, ya está, ya nada más.
Por eso doy gracias por dedicarme a lo que me dedico, por trabajar, por disfrutar y por todo lo que me regala este oficio, que tiene que ver con una manera de vivir, la que quiero seguir teniendo. Y en mis momentos de intimidad, a descansar. ¡Si tengo la cabeza llena de señoras!