Almudena Alberca (Madrid, 1978) es directora técnica del grupo Entrecanales Domecq e Hijos y vocal de su consejo de administración. Es ingeniera técnica agrícola, licenciada en viticultura y enología y la única mujer española con el título “Master of Wine”, el más prestigioso del mundo del vino. Solo lo tienen 420 personas. Supone años de catas y estudios sobre todo lo concerniente al mundo del vino y Almudena lo sabe todo.
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Tras leer esta entrevista, tendrán las mismas ganas que yo de probar un vino de Almudena Alberca. Tiene la personalidad, el conocimiento, el saber hacer y la pasión para embriagarnos. Cosme Palacio, El Secreto, Caserío de Dueñas, El Aeronauta, La Poda, Anzil, son algunos de ellos.
¿Cómo está siendo la vendimia?
Es un año rarísimo. Llevo 20 años haciendo vino y nunca había vendimiado tan pronto, con 15 días de adelanto en todas las denominaciones de origen y a la vez. Además, hemos tenido un problema de mano de obra. Normalmente, va secuenciada por las distintas zonas, y, en muchos casos, no ha dado tiempo a que llegue. Todo ha sido complicado y algo caótico. Ha habido que poner altas dosis de imaginación y paciencia.
¿Por qué los vinos tienen cada vez más graduación de alcohol?
No podemos hablar de que el cambio climático va a venir, ya está. Yo empecé en el 2003 y diría que, desde el 2010, no ha habido ninguna vendimia igual. El aumento de la temperatura está provocando un aumento de los grados. También influye la tecnificación de la viticultura. Y que a partir de 2005 esta concentración se empezó a entender como un atributo.
¿Qué efectos se prevén con el cambio climático?
Creo que es una transformación tan rápida que no queremos creer que vaya a ser tan severa como nos están anunciando. Nosotros estamos muy concienciados e intentamos adelantarnos en la medida de lo posible.
¿Cómo?
En algunas plantaciones estamos usando clones que sean menos demandantes de agua. También hemos enterrado el riego para gastar menos. Tenemos un estudio con el Instituto Tecnológico Agrario con diez o doce variedades autóctonas que estaban casi extintas. Tenían un ciclo más largo, eran más ácidas, maduraban más tarde y generaban menos alcohol. Antes eran menos interesantes, cuando el objetivo era producir bastante y tener alcohol.
Además, estamos plantando otras variedades e intentamos comprar uva, por ejemplo, en Ribera, en las zonas más altas. Y estamos colocando placas solares, aislando bodegas… Intentamos hacer lo que está en nuestra mano. Y vamos muy lentos.
¿Cree que hay concienciación del cambio climático?
En charlas de vino se sigue hablando de que lo más importante es el “terroir”, el sitio, tu viña… Deberíamos estar pensando en qué variedades plantar para poder aclimatarnos paulatinamente. Por ejemplo, Burdeos lleva 4 o 5 años haciendo pruebas con diferentes variedades, entre ellas el albariño. Ya sabemos, no el español, sino el portugués… Buscan variedades que se puedan adaptar para mantener el estilo de sus vinos o sumar algo. Y ya las han autorizado.
¿Por qué España tiene tan poco prestigio a nivel internacional?
Somos los terceros productores en cuanto a volumen de litros. La verdad es que tenemos condiciones, pero nunca nos hemos vendido bien. No somos capaces de establecernos como uno de los productores de máxima calidad. De momento estamos en una muy buena relación calidad/precio.
¿Cómo puede una botella de un vino joven correcto costar dos euros?
Digamos que nuestra cadena de producción está un poco desequilibrada. El viticultor español no está recibiendo en muchas ocasiones el precio de uva que debería. Ahora está regulado por ley y se supone que no se puede vender por debajo de los costes de producción. En Champagne, por ejemplo, el kilo de uva está a 6 o 7 euros. Esto significa que la cadena del vino genera mucho valor, desde el sector primario hasta el consumidor final.
¿Tras de obtener el título Master of Wine (2018) la consideran más?
Yo creo que sí (ríe). Master of Wine es el título más importante en el mundo del vino. Sin embargo, los países productores -Francia, Italia, España y Portugal- se interesan más por gestores, enólogos, ingenieros de campo... En Inglaterra tiene mucho más reconocimiento, porque se otorga ahí. Ellos, sobre todo, compran y venden.
¿El gusto se aprende?
Todo el mundo puede correr 100 metros lisos, otra cosa es que vayas a ser el primero en las Olimpiadas. Tienes que tener una habilidad innata y, a medida que entrenas y la desarrollas, vas adquiriendo un nivel. Es como si fuera tu diccionario del mundo de los sabores y olores.
¿Cómo varía el paisaje según la cepa y la nueva viticultura?
Cambia muchísimo en cada zona. Es tan bonito porque cada lugar tiene su personalidad. Por ejemplo, en Rioja se respira vino, tradición, cultura de vino. Los pueblos viven de ello. Todo el mundo sabe y ha hecho vino en su casa.
¿Qué importancia tiene el suelo?
Mucha. Necesitas un suelo sano, vivo, donde no se usen muchos productos químicos. Hay suelos que tienen mayor potencial de envejecimiento, otros que son capaces de trasladar matices diferentes a las uvas, pero también hay uvas que son vehículos de transmisión de esos suelos.
Igual de importantes son el resto de los factores como la variedad, el macroclima de la zona, el microclima dentro de ésta, la pluviometría, el rango de temperaturas y el factor humano. Llevo trabajando muchos años con un viñedo viejo que me encanta en Ribera del Duero. Antes lo llevaba el padre y ahora el hijo. Pues el hijo hace uvas diferentes a las de su padre.
¿Cómo es un día en la vida de Almudena Alberca?
Muy intenso. Siempre varía. Trabajo con los equipos, visito las bodegas, a los clientes, hago presentaciones, mucha cata y planificación. También hay una parte solitaria. Voy de proyecto en proyecto. Mi puesto es una pieza angular entre la gestión de las bodegas y trasladar todo ello a marketing, a comercial y a la dirección.
¿Usted decide cuándo vendimiar?
Sí. Llevo la dirección técnica de viñedos (propios y de aquellos a los que compramos) y de las bodegas. El diseño de cómo va a ser el vino final empieza en el campo.
El otro día, con el enólogo de La Rioja, catamos 50 muestras de uvas para determinar el momento óptimo para vendimiar y también para separar las calidades. El equipo se encarga del día a día de la bodega y yo trabajo con ellos en el futuro próximo y a medio y largo plazo.
¿Después de probar 50 tipos de uva se acuerda de cuál es cuál y tiene capacidad de seguir diferenciando?
Tomo notas. De memoria te acuerdas de unas cuantas, pero las que son estándar, que no te generan ninguna emoción o sensación intensa, son más fáciles de olvidar. En realidad, el paladar se desgasta… Intento alternar. Pero este año, como tenemos todas las bodegas a la vez…
¿Cuántos vinos ha creado?
No los he contado. Siempre he trabajado en bodegas que querían hacer transformaciones integrales de sus proyectos. Actualmente en Entrecanales bastantes. En Rueda había sólo un vino y hemos hecho 4 o 5 nuevos. Hemos hecho los de Valdeorras, Secreto, rehecho los estilos que existían, muchos, muchos… Unos 20.
¿Cuál sería el sello de Almudena Alberca?
Yo creo que siempre me gusta sacar lo mejor del lugar y hacer vinos con personalidades diferentes, muy respetuosos tanto con el medio ambiente como con la manera de elaborarlos.
Para mí es muy importante el campo. Le dedico mucho tiempo. No es tanto qué haces en la bodega, sino cómo cuidas lo que ya has seleccionado para que llegue a este proceso final. También que sean vinos honestos que representen lo que son, fieles a su año, desde el principio hasta el final, pero cuidándolos mucho. Sin trampa ni cartón.
¿Hay cultura del vino en España?
Si tuviéramos cultura, el vino estaría en nuestras vidas. ¿Qué hay en una fiesta popular? Cerveza, ginebras... Nos hemos convertido en el país de moda de consumo de ginebra, teniendo un producto como el vino, que es del campo, de nuestros pueblos, que mantiene espacios naturales y que es mucho más saludable que un destilado.
En Francia, aunque sea en una frasca de vino intragable, allí está, encima de la mesa. Aquí tienes refrescos. En Burdeos encuentras gente de distintas edades en un bar con una carta de vinos increíble disfrutando del vino con un aperitivo. Si fuéramos capaces de incrementar esa cultura del vino, podríamos incrementar el valor de nuestras zonas. Somos nuestros propios embajadores.