La felicidad es el sueño más antiguo de la humanidad. Desde que tenemos uso de razón queremos experimentarla, huyendo y temiendo cualquier otro tipo de emoción que implique lo contrario. A pesar de su eterna búsqueda, no todos podemos poner sobre la mesa que somos plenamente felices.

Desde hace más de 80 años la felicidad es el objeto de estudio de millones de expertos, psiquiatras y profesionales de la salud. Mientras que algunos de ellos aseguran que es una emoción que no debemos de buscar, otros lo simplifican a una pregunta: si no sabemos qué nos hace felices, ¿cómo vamos a poder serlo? 

En la década de 1980, cuando los datos del estudio sobre la felicidad más antiguo del mundo comenzaron a mostrar que las buenas relaciones nos mantenían más sanos y felices, los investigadores realmente no lo creían. Sobre todo, para aquellos que priorizan estar solos a pasar tiempo con sus amigos.

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Robert Waldinger es un psiquiatra de Harvard que investiga la felicidad. Actualmente, es el director del estudio de Desarrollo Adulto de la institución universitaria, que es la mayor investigación sobre el bienestar que se ha hecho en el mundo, y acumula 86 años. Más de 20 con Waldinger como director.

Consiste en una investigación con un enfoque único, ya que en lugar de fijarse en factores externos como el dinero o el estatus social, se centra en cómo las relaciones interpersonales son las responsables de la felicidad de las personas. Y así lo corrobora con el método del tren.

Qué es el método del tren

Actualmente, se considera que la soledad es tan perjudicial para la salud como fumar. Los expertos aseguran que cuanto más conectado socialmente estés, más probabilidades tendrás de vivir más y vivir mejor; sin embargo, cuando nos dan la opción de elegir, preferimos estar solos.

"Imagina que estás en un tren. Hay extraños sentados a tu alrededor. Quieres disfrutar del viaje en tren más agradable posible y tienes dos opciones: o disfrutas del camino en soledad o hablas con un extraño, ¿cuál eliges?"

Adolescentes viajando en un tren. Istock.

Es una pregunta tan obvia, que muy posiblemente la gran mayoría de nosotros ni nos replanteemos la primera opción. Incluso, que la evitemos en el caso de que se nos presente. De esta mentalidad nace la reflexión del experto en felicidad: el método del tren, una teoría que tiene como fundamento un estudio de la Universidad de Chicago.

Los investigadores de la Universidad convirtieron su tren de cercanías en un experimento de predicción afectiva. Pidieron a los viajeros que predijeran cuál de dos escenarios (hablar con un extraño u ocuparse de sus propios asuntos) sería una experiencia más positiva.

Divididos en dos grupos, cada uno de ellos tuvo que exponerse a la circunstancia elegida. O bien mantenerse en silencio o mantener una conversación con otra persona. Cuando terminó el viaje, preguntaron a los viajeros cómo se sentían con respecto al trayecto.

Cuando se pidió a los viajeros que entablaran una conversación, la mayoría tuvo una experiencia positiva y calificó su viaje como mejor de lo habitual. Lo cual demostró lo que los expertos llevan años asegurando: conectarse con los demás aumenta la felicidad, pero los extraños que se encuentran muy cerca habitualmente se ignoran unos a otros. 

El error en la visión de la felicidad

Antes del viaje, la gente predijo abrumadoramente que hablar con alguien que no conocía sería una mala experiencia y que mantenerse en silencio sería mucho mejor. Sin saberlo, lo que estaban haciendo era pronosticar aquello que les haría felices y aquello que, simplemente, no soportarían. 

Funcionamos bajo pronosticaciones durante toda la vida, creemos que alguien no nos va a caer bien, que una comida no nos va a gustar o incluso, decimos que no a planes porque simplemente creemos que nos lo vamos a pasar mal.

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Hay muchas investigaciones como esta que sugieren que los seres humanos son malos en la predicción afectiva. No solo en situaciones de corto plazo como el tren, sino también a largo plazo, cuando tendemos a fallar a la hora de pensar en los beneficios de las relaciones. 

Crecemos con base en una mentalidad que nos "obliga" a estar solos, no porque queramos, sino porque buscamos evitar el posible problema de conectarnos. Evitamos aquello que creemos que nos hará sentir mal —y de hecho, nos obligamos indirectamente a sentirnos de esa manera— y buscamos otras cosas que nos harán sentir bien. 

No solo nosotros predecimos qué nos hará felices, también la cultura en la que vivimos o aquello que consumimos. Como por ejemplo, todas las influencers de la actualidad nos hacen creer que esa vida que llevan es la causante de su bienestar. 

Cómo saber qué nos hace felices

A pesar de que resulte muy complicado e indirectamente casi siempre nos obliguemos a decidir qué nos hace felices, el experto revela un truco para mejorar esta predicción acerca de lo que nos puede provocar bienestar.

El primer paso es darnos cuenta de cuándo nos sentimos bien y realizar un seguimiento, de qué experiencias en cada momento aumentan nuestra energía y nos brindan satisfacción. 

También debemos hacerlo de forma contraria, observar aquellas cosas que se supone que deben hacernos felices, pero que en realidad nos bajan el ánimo. Tener una lista mental de qué priorizar y qué no, nos ayudará a ser más felices.

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Conectarse con extraños puede no traer los mismos resultados a largo plazo beneficios como conectarse con amigos; sin embargo, la conclusión del experto es que a pesar de que no tenga comparación, sigue siendo mejor que permanecer aislado.

Si nos hace felices relacionarnos con los demás o hablar de nuestro día, ¿por qué vamos a temer el momento en el que un extraño nos habla? O, directamente, ¿por qué no vamos a ser nosotros quienes establezcamos la conversación?