Hay quien logra sus objetivos sin importar el precio que debe pagar para ello. La ambición por conseguir algo es mucho más poderosa que las desventajas que pueda acarrear tal objetivo y esa decisión, a la larga, puede conllevar consecuencias irrefutables.
Ser ambicioso no es negativo, pero no todo vale. Alcanzar el éxito a través de esfuerzo y constancia es una de las maneras más gratas de conseguirlo. El problema viene cuando se llega a la meta de una manera poco ética y con resultados no tan positivos como se esperaba.
Haciendo referencia al terrible desenlace de la historia de Ícaro en la mitología griega, en la que el joven quiso volar tan alto y por el camino más corto que el sol terminó quemándole las alas, este síndrome emula un trastorno (el de Ícaro) que cada vez más preocupa a los expertos en psicología.
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Se trata de un conjunto de signos que pueden aparecer en algunas personas con cierta obsesión en superarse a sí mismo, aun asumiendo un riesgo excesivo para conseguir su principal interés.
Este trastorno compulsivo que, con frecuencia, implica daños colaterales irreparables, se da cada vez con más frecuencia en una población con unas metas muy claras, que no duda en conseguir su meta a cualquier precio.
Características del síndrome de Ícaro
El exceso de ambición y autoconfianza en sus habilidades, al igual que Ícaro, puede provocar una fuerte caída o fracaso. Las alas del personaje, fabricadas con cera y plumas, no pudieron frenar el horrible final que vivió, a pesar de las advertencias de su padre, Dédalo, quien le construyó las alas.
Las personas que sufren el síndrome de Ícaro comparten una serie de comportamientos, a menudo difíciles de identificar. Sin embargo, todos tropiezan con los mismos errores que, como Ícaro, le llevaron a su peor final.
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Exceso de ambición. Las grandes ambiciones y los objetivos muy altos, a veces sin considerar los riesgos asociados, son las principales características de este trastorno.
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Sobreconfianza. Las personas con este síndrome tienden a sobrevalorar sus capacidades y habilidades, creyendo que son invencibles ante cualquier desafío que se les presente.
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Ignorar advertencias. A menudo, estas personas ignoran las advertencias y consejos de otros, creyendo que lo saben todo y que no hay reglas ni normas que les afecte a ellos.
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Riesgo de fracaso. El riesgo que corren estas personas, debido a su comportamiento arriesgado y su tendencia a sobreestimar sus habilidades, no tienen en cuenta los fracasos significativos que asumen.
- Perfeccionismo. Estas personas pueden mostrar un comportamiento obsesivo para alcanzar el perfeccionismo en sus actividades, resistiéndose a aceptar el fracaso o la derrota.
Cómo prevenir el síndrome de Ícaro
Aunque no existen unas pautas establecidas para tratar este trastorno e incluso en ocasiones se necesita terapia psicológica para abordarlo, los especialistas sí recomiendan una serie de conductas que se pueden adoptar.
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El autoconocimiento y la reflexión es uno de los primeros pasos que deben tomar las personas con síndrome de Ícaro. Ser consciente de sus propios patrones es clave para superar este problema.
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Debes establecer límites personales saludables, sin olvidar respetar los límites físicos y emocionales. Para ello, lo mejor es saber cuáles son los riesgos asociados y aprender, de este modo, a controlar las acciones.
- Aprende técnicas para afrontar el estrés, la ansiedad o cualquier otro tipo de emoción que te lleve a tener cierto tipo de comportamientos.
- Cultiva relaciones sociales y familiares en las que te puedas apoyar, que te brinden seguridad y estabilidad emocional.
- Realiza actividades alternativas, lejos de ese objetivo final que te obsesiona. Acciones que canalicen tu ansiedad y energía.
Para adoptar cualquiera de estas acciones y técnicas, es importante dejar a un lado la obsesión por conseguir ese objetivo concreto.