El estrés es un sentimiento que nos acompaña a lo largo de nuestra vida. Por mucho que seamos ese tipo de persona que cree que lo tiene todo bajo control, precisamente en ese instante, cuando un pequeño matiz se descuadra, aparece para recordarnos que somos tan impredecibles como el resto.
Aparece cuando menos nos lo esperamos, pero también hay ocasiones en las que sabemos que nos vamos a estresar, como cuando no llegamos a tiempo a una cita importante, nos dormimos después de que suene la alarma o incluso, hemos respondido mal a una persona que nos importa mucho.
La terapia de Watsu es una forma de terapia acuática (hidroterapia) que consiste en estiramientos, masajes y acupresión en la comodidad de una piscina. En el Antiguo Egipto ya valoraban el agua como aliado frente al estrés, y de hecho, se decía que el agua era una compensación por la libertad que el alma pierde en su forma corpórea.
La terapia Watsu, en la antigüedad
El término Watsu proviene de las palabras "agua" y "shiatsu". Shiatsu es un tipo de masaje tradicional japonés que utiliza la acupresión para promover la relajación. Con el paso del tiempo, el culturista y poeta acuático Harold Dull, originó la terapia Watsu de la misma mentalidad.
Dull enseñó Zen Shiatsu, en 1980, y observó quelas técnicas de shiatsu eran más efectivas cuando se practicaban en el agua, de hecho, comprobó cómo los músculos y tejidos del cuerpo se relajaban mucho más. Desde entonces, son muchos los que practican la técnica y comprueban sus resultados.
Lo cierto es que esta idea del agua como aliada frente sentimientos de tensión física o emocional no viene de ahora, y es que desde el principio de los tiempos, hace miles de años, se empleaba como agente terapéutico
Para los antiguos, el agua, en general, ha sido un elemento sagrado, y en particular las aguas termales, han sido objeto de culto y respeto. Muchas culturas tenían como tradición su uso ritual, incluso en la Grecia antigua, Homero citó los baños termales como uno de los placeres de su época.
Los beneficios de la terapia Watsu
Generalmente, la terapia Watsu se utiliza para aliviar el dolor y el malestar causado por una variedad de dolencias. La idea es que la resistencia del agua alivie la tensión física y fomente la relajación, lo que favorece la salud general.
Las sesiones se realizan en piscinas con agua muy caliente, de hecho, el agua tiende a calentarse para que alcance la misma temperatura de la piel. Durante la sesión, un terapeuta mueve suavemente nuestro cuerpo en el agua. Esto se conoce como hidroterapia pasiva, porque no es necesario realizar los movimientos activamente.
Además de mejorar la movilidad, esta técnica es capaz de aliviar el dolor. En un pequeño estudio, nueve mujeres embarazadas sanas experimentaron niveles más bajos de dolor después de la terapia Watsu. Los investigadores atribuyeron esto al efecto terapéutico de la inmersión en agua sobre el impacto en las articulaciones.
El agua tiene efectos sobre los receptores del dolor, también conocidos como nociceptores. Los expertos sugieren que la presión y viscosidad de los fluidos reducen la estimulación de estos receptores, lo que también disminuye la percepción del dolor.
Pero, entre sus principales beneficios y uno de los motivos por los que muchas personas optan por esta técnica es su capacidad para reducir el estrés y la ansiedad. En general, el dolor aumenta la ansiedad, al controlar el dolor, Watsu puede ayudar a aliviar la ansiedad.
El agua alivia la tensión física y, por tanto, fomenta la relajación. Esto favorece la salud en general. Ayuda a alcanzar estados muy profundos de paz, que impulsa a que nuestro organismo se autorregule.
La sensación de ingravidez mientras se está en el agua, combinada con los estiramientos y el masaje del Watsu, deja a quienes lo practican con una sensación de paz abrumadora después de un tratamiento.
La natación como alternativa
Una alternativa a la terapia de Watsu, es, simplemente, la natación. De hecho, es considerada como una fuente de la eterna juventud, ya que promueve la liberación de sustancias en el cerebro que mejoran la cognición y la memoria, gracias, en parte, a que contribuye a establecer nuevas conexiones cerebrales.
Los beneficios físicos de la natación son innegables. Es un ejercicio muy completo que pone en marcha a los principales grupos musculares del cuerpo. Estimula el sistema cardiovascular y el trabajo que realizamos puede tener más resultados, ya que supone más esfuerzo hacer ejercicio en el agua.
Pero, psicológicamente hablando, este deporte ayuda a nuestro organismo a luchar contra el estrés oxidativo y los radicales libres, reduce los niveles de estrés y mejora nuestro sistema inmunitario. Por lo que apuntarnos a clases de natación puede ser una alternativa excelente si queremos reducir el estrés.
El movimiento rítmico de la natación nos hace entrar en un estado meditativo. Reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y mejora nuestro estado de ánimo en general. Además, aumenta la producción de serotonina, una de las hormonas de la felicidad, por lo que no podemos pedir mucho más.