Según los datos de Henley Passport Index, recogidos por Visual Capitalist en el año 2024, España está posicionada entre los países con los pasaportes más poderosos del mundo, compartiendo pódium con Francia, Alemania, Italia, Japón y Singapur.
¿Qué significa esto? El poder de un pasaporte no solo depende de la cantidad de países a los que se puede acceder sin visado, si no, de la percepción global de su gobierno y la seguridad política y económica del país.
Tener un pasaporte como el español es un reflejo de la posición que ocupa el país en el mundo y tiene un impacto significativo en la vida de sus ciudadanos como, por ejemplo, la facilidad con que se tramitan los papeles para entrar en un país y que estos no se demoren durante días, semanas o incluso meses.
Preparando la salida
Durante muchos años, el pasaporte español venía con coletilla: "Válido para todos los países, excepto Corea del Norte, Mongolia Exterior y Albania". Es suficiente que le digan a la viajera que no pruebe la tarta para que se pida dos platos de la más dulce, sabrosa y suculenta que se le presente. Movida por la curiosidad de saber que esconde este país 'prohibido', Albania es un destino al que muchas viajeras acuden por sus playas, sus montañas y su ubicación.
Aunque la República Parlamentaria de Albania no pertenezca a la Comunidad Económica Europea, se encuentra a tan solo tres horas de vuelo desde Madrid y los precios del viaje, si se hacen a través de Italia, se pueden conseguir bastante económicos comprándolos con antelación.
Para entrar el país se necesita el DNI o el pasaporte con una validez mínima de 3 meses y, si la estancia es inferior a 90 días, la ciudadana española no necesita aportar ningún visado.
Una herramienta gratuita y confidencial para la seguridad es inscribirse en el Registro de viajeros del Ministerio de Asuntos Exteriores, de esa manera, la persona que viaja hasta Albania estará localizada en caso de una emergencia grave.
Playa y montaña
Albania es un país que no atrae tanto turismo como otros lugares más próximos a él, pero sí que acoge el movimiento de sus propios habitantes cuando se desplazan para conocerlo.
En los meses de temporada estival, las playas suelen estar abarrotadas de sus vecinos italianos, macedonios y kosovares que, cautivados por sus aguas cristalinas, monopolizan las carreteras y los restaurantes de la Riviera.
Hacia el interior, la joya oculta en el corazón de los Balcanes cautiva a sus visitantes por la belleza natural de sus parques, montañas y aldeas. Si la viajera se desplaza hasta Theth, Berat o Girokastër, notará como, distraídamente entre pueblecitos de cuento y montañas rugosas, retrocede en el tiempo y disfruta de la tranquilidad de la corriente slow life. Pero, ¿y su capital? ¿Qué cuenta Tirana sobre su historia y su pueblo?
Tirana, capital del imperio
La ciudad de Tirana es una verdadera muestra de la regresión al pasado que desprende todo el país. Parece que, porque no disponga de grandes monumentos ni avenidas reconocidas, vaya a decepcionar a la turista, pero, lejos de la realidad, solo hay una cosa que la viajera debe de hacer cuando descanse sus pies sobre ella: fijarse. Fijarse muy bien.
Durante cincuenta años, a Tirana la fueron destruyendo poco a poco, borrando su huella, su pasado, su personalidad. La sumieron en un estado de pobreza tan grande que no se diferenciaba del resto de ciudades del país y parecía que, con un simple soplido, el aire del norte fuera a derrumbar sus edificios esqueléticos. Mirar y comprender es primordial para comenzar un viaje que no solo será un auténtico placer, sino un descubrimiento en muchos sentidos.
Con los ojos de una escritora
El tío Enver había muerto y su desaparición abría muchos frentes en la cabeza inquieta de una niña de once años. A la pregunta de si había vida después de la muerte, seguía el adoctrinamiento por parte de la profesora sobre la religión y el descubrimiento de que sus padres son musulmanes (no eran, son).
"Cuando reflexiono sobre los misterios sin resolver de mi niñez, los veo como parte de una verdad que siempre estuvo delante de mis ojos. No tenía acceso a las repuestas porque no sabía cómo hacer las preguntas correctas".
Lea Ypi exporta su historia al lector en un momento de transición sumamente importante en Albania. A través de su primer titulado Libre (Anagrama, 2023), relata con elegancia los últimos años bajo el régimen comunista de Enver Halil Hoxha, el tío Enver, detallando la caída del país en el mercado libre y el avance desmedido hacia el liberalismo global.
No hay aspavientos ni fuegos artificiales en su narración, pero sí muchas anécdotas y veracidad. Tampoco hay análisis geopolíticos ni peroratas sobre la política, pero sí mucha ingenuidad infantil e inteligencia.
Una Albania encasillada
Como la viajera que mira cuando se desplaza, la lectora que observa cuando le encontrará en la historia de Ypi tremendos gestos de generosidad que desbordan los sentimientos en cada capítulo.
El hecho de que la madre de Lea compre en el mercado negro una lata de Coca-Cola vacía (foto que se utiliza para la portada del libro) como un objeto exótico y decorativo muestra qué tipo de lugar quiere fotografiar la escritora.
O el momento en que esta joven preadolescente asocia la llegada de los turistas con el olor de la crema solar, es tan tierno como intuitivo. En su narrativa muestra una ciudad sumergida en un país adoctrinado por la colectividad donde nadie les enseñó a convivir con la escasez porque, sencillamente, no conocían otro método de vida. La apertura fue una sorpresa convulsa que no vino de la mano de la libertad ni tampoco de la justicia.
La Plaza Skanderberg
Actualmente, Albania corre a toda prisa para recuperar el tiempo perdido y ponerse a la misma altura que el resto de Europa. El centro neurálgico de Tirana se llena de grúas que perfilan el escenario de una nueva ciudad llena de rascacielos que empiezan a crecer desesperadas.
La sorprendente mezcla de escenarios sitúa a la viajera en una Plaza de Skanderberg que parece sacada de una película en blanco y negro mientras dos edificios mastodónticos la escoltan, el Museo Nacional de Historia y la Ópera.
También en esta plaza se encuentra la estatua ecuestre del ídolo albanés que da nombre a la misma y que es considerado un héroe nacional por su lucha y resistencia frente al Imperio Otomano y, un poco más adelante, uno de los pocos monumentos antiguos que conserva la capital, la Torre del Reloj y la Mezquita Et’hem.
La Pirámide de Tirana
Otros de los lugares donde puede acudir la viajera en su recorrido turístico se encuentra en el centro de la capital albanesa y es uno de los refugios antinucleares de la época comunista, el Bunker Art 2 se ha reconvertido en museo y, en la actualidad, es un centro de exposiciones.
El Castillo de Tirana es una zona peatonal y está copado de bares, restaurantes y tiendas que compiten con el Bazar Pazari i Ri que, además de ser una plaza animada por la restauración local, también es un mercado moderno con puestos de fruta, verdura y recuerdos.
Aunque, para barrio cool, el Blloku: durante la dictadura fue el lugar de residencia de los altos dirigentes del Partido y estaba vetado al ciudadano de a pie, siendo, en este momento, uno de los barrios de moda por la gente joven. Uno de los edificios de dudosa belleza fue promovido por la hija de Enver Halil Hoxha y concebido para albergar un museo en honor de la memoria del dictador.
La Pirámide de Tirana ha sido transformada radicalmente y, tras ser el 'monumento de la vergüenza' se ha convertido en otro de los lugares de encuentro de la gente joven de la capital.
Se tiende a pensar que, cuando se viaja, el movimiento mueve la mente dirigiendo los pensamientos hacia el futuro. Nada más lejos de la realidad, en Albania la vida sigue, sí, pero menuda vida, la que observa la viajera cuando se gira sobre espalda y vuelve a mirar con detenimiento el camino recorrido. "El juego dependía totalmente de ti, siempre y cuando dominaras las reglas".