Ser reincidente no siempre es malo. En el caso que nos ocupa, es más bien lo contrario. Porque yo ya había sido nombrada 'Top 100 Mujeres Líderes en España' en dos ocasiones. Es más, podría afirmar que conocía el proyecto de listar mujeres relevantes españolas desde los preámbulos de su gestación.
Pero en esta tercera ocasión la situación era diametralmente diferente. Porque entraban y de manera neta los afectos. Desde luego, hacia quien había creado el ranking y lo había mantenido los diez primeros años, Mercedes Wullich. Y, especialmente el afecto hacia Cruz Sánchez de Lara, vicepresidenta de EL ESPAÑOL y editora de magasIN, convertida, ella sí, en maga que había cogido la varita mágica para que esta publicación dedicada a las mujeres fuera la nueva editora también de este listado de líderes.
Ella dice que no es generosa, que da cariño por egoísmo, por lo bien que sienta la vida cuando se ofrece. Sea como sea, egoísta o generosa, estar como yo estaba nominada por tercera ocasión, nos hacía muchísima ilusión a ella y a mí. Ya digo, intervenían los afectos.
Y llegó el día. Y podríamos decir que se hizo la luz sin temor a ser cursi. Era de noche, pero había tanta luz en el Teatro Real, que deslumbraba. Con tantas mujeres –he de decir que con muchos hombres–, con tanta belleza, con tanta inteligencia… Normalmente estas galas se realizan en torno a la fama de las estrellas, incluso solo televisivas.
En esta brillaban otras y así lo sentíamos. Y éramos felices. Lo dijo Cruz en su discurso, recomendando educar a las niñas no para ser famosas sino para ser felices. Éramos niñas… y seguro que muchas con zapatos nuevos. Era una fiesta para brindar por el liderazgo de mujeres –hay muchas más que las cien del ranking– y eso significa mucho, porque equivale a poner el foco en el talento femenino, que ya sabemos todos que está ahí, pero a veces las circunstancias lo esconden… y nos gusta exhibirlo.
Así que sí, solo el mero hecho de saber que allí estábamos rodeadas de tantas mujeres influyentes, auténticas, de redes, era un compromiso, una responsabilidad y por qué no reconocerlo, un orgullo. Porque hablo por todas para decir que los caminos no son sencillos: los de nadie que ostenta algún tipo de liderazgo, por incipiente que sea.
Implica trabajar con tesón, vivir con pasión, saltar obstáculos, caer, volver a empezar, subir como la espuma y desvanecerse… o no. Implica dormir poco, pensar mucho y disfrutar, pero también sufrir, estudiar, leer, hablar, organizar, a veces mandar, reírse de la conciliación y pelear por ella… Me quedo corta.
La noche del 22 de febrero de 2023 brillaba. Brillábamos las mujeres y el talento. Brillaba la excelencia. Y saberse ahí ya simplemente como candidata a Top 100 significaba un cierto viaje por el sistema nervioso. En mi caso, lo era en la categoría de Mujeres Top 100 Líderes en la categoría de Medios. Podía haber aparecido en el de directivas, o en el de empresarias, o en el de profesionales independientes… Pero me moriré siendo periodista y ahí estaba, acompañada de comunicadoras con prestigio apabullante.
Y sí, fui elegida, para ilusión mía y de mi entorno. Me convertía en “honoraria” (aquellas que han sido nominadas Top 100 tres veces). Me hizo especial ilusión que una Top 100 Honoraria, como Rosa María Calaf, introdujera la categoría y que además fuera una de las diez Honorarias de Oro –la broma de las chicas es tan fácil que no seré yo quien la haga–.
Era un reconocimiento merecido, por ser tan gran periodista y corresponsal; de hecho, creo que poco ha sido honrada, con todo lo que nos ha hecho aprender sobre el mundo y con todo lo que ha ayudado siempre trabajando para la visibilización de la mujer, sin gritos.
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Decía que estar ahí era un orgullo. Y lo es. También un descanso, porque a esta tercera va la vencida y ser Top 100 Honoraria te quita el peso de encima de subir peldaños para alcanzar el ranking final. Este es de los aspectos más interesantes y bellos de la lista. A la tercera no entras más en la pugna. Ya eres Top y dejas lugar a que otras lo sean. ¿Cabe más y mejor generosidad? No creo. Gracias. Por mí, desde luego. Y por todas.
Y decía que brillaba la belleza. Y decía bien. Porque la realidad es que la inteligencia no está reñida con la estética. Es más, en muchos lugares se tocan. No son excluyentes. Pero se entienden.
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Desde hace años he argumentado que las mujeres tenemos esa maravillosa posibilidad de estar trabajando en un tratado de física cuántica y parar un rato para comprar un maravilloso conjunto de ropa interior. Nada nos impide cultivarnos por dentro pero también por fuera. Nos compete y nos gusta que así sea. Y en la fiesta del décimo aniversario de Las Top 100 Mujeres Líderes aquello quedaba patente.
Todas habíamos decidido ponernos nuestras mejores galas. Yo quise hacer un guiño a otras mujeres, a esas que no suelen verse porque no trabajan para grandes marcas o diseñadores. Quise hacer un guiño de afecto a esas otras que están en lugares que desconocemos y tuve la suerte de conocer acompañando a mi querida Leticia Valera en un viaje con su ONG Kasumai a Senegal.
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Allí, en el taller de Musou encontré una falda amarilla, con aplicaciones doradas, de una elegancia sublime que hice mía. No sabía que la utilizaría precisamente para celebrar el talento femenino. Sabía que sería y sé que será, una prenda que me acompañará siempre, engrosando mi armario emocional. Y ahora sí, ya desde ahora, con un compromiso muy especial.