Teresa Perales y sus lecciones de vida: “La queja estorba, me quedo siempre con lo positivo”
"Tengo una cabeza bien amueblada con ganas de llevar la contraria. Cuanto más difícil parece un reto, más me apetece afrontarlo"
Teresa no necesita tirar de sus piernas para ser una campeona. Le basta con su corazón, que es con el que nada, y sobre el que se cuelga medallas olímpicas como si fueran pines. Ella es de esas personas que se crecen ante las bofetadas que le llueven del cielo, sin ningún porqué. Y cuando la mayoría de los humanos está convencida de que la vida es una de cal y otra de arena, Teresa podría decir que, ya rozando sus 49 años, ha tenido muchas de cal y solo unos granitos de arena. ¿O al revés? Parapléjica nada más abandonar la adolescencia, ha sabido construirse, con su montoncito de arena, un nombre que pasará con mayúsculas a la historia universal del Deporte. Y reconstruirse como un puzzle, aunque le vayan faltando piezas.
No sabe lo que es la queja, no entiende de lamentos y su sonrisa podría ser el anuncio de cualquier clínica dental: amplia, sincera, permanente. Será por eso que se la bautizó hace ya años como “la sirena sonriente”. Y llegados hasta aquí, seguramente todos ya saben cuál es el apellido de esta ‘Teresa de Zaragoza’. Ella es Teresa Perales Fernández (Zaragoza, 29 de diciembre de 1975), la deportista paralímpica con siete Juegos Paralímpicos y 28 medallas -siete oros, diez platas y once bronces-. La última, la que tiene que ver con su bronce en París 2024.
Su medalla más épica porque no solo nadaba sin la ayuda de sus piernas, sino que tampoco contaba con la colaboración de su brazo izquierdo. Ese miembro le dio la espalda en 2022 cuando la neuropatía que a los 19 años la dejó sin movilidad en las extremidades inferiores, le provocaba esta vez una continua luxación en el brazo izquierdo y, lo peor de todo, sin solución.
Su vida cambió de nuevo, pero ella no. Baturra y cabezota, como solo saben ser las mañas, se empeñó en subirse de nuevo al podio en los JJOO de la capital francesa. Y, tras nadar 50 metros a espalda, ocupó el tercer escalón, el del bronce, con su familia, la reina doña Letizia y toda España de testigo y encogida.
Un logro que pasará a la posteridad y que Teresa, curiosamente, no se lo ofreció ni a su equipo ni a su familia: “Mi marido siempre me dice que igual antes de que me retire le dedico una medalla, pero, aunque él sabe que íntimamente es así, ese día me salió del alma y de forma espontánea dedicarle mi triunfo a Carolina Marín, porque se había lesionado a pocos minutos de ganar una medalla y me identifiqué con su dolor. Carolina se emocionó muchísimo. Luego supe que Saúl Craviotto había tenido el mismo gesto, y es que no me extraña porque todos somos amigos y estamos juntos en las alegrías y en las tristezas”.
La reina Letizia presente en París 2024 es, según la propia Perales, otro de sus talismanes y viendo lo visto debe de ser verdad: “Me trae suerte. Nos conocemos desde hace muchos años. Ella me entregó alguno de mis primeros premios. Ha estado en momentos muy bonitos de mi vida, pero es la primera vez que acudía a unos Juegos Olímpicos y se emocionó mucho, y de verdad, con mi medalla. Lo vi después en las imágenes. Luego estuvimos más de media hora charlando en una sala privada con todos mis compañeros. Sacó, como siempre, su faceta de periodista mostrando mucho interés por todo el proceso. Es muy inteligente y me alucina su memoria, me recuerda cosas sobre mí que yo misma ni recuerdo”.
Cuerpo de organza Beatriz de la Cámara y joyas todo de Jose luis
Así demostró la zaragozana que en un tiempo récord de 1.10.95 es capaz de ganar una medalla de bronce en unos Juegos Olímpicos: “Muy ajustadita eso sí, pero en ese tiempo soy capaz de hacer muchas más cosas. Y fuera del agua me como el mundo y me sobra la mitad”.
Esta sirena olímpica, que odiaba el agua de pequeña, que nadaba como un pato y que nadie daba un duro porque flotara, salió sola a flote y como ella misma dice “más que alas tengo palas o, mejor dicho, tengo un culo que flota. Es la clave de que nade bien, mi culo flotador, lo prometo”.
Otro peldaño de superación y otro deseo cumplido: igualar el récord de medallas de Michael Phelps en una competición Olímpica/Paralímpica. Ahora, a por la 29: “Me visualizo ya en el estadio de fútbol americano en Los Ángeles, ante 35.000 espectadores y superando a Phelps”.
Lo cierto es que está tan convencida de que va a llegar, que en la férula que sujeta su brazo izquierdo y de la que no puede prescindir, lleva “tatuadas” todas las sedes de los JJ. OO. en las que ha competido y ya ha dejado hueco para Los Ángeles 2028. Así es ella. Una mujer que ahora, como coach profesional, se dedica a dar conferencias motivacionales, de resiliencia absoluta, porque, como ella misma predica: “soy una amante de la vida por encima de todo”.
Teresa, esta última medalla te ha llegado sin poder hacer uso ni de tus piernas ni de tu brazo izquierdo. Parece que haces fácil lo imposible. ¿Dirías que eres de las que ganan por razones o por Perales?
En mi carrera siempre he sido un 60 /40 a favor de la cabeza frente a cuerpo. Ahora estoy en el 80/20 a favor de ella. Cuando tienes dificultades de inicio, todo es más difícil pero no es determinante. Tengo una cabeza bien amueblada con muchas ganas de hacer cosas y también de llevar la contraria. Cuanto más difícil parece un reto, más me apetece afrontarlo. Aunque tengo discapacidades, mi mejor capacidad es la forma en la que transformo lo que pasa en algo positivo. Y soy baturra de cultura y de genética. Esa es mi visión de la vida.
Es como si el agua te diera vida. ¿Qué piensas cuando estás entrenando y compitiendo?
Cuando estoy entrenando, hago la compra, preparo viajes, llevo a mi hijo al médico… Cosas prácticas. Y cuando estoy compitiendo solo aprieto los dientes y tiro. Es la versión más animal de Teresa.
Top rojo Encinar, vestido rojo raso Beatriz de la Cámara, sandalias charol rojo Martinelli, pendientes Tous, anillo y pulsera Pomellato
¿Por qué te empeñas en sonreírle a la vida, con los reveses que da? ¿De dónde viene ese ‘happy flower’?
No presto atención a los reveses. Me quedo más con lo positivo que me toca. Al final, todo es donde pones el foco: en el problema o en la solución. Yo soy más de solución, de hacer. La queja estorba.
¿Y hay algo que te haga llorar?
Sí, las injusticias absurdas, la xenofobia, el racismo. En general, los ‘ismos’ no me gustan nada. No tenemos derecho a juzgar a nadie porque no somos responsables de dónde o cómo nacemos. Eliges lo que haces con lo que tienes. Y, por supuesto, me hace llorar lo que no tiene vuelta atrás. La muerte. A mi padre le echo de menos todos los días y eso que hace ya años que nos ha dejado.
¿Cuando tocas fondo, quién es tu chaleco salvavidas?
Nunca he sentido que haya tocado fondo, pero si me llega a pasar no tendré miedo porque en ese caso solo te queda salir a flote. Y si tengo cerca a mi marido, mi hijo, mi madre y mi hermano, que son mis chalecos salvavidas, el miedo se evaporará.
Y, ¿hay algo que aún no hayas hecho y que desees?
Sí, tirarme en paracaídas porque el día que iba a hacerlo, hacia mal tiempo. Y quiero ver el desove de las tortugas. He nadado en Orlando en un acuario con ellas, pero quiero verlas y nadar de verdad con ellas y que buceen a mi lado y ver la eclosión de los huevos… En el Oceanogràfic de Valencia tienen un programa de protección y puesta en libertad y hay una tortuga parapléjica con lesión medular que está allí de por vida y que yo la tengo amadrinada.
Tus primeros pasos los diste de bebé y los últimos a los 19 años. ¿Cómo los recuerdas?
El día que ganó el Zaragoza la Recopa me fui con una amiga a celebrarlo a la Plaza de España de Zaragoza y, cuando volvíamos, noté que me molestaban mucho las piernas. A los tres meses dejé de caminar.
Bueno, dejaste de caminar hasta el día de tu boda con el periodista Mariano Menor, que llegaste al altar de la Basílica del Pilar de Zaragoza con ayuda de unos bitutores. De nuevo, lo que podría haber sido un milagro de la Pilarica, fue más bien una cabezonería baturra.
Al probarme el vestido vi que tenía mucha cola y que no la iba a lucir, así que ensayé y le di la sorpresa. Pero tampoco tiene tanto mérito, porque en rehabilitación para mantener la circulación en las piernas usamos aparatos en las paralelas o con bitutores.
Vestido The 2nd Skin, joyas de Damiani y zapatos de Aquazzura
Veo que eres presumida y hoy estamos en una producción con estilismo. ¿Cuál es tu prenda favorita?
Los zapatos de tacón, sin duda. Me encantan y no me canso de llevarlos ni me tuerzo los pies. Además, la parte más bonita de mi cuerpo son los pies, piensa que no tengo callos, ni juanetes, ni los dedos torcidos, tengo unos pies perfectos.
Tienes tantos premios que si los cito se me acaba el tiempo que me han dado, así que dime tú cuáles son los que más te han pellizcado el corazón.
Todos me han hecho y hacen ilusión, pero, sin desmerecer algunos como la Gran Cruz al Mérito Deportivo, la Medalla de Oro al Trabajo, o la Gran Cruz del Mérito de la Guardia Civil, el Princesa de Asturias 2021 me llegó al alma porque estuve nominada en otras ocasiones y porque esa vez no sabía que lo estaba y me quedé muda. También por la majestuosidad y el protocolo que tiene el acto. Pero más que orgullo, los premios que me dan me provocan agradecimiento, del primero al último.
Además, eres Honoraria de las Las Top 100, el reconocimiento de la revista Magas a las mujeres líderes. Otro más para tu colección.
Lo hablé con Pedro J. el otro día precisamente en los Princesa de Asturias y me hace muchísima ilusión, porque El Español es el medio digital más importante de este país, y lo comprobé en su presentación en Zaragoza, a la que asistí. Fue un acto muy bonito, con unos discursos de alto nivel y con la crème de la crème de Aragón allí presente. Así que, cuando Pedro J. me propuso participar en la próxima gala de febrero, me encantó porque para mí una mujer líder es la que hace lo que le gusta o lo intenta hacer de manera excelente, sin pensar en que vaya a trascender.
Tu hijo Nano ya tiene 14 años. Cuéntanos cómo llevas su adolescencia y él cómo lleva tener una madre tan particular con una casa llena de monedas de oro, plata y bronce como si fuera la cueva de Aladin.
¿Cuánto tiempo tienes para que te hable de él? Porque necesito horas para hablar de mi hijo. Mira cómo se me ilumina la cara. Es un adolescente sensible, inteligente, noble, extraordinario en todo. La forma en la que me mira, me habla, me dice: “¿Qué pasa, mamá maravillosa?”. Para él no soy una madre que no anda; para él soy la madre más divertida, la que llevaba a todos sus amigos a caballito en la silla haciendo el tonto. Yo, durante muchos años, le decía: “Hijo, no siempre se gana”. Y él miraba las medallas y respondía: “No es verdad. Tú ganas siempre, mamá”. Hasta que dejé de ganar alguna medalla y vio que mamá tenía razón.
Ahora, en plan un poco más frivolón, dime: ¿qué come, bebe, lee, ve, una campeona?
Me encanta comer. Me muero por unos guisantes con jamón y unas patatitas. De beber, coca-cola, agua con gas y bebidas carbonatadas en general. Me gusta leer novela negra, pero si me preguntas un libro te diré que cualquiera de Julia Navarro porque soy muy muy muy fan de ella. Y de película, una de mis favoritas y que pega en estos días es Coco. Me enamoré de ella porque es la reconciliación con todo, la esperanza de que un día te encontrarás con tus seres queridos y que mantienes vivo a alguien porque le recuerdas. Una cosa que hizo muy bien mi madre fue que nunca dejó de hablar de mi padre, por eso sigue entre nosotros.
Y hablando de trascender, ¿qué legado nos vas a dejar tú?
Sin pretender ser vanidosa tengo una forma de trascender y es con mi Fundación Teresa Perales, en la que trabajamos en deporte inclusivo, inteligencia emocional y ayuda humanitaria. Está en Pozuelo de Alarcón, lugar en el que yo entreno y ejemplo perfecto que todos los clubes deportivos deberían copiar. Está activa legalmente desde este 15 de octubre, que es el día que firmamos las escrituras ante notario. Llevamos dos años trabajando en ella antes de ser fundación, pero estaba esperando a César Alierta, porque él quería estar y yo que estuviera. Al final falleció este año y no ha podido ser, pero fue el hombre más generoso en la sombra del mundo y al que todos queríamos y admirábamos.
¿Para poner el broche final dirías, a 29 de octubre de 2024, que tu vida va sobre ruedas?
Sin duda alguna y en sentido literal, metafórico y espiritual.
Agradecimientos especiales al Centro deportivo municipal Daoiz y Velarde