No es verano hasta que una se pone las chanclas. Los días de playa y atardeceres infinitos se imaginan todo el año con el mar de fondo, el sol y el cielo azul y un par de chanclas en los pies. Son cómodas, fáciles de utilizar y nos dan esa sensación de libertad y comodidad que anhelamos el año entero. En nuestro imaginario, ir en chanclas va unido a estar de vacaciones.
El origen de las chanclas como las conocemos ahora se remonta a la II Guerra Mundial. Cuando los estadounidenses se enfrentaron a los japoneses, los soldados se percataron de que las mujeres locales utilizaban un calzado muy parecido a las sandalias planas, que se anudaban con correas vegetales en forma de ‘Y’, sujetando el pie entre el dedo pulgar y el índice y dejando el resto al descubierto.
Eran los zori, un complemento que ahora se utiliza en el país nipón sobre todo en ocasiones formales, combinados con los kimonos de ceremonia.
Históricamente, los zori tenían suelas de paja o de madera y correas hechas de fibras de paja o arroz. Hoy día, el color de las correas sirve para distinguir el evento al que se acude. Los zori con correa blanca se usan en situaciones formales y los de correas negras se utilizan en el día a día. La superficie, antes de madera o paja puede estar hecha ahora de piel, tela o vinil.
En aquellos años era un calzado muy popular entre las mujeres japonesas y su singularidad atrajo la atención de los soldados estadounidenses. Su disposición permite que el aire recorra libremente el pie, lo que es necesario en un clima tan húmedo como el nipón. Además, son muy fáciles de quitar y poner, lo que facilitaba a las mujeres la costumbre de sacarse los zapatos al entrar en una vivienda sin necesidad de agacharse con un kimono que solía ir muy apretado.
'Jandals'
Cuando el conflicto bélico terminó, los militares americanos decidieron llevar los zori como souvenirs a sus mujeres que empezaron a utilizarlas en casa. Al venir de Japón y al asemejarse a las sandalias ('sandals' en inglés) le cambiaron el nombre a 'jandals' que juntaba las dos palabras. Mientras se hacían populares, un empresario estadounidense, John Cowie, se percató de la oportunidad de negocio y pensó que serían más resistentes y duraderas si se fabricaban en goma.
El éxito fue total y entre los años 50 y 60 este tipo de calzado empezó a utilizarse no sólo para estar en casa sino para salir a la calle, transformándose en un artículo de moda.
'Havaianas'
En los años 70 una empresa brasileña se fijó en el fenómeno estadounidense y decidió empezar a fabricar las chanclas con algunas modificaciones. Desarrolló una goma sin sustancias tóxicas y le imprimieron una especie de textura a las tiras, que no era más que el intento de reproducir la forma de los lazos de paja de las auténticas zori, y que acabó convirtiéndose en la imagen de la marca.
Nacían así las conocidas Havaianas que supusieron el boom definitivo de las chanclas. Famosas como Brigitte Bardot o Ava Gardner se dejaron fotografiar con este tipo de calzado a diario y, poco a poco, fueron conquistando también a los hombres que se apuntaron a esta tendencia.
A día de hoy, famosos y anónimos, hombres y mujeres, nadie se quita de la cabeza, y de los pies, las famosas chanclas en los días más calurosos de verano, ya sea en la playa como en la piscina, y hasta en las ciudades como un complemento de un look despreocupado y relajado.