Decía Cristóbal Balenciaga que "un buen modisto debe ser arquitecto para la forma, pintor para el color, músico para la armonía y filósofo para la medida". Esto, que diferencia a los grandes creadores de los talentos para el dibujo o el marketing, se cumple en muy pocos de los diseñadores de moda actuales.
Y así, el trono que dejó vacante el auténtico emperador de la moda quedó vacante, desde su retirada y fallecimiento hasta que, en los años 80, una joven llamada Sybilla Sorondo Mielżyńska (1963), aparece en el panorama para revolucionar la moda internacional, como ya hiciera, en su momento, el 'maestro de Guetaria'.
“Me divierte hacer ropa. [...] Manejo los colores como un pintor, creo formas como un escultor y, al igual que hace un ingeniero, estoy obligada a responder con algo práctico que sirva para cubrir una necesidad”, declaraba Sybilla a la revista ELLE, en enero 1987. Y lo cierto es que, según quienes han trabajado con ella, crea cada vestido como si fuera un cuadro.
Acaba de inaugurarse en Madrid Sybilla: el hilo invisible, una muestra sobre la diseñadora que demuestra (y valga la redundancia) que ella es la auténtica heredera de Cristóbal Balenciaga. En palabras de Laura Cerrato, comisaria de la exposición, "la mejor diseñadora que ha dado este país".
[Cuando Madrid era el epicentro de la moda, entre actrices y espías]
Nacida en Nueva York, de padre argentino y madre polaca, se considera española, madrileña y mallorquina de adopción. Desde muy niña, hacía muñecos y cuadros de tela con los retales que caían de la mesa de trabajo de su madre, una artista que diseñaba moda infantil y que probaba los modelos en su hija.
Cuando Sybilla tiene 17 años, su madre muere y ella se escapa de casa e inicia una huida y una búsqueda que ya no parará nunca. El resto ya es historia: recalará en París, donde trabajará de aprendiza en Yves Saint Laurent; dos años después cambiará la fría capital gala por el calor del Madrid de la Movida, y empezará vendiendo camisetas a sus amigos.
Aprende de manera autodidacta, "moviendo montones de ropa en El Rastro y los mercadillos en la época en que eso no se valoraba nada", asegura la propia diseñadora. "Esa falta de formación reglada, que es lo increíble de Sybilla, lo que hace es que no conozcas las normas y, por tanto, puedes crear tus propias normas".
En aquellos tiempos en que Madrid era una fiesta y, entre excesos y creatividad, una nueva forma de hacer moda, cine, arte y música estaba a punto de hacer eclosión, aparece lo que el periodista Carlos Fresneda llama en El Mundo la "disueñadora", que logró hacer realidad su sueño de trabajar, divertirse y, a la vez, cambiar el mundo.
A finales de los 80, desfila en la semana de la moda de Milán, firma contratos con Italia y Japón, y da el salto a la moda internacional. En 1990, se produce la primera retirada, tras reflexionar sobre el ritmo tan rápido y exigente que impone la industria.
Se retira de las pasarelas pero no de la moda, y lanza una segunda línea más juvenil, Jocomomola, así como Sybilla Noche y Sybilla Novias. Su inagotable creatividad y curiosidad la llevan a buscar otros desafíos: diseña ropa de cama, velas, baldosas, alfombras y todo tipo de objetos para el hogar, etc. "Una casa es como un abrigo más grande que te envuelve, y hay que saber diseñarlo para que te represente y te nutra", asegura.
En 2004, en desacuerdo con los socios capitalistas pierde el control de su empresa y se produce su segunda retirada, pero tampoco se quedará quieta: lleva a cabo iniciativas como Tierra, Alma y Sociedad o Educación por la Vida. La diseñadora más activista, de nuevo en acción.
Pionera absoluta en nuestro país de la preocupación por la naturaleza y la sostenibilidad, en 2009 creó Fabrics For Freedom (Tejidos para la libertad), una fundación para la promoción de las fibras naturales, la sensibilización de un consumo textil responsable y el apoyo a proyectos artesanos, una propuesta utópica para el mundo de la moda del momento: ella quería hacer "ropa para perdurar".
En 2010, el Museo de Artes Decorativas de París exhiben muchos diseños de Sybilla en la exposición Histoire idéale de la mode contemporain (en español, Historia ideal de la moda contemporánea), comisariada por Olivier Saillard.
Sybilla decide entonces luchar por su firma, y así, en 2012 emprende una batalla judicial por recuperar la empresa y el control artístico de sus marcas, que tendría final feliz en 2014: “Peleé legalmente y perdí varias veces, fue otra aventura y un gran aprendizaje, una larga partida de ajedrez”, diría entonces.
A su vuelta en 2014 presenta colecciones realizadas en colaboración con pequeñas empresas con impacto social y medioambiental, por ejemplo, una empresa argentina de pelo de llama o un proyecto con productores de cashmere en Mongolia. Ese mismo año, el Ministerio de Cultura español le concede la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y un año después, el Premio Nacional de Moda 2015.
En 2018 se produce su retirada más dolorosa, "reflejo del momento actual de la industria de la moda, donde el fast fashion por un lado, y los grandes conglomerados del lujo, por otro, no dejan apenas hueco para que diseñadores con personalidad propia, y que buscan un impacto social y medioambiental puedan tener su hueco", según reza la nota de prensa de la exposición.
En la actualidad, Sybilla produce tres marcas en Japón (país de cuyo mercado nunca se ha retirado) que incluyen líneas de prêt-à- porter, decoración y complementos, con más de 40 puntos de venta. Japón le frece muchos recursos con los que seguir experimentando desde Madrid, y sin exigir la atención mediática que la moda occidental considera imprescindible.
¿Cómo llega una creadora tímida, reservada y discreta hasta la extenuación, que apensas concede entrevistas, a ser un referente internacional de la moda española? "He tenido la suerte de que nadie me ha conocido por mi cara, han conocido lo que hacía", asegura en un vídeo.
"Sybilla no es una persona, es un grupo de personas, y no me siento cómoda cuando el foco de atención viene hacia mí", afirma. Siempre he querido que la ropa se defendiera sola".
Ningún sitio más propiado, pues, para recorrer la trayectoria vital y profesional de la diseñadora española más enigmática y misteriosa (después de Cristóbal Balenciaga) que la Sala Canal de Isabel II.
Ubicada en un edificio construido entre 1907 y 1911 por el ingeniero Diego Martín Montalvo como primer depósito elevado de agua de Madrid, fue restaurado en 1986 (los 80, otra vez) como sala de exposiciones, por los arquitectos Javier Alau y Antonio Lopera.
El antiguo depósito de agua del Canal se ha convertido en espacio expositivo de referencia para muestras del mundo de la moda, la fotografía y la imagen. Su estructura circular de cinco plantas, sin ventanas, donde las piezas destacan en la semioscuridad, es el sitio perfecto para imaginar a Sybilla tirando de ese hilo invisible que da coherencia a toda su obra.
Se muestran un total de 160 piezas (80 conjuntos de indumentaria y 80 documentos) que nos adentran en su universo a través de cinco secciones que, como El Hilo invisible, título de la exposición, nos envuelven en el universo creativo de Sybilla: El hilo que hilvana, El hilo que urde, El hilo que trama, El hilo del tiempo y Un hilo de voz.
En la primera planta, El hilo que hilvana vincula el trabajo de la creadora con la fotografía. Sybilla, huyendo de la palabra, encuentra en la fotografía la mejor manera de contar y concluir su trabajo.
Y lo hace a través de la mirada de los fotógrafos arcon los que ha colaborado: Ouka Leele, Pepe Lamarca, Miguel Oriola, Retamar, Javier Vallhonrat, Juan Gatti, Juan de la Fuente, Julio Limia, Stèphane Sednaouí y, en su última etapa, Félix Valiente.
En la segunda planta, El hilo que urde, vemos los códigos que serán constantes a lo largo de su carrera y que recuerdan al maestro Balenciaga: Pintar con tela, Escultórico, Geometría y, por último, Transformable. Un lenguaje que pone en evidencia su pasión por el Arte con mayúsculas, en su sentido renacentista.
Pintura, arquitectura, escultura, diseño e ingeniería son los códigos que "representan los hilos tensados de urdimbre que le permiten empezar a tejer su obra", según la comisaria de la exposición, Laura Cerrato.
En la tercera planta, El hilo que trama liga las vivencias de Sybilla a su búsqueda interior y a su "amplísimo mundo emocional", describe Cerrato; en definitiva, a su propia necesidad de entenderse y aceptarse con sus contradicciones. En esta sección se establecen diálogos entre contrastes, sensualidad y belleza, simplicidad y complejidad, líneas rectas y volúmenes, negro y color... donde Sybilla muestra sus estados, en los que muchas mujeres se pueden sentir reflejadas.
"La sensualidad de la obra de Sybilla es inteligente, tiene humor y juega a la sorpresa. La belleza surge de la honestidad y del afán por resaltar las cualidades internas y externas de la mujer", explica el catálogo.
En la cuarta planta, El hilo del tiempo, fotografías reportajes de prensa y otras publicaciones, catálogos, invitaciones a desfiles..., así como archivos digitales, nos ayudan a recorrer la carrera y la obra de la diseñadora y, a la vez, a comprender los cambios que se han producido en la industria de la moda en estos 40 años.
En la quinta planta, llegamos a lo que fue la cuba del depósito del agua donde, bajo una inmensa cúpula, podemos sentarnos a ver un vídeo íntimo, en el que, con Un hilo de voz, es Sybilla, en primera persona, junto a la comisaria de la exposición y al que fuera presidente de la empresa, quienes nos desvelan más aspectos desconocidos de la diseñadora.
Una figura misteriosa y magnética, "cuyas prendas están al margen de las tendencias", afirma Cerrato, y que sabe combinar el humor con la elegancia". Algunos de sus vestidos son de un surrealismo contenido mientras que otros optan por un minimalismo elegante pero siempre atenta a que eñl diseños esté "al servicio de quien se pone la prenda", añade la comisaria en el vídeo.
Han pasado 20 años desde que Antonio Alvarado comisariara una muestra en Barcelona dedicada a Sybilla y ahora tenemos en la capital lo que los expertos en museística denominarían "la exposición definitiva" que estará en Madrid hasta el 15 de enero.
Curiosamente, en diciembre se inaugura en el Museo del Traje una retrospectiva sobre el diseñador de cabecera de la Movida madrileña titulada Antonio Alvarado: baja costura, que recorrerá la vida y obra del veterano de la moda española y uno de los fundadores de la Pasarela Cibeles (ahora Madrid Fashion Week).
[Diez joyas del Museo del Traje para conocer]
Los vestidos expuestos proceden de colecciones particulares, del Museo del Traje de Madrid, el Museo Galliera de París, el Museo del Diseño de Barcelona o el Museo de Moda de Chile. Del Museo del Traje es una de sus creaciones más famosas, El vestido España, que han lucido las actrices Ana Belén y Elena Anaya.
Otro diseño icónico para el recuerdo es el diseño con capa de seda que lució Marisa Paredes en los premios Goya de 2001. Además, Sybilla ha vestido a Emma Suárez, Rossy de Palma (fue la primera diseñadora en invitarla a desfilar con sus prendas) y Selena Gómez, entre otras muchas.
Cómo ha cambiado y evolucionado su gama cromática, los tejidos elegidos, cada vez más nobles , y la técnica de su propuesta , alcanzando una complejidad y maestría que la elevan a la categoría de los grandes couturières de la Historia de la Moda . "Ha sido definida como la mejor diseñadora de moda de España desde Balenciaga, y creo que es muy cierto", asegura Valerie Steele, directora del Fashion Institute of Technology de Nueva York.
Siempre en constante huida (para no ser encasillada, para para no vender su alma al 'diablo' comercial...) y siempre en constante búsqueda (de la felicidad, de la coherencia, de un mundo mejor...), han pasado 40 años y, a tenor de lo visto en la muestra, parece que fue ayer.