La industria de la moda ha cambiado en los últimos años, y las pasarelas reflejan dichas transformaciones adaptándose a los nuevos hábitos de consumo y a las tendencias culturales del momento.
Hoy en día, cualquier prenda puede venderse, pero no todas impactan lo suficiente como para hacerlo, por lo que cada vez son más los diseñadores que se suman a la tendencia de 'crear un show' para sorprender y lograr que sus colecciones sean recordadas.
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¿Alguna vez te has parado a pensar que entre una obra de teatro, un cuadro y la última colección de tu diseñador favorito no hay tantas diferencias? La moda y el arte son dos disciplinas de expresión que se retroalimentan constantemente, y hay muchos ejemplos que a lo largo de la historia han dado muestra de esta relación simbiótica.
La mode imite l'art
El arte, por un lado, ha servido de inspiración para casas de moda y diseñadores que han adaptado las formas, los colores y las texturas de sus artistas de referencia. Por ejemplo, la Bauhaus, inspiró las colecciones vanguardistas de Yves Saint Laurent en 1965. El ejemplo más popular de la firma es el vestido Mondrian.
Se trata de un vestido tipo cóctel recto inspirado en los colores y líneas de Composición III; composición con azul, amarillo y rojo, obra del pintor neerlandés Piet Mondrian, del que Saint Laurent fue un gran admirador.
Esta colección causó furor y acabó marcando la tendencia que dominaría la moda de los años sesenta. Sus patrones y formas imitaban el moderno, pero impecable, movimiento Mod que tanto gustaba a las jóvenes de aquella década.
Desde entonces, han sido muchas las ocasiones en la que la alta costura ha querido imitar a sus artistas de referencia, en una tendencia que a lo largo de estas últimas décadas hemos tenido más presente que nunca.
Ejemplo que también ilustra esto es el de la firma Viktor & Rolf, que en 2010 trasladó la arquitectura hasta su colección de Primavera Ready-to-Wear, sorprendiendo a los asistentes al show con un extravagante vestido inspirado en la estructura expresionista de la Ópera de Sídney.
Pasarelas y 'arte de acción'
Pero la relación de la moda y el arte aún va más allá. En los últimos años, los desfiles de moda se han convertido en un escenario idóneo para la creación artística, ya que cuentan con los ingredientes necesarios: desde la escenografía hasta la música, pasando por los efectos visuales y los movimientos que las propias modelos hacen al recorrer la pasarela.
Estos términos son los que precisamente se utilizan cuando se hace referencia a las performances.
Carolee Schneemann y Marina Abramovic fueron las precursoras de esta disciplina tan ligada a la actualidad y que se define como la "muestra escénica a través de acciones realizadas por el artista en las que la provocación o el asombro, así como el sentido de la estética, juegan un papel fundamental".
La performance se nutre, en gran medida, del teatro y cada vez está más presente en los desfiles de moda. En las últimas décadas, la puesta en escena se ha convertido en un aspecto clave que los diseñadores cada vez tienen más en cuenta. Por ejemplo, María Lafuente convirtió la presentación de su última colección con un show contra la violencia de género.
Y es que, si bien presencialmente a estos eventos accede un público muy reducido, lo que ahora buscan las firmas es la viralidad y el impacto. Para ello, incluso retransmiten sus espectáculos por streaming. Esta apertura al mundo de las redes sociales ha hecho que las marcas traten de atraernos por medio de grandes puestas en escena y actuaciones sorprendentes.
Persiguiendo el máximo impacto
Uno de los ejemplos más recientes, y también más virales, lo encontramos en la Semana de la Moda de París de 2022. ¿Quién no recuerda a Bella Hadid recorriendo la pasarela, durante el desfile de Coperni, con nada más que unas braguitas blancas y tapándose el pecho con sus manos?
Lo llamativo de aquel momento no fue eso, sino que sobre la tarima la esperaban Sebastian Meyer y Arnaud Vaillan para envolverla con un spray blanco que acabaría tomando la forma de un impresionante vestido.
A medida que los diseñadores trabajaban con sus aerosoles, el público se iba dando cuenta de que, en realidad, estaba asistiendo a un espectáculo que iba más allá de la presentación de una nueva colección.
El desfile se había convertido en una especie de obra de arte en directo, una experiencia visual cuidadosamente planificada y ejecutada para crear una atmósfera única y memorable.
Este 2023, la idea de convertir la presentación en un show también fue replicada por una de las modelos de Di(vision), quien en la Fashion Week de Copenhague arrasó con todo, literalmente, al terminar la presentación de la colección Dressed for Disaster celebrada en los salones del Hotel Josty.
Las redes explotaron después de que la invitada se levantara de la mesa, llevándose consigo el mantel, la cubertería y la vajilla que formaban parte de la cola de su vestido.
La performance consiguió más de 3 millones de visualizaciones en Instagram, dejando claro que esta nueva forma de "pensar el desfile" ha llegado para quedarse.