La diseñadora de la relevancia duradera, Carlota Barrera: “El auténtico lujo no es un logo, sino una prenda que aguante el paso del tiempo”
La creadora, ganadora del premio Who’s on Next en 2019 y del Madrid Capital de la Moda en 2022, acaba de presentar su colección de básicos clásicos en la edición número 32 de la pasarela 080 Barcelona Fashion.
Se define como perfeccionista. Tanto, que a veces reconoce dificultades para conciliar el sueño y necesita desconectar para reconectar con los suyos, con sus raíces asturianas (nació en Gijón, en 1992). Es consciente de que hay que escuchar al cuerpo, al que da poca tregua.
Camiseta de tirantes de la colección CORE, con cortes laterales de Carlota Barrera
"He intentado varios tipos de ejercicios, por ejemplo, el yoga para relajarme; pero estar en una habitación vacía, en silencio, con tiempo para pensar, hacía que me diera vueltas la cabeza. Ahora, parece que con el pilates lo consigo.
Empecé el gimnasio hace unos meses y pensaba en qué podía hacer mientras hacía bici... por ejemplo, un máster... Hasta que yo misma me recomendé utilizar ese tiempo para la atención plena."
Lo único que le desconecta de verdad es la cocina. "Me encanta cocinar. Me apasiona. Y para mí es la mejor meditación. Mi mejor plan de domingo es estar todo el día cocinando desde que me levanto hasta que me acuesto. Hago pruebas ensayo-error. Es un poco como la moda".
Traje de gabán y pantalón con rayas diplomáticas en cupro de la colección CORE
Dirá la lectora, dirá el lector, pero "¿acaso no estamos hablando de una diseñadora de moda? ¿No habrán confundido el texto?".
Y la realidad es que Carlota Barrera habla mucho de cocina, pero asegura que "la moda ocupa el 99% de mi vida y de mi cabeza, y estoy trabajando para que ese 1% que sea más del uno".
Lo curioso es que cuando hablamos de cocina, hablamos de química, de alquimia. Y algo similar sucede en la moda.
Es eso del ensayo-error, que es lo que más disfruto, porque para mí el poder del error es transformar. Los errores son un proceso. Es a través de ellos como consigues mejorar más. Y además creo que también hay algo de humildad en aceptarlo, porque hay tanto ego en la moda, que es complicado aceptar que te has equivocado. Pero en la vida nos equivocamos tanto...
Jersey de cuello vuelto con cortes laterales y pantalón de raya diplomática, de la colección CORE, se hace por encargo.
¿De qué error has aprendido más?
¡Uf! Es que tengo tantos... No sé... No lo considero un error, pero a veces pienso que a lo mejor tendría que haber trabajado con más gente antes, haber tenido un tiempo de maduración, habiendo vivido otras cosas, porque empecé muy joven, con 26 años, y sola.
Ha estudiado en las mejores escuelas de moda. Varios cursos en Central Saint Martins, que fue pura creatividad, sin pensar en el resultado final, vomitar lo que teníamos dentro.
Después en IED, en Madrid, donde nos daban una enseñanza 360 grados, con lo cual aprendí un poquito de foto, un poquito de diseño gráfico, un poquito de inversión creativa.
A continuación, en otra escuela, por llamar así a las enseñanzas adquiridas trabajando con Carmen March, donde entendí que me apasionaba la sastrería. Para acabar en el London College of Fashion.
Tras un año con Carmen March y unos meses con Rick Owens, se lanzó a trabajar sola, que era su sueño, como lo es de casi todos los creadores. "Me parecía un imposible. Y mi objetivo con el máster en Londres era tener una colección en la que poder expresar todo lo que quería y tener un proyecto sólido.
"Y resultó que después de presentar el trabajo en Londres, surgió la posibilidad de hacer en Madrid un desfile, con tan buena acogida que dije ‘voy a hacer una colección pequeñita’".
Recuerdo como si fuera ayer la presentación de su colección en 2018. Se titulaba The Matador & The Fisherman (El torero y el pescador). Ya me habían avisado de que era una maravilla.
Pero lo que vi en el madrileño hotel Villarreal me hizo desear que Carlota Barrera estuviera siempre cerca en mi trabajo, entonces, como directora de la pasarela Mercedes Benz Fashion Week Madrid.
"Al año siguiente gané el premio Who’s On Next de Vogue. Al final, la vida me fue diciendo ‘bueno, pues este proyecto puede tener sentido’". Siguió viviendo y trabajando en Londres, hasta que el Brexit la devolvió a España.
"Fue mi casa muchos años pero producíamos mucho aquí (el 99%, en Madrid; el punto, en Barcelona), para muchas de las piezas traíamos tejidos de Italia..., así que el tema aduanero me hizo pensar que debía abrir un estudio en Europa", asegura.
Camisa de smoking en seda, color blanco roto, con aperturas en la pechera
Entiendo que el premio fue determinante. Pero ¿cuáles son las cosas que más te han cambiado o que más te han influido?
El premio sí que cambió mucho, porque es verdad que, para una joven de Asturias, donde no había escuela de moda ni nadie de mi familia que se dedicara a la moda, era un poco como de pájaros en la cabeza. Pero me apasionaba.
Yo no era de hacer vestidos a las Barbies; simplemente me fascinaba cómo se podía comunicar a través de algo que usamos todos los días.
Decidí cursar el bachillerato de tecnología para estudiar Arquitectura, porque había afinidades, pero nada más empezar me di cuenta de que no era lo que quería.
Repetí curso, por eso y porque llevaba una operación de espalda a mis espaldas, y me pasé a humanidades. Ya había hecho varios cursos de verano en Saint Martins, durante mi adolescencia.
¿Y lo de empezar como diseñadora de hombre?
Por mi interés por la sastrería. Porque me encantaba. Mi colección de graduación fue una colección unisex. Sin quererlo, empecé a hacer una colección modular basada en las técnicas japonesas, y me salió una mezcla entre túnicas, delantales, ropa de trabajo.
Todo era intercambiable y me parecía mucho más interesante trabajar con una silueta masculina, porque en mujer estaba todo mucho más explorado. Y, además, la moda masculina es muy funcional, práctica, todo tiene una razón de ser.
En general, los hombres se vestían por y para trabajar. Y a las mujeres siempre nos habían vestido para su disfrute y para la belleza. Así que busqué trabajar desde algo muy funcional y muy bien construido, como es la sastrería, para aportarle esa belleza con la que podemos trabajar ahora en el mundo contemporáneo, para todos.
¿Cuál es tu universo de valores, aparte de comodidad y funcionalidad?
Lo mejor que podemos hacer es que la persona que lleva nuestras prendas se sienta increíble y dando la mejor versión de sí misma. No buscamos que las prendas llamen la atención puramente por la estética, sino que la persona brille con ellas, aparte de que las prendas la complementen, y no al revés.
Otro valor de tu marca es la calidad, ¿no?
Sin duda. Vendemos calidad. Trabajo con talleres pequeños, con gente que lleva muchos años en la confección; también desde la selección de materiales, desde la construcción de los patrones, la confección de las prendas.
Todo está pensado para ofrecer la máxima calidad posible. Ese es el verdadero lujo. Para mí, el lujo no es un logo enorme. Es una prenda bien hecha por fuera y por dentro, y que aguante el paso del tiempo.
Pantalón de lana con apertura lateral en la cadera y hebilla plateada y camisa de manga en algodón blanco con cintas que ajustan el brazo
¿Por qué desfilar en 080 Barcelona?
Siento mucho cariño por la ciudad. Me tira muchísimo y la prensa de 080 tiene mucha repercusión internacional.
Además, me apetecía hacer un cambio a nuestras presentaciones y desfilar en 080 significaba hacerlo en octubre, o sea, fuera de temporada. En Barcelona hemos presentado nuestra Core Collection, 22 looks que corresponden a lo que podemos decir que es nuestra colección troncal.
Desde que empezamos a presentar, siempre lo hemos hecho dos veces al año y también desde el principio he ido seleccionando las piezas más atemporales. Poco a poco, hemos ido construyendo esta colección de continuidad, y es la primera vez que la presentamos como una unidad.
Me hace muchísima ilusión porque en lo que más creo es en un armario atemporal, unas piezas que duren no solo por los materiales, sino por diseño.
¿Qué criterio has tomado para seleccionarlas?
Al principio, el criterio era el blanco y el negro, y al final es la atemporalidad de las prendas. Como hacemos colecciones que no están tan arraigadas en las tendencias, nos es relativamente fácil pensar en una prenda de aquí a diez años.
También un armario desestacionalizado...
Tenemos mezcla de varios tejidos, con prendas de algodón pero también de lana. Todas las temporadas también se entremezclan.
Recuerdo que, cuando era pequeña, mi madre hacía el cambio de armario dos veces al año. Yo ya no lo hago. Guardo los abrigos y saco los bañadores. Son esas dos prendas polos opuestos las que se cambian.
Yo construyo a través de capas. En invierno voy como cebolla y en verano sin capas. Pero la misma camiseta de manga corta puede estar en una estación u otra.
Hablabas antes de colores, ¿se puede decir que tu universo es de tres: blanco, negro y azul?
No tengo muchos más. Pero en esta última colección de verano del 24, de repente, hay un rosa. Es verdad que el blanco y el negro están siempre porque son atemporales.
Y, sobre todo, es que para mí esos dos colores son un lienzo en blanco sobre el que explorar las siluetas, los detalles
¿Cómo aplicas los criterios de sostenibilidad a tus creaciones?
Uno de los grandes problemas de la moda es su sobre stock porque se producen un montón de prendas que no se venden y ocupan espacio, se tiran, se queman.
Ese problema nosotros no lo tenemos; nuestras piezas más caras se hacen solo por pedido. Trabajamos en talleres pequeñitos, la mayoría, familiares. Y para mí es una maravilla poder decir que tal chaqueta la hizo Luisa.
¿Eso se lo comunicáis a los compradores?
Estamos trabajando en ello, en una parte de la web que pueda explicar todo eso, donde hablemos de sostenibilidad tanto medioambiental como social.
¿Y los materiales?
Trabajamos mucho con materiales nobles, pero también con tejidos que los proveedores no quieren, a los que les damos una segunda vida.
A mí me encanta el cuero, pero quiero formar parte de una nueva industria del cuero que no incluya el maltrato animal.
Compramos piezas o recibimos donaciones de piezas de cuero ya hechas. Las tratamos, abrimos todas las costuras, tratamos afuera, lo nutrimos y hacemos las nuestras con nuestros patrones.
¿A qué otros nuevos movimientos sociales te gustaría sumarte?
Espero que el movimiento genderless haya venido para quedarse. Creo que llevamos muchos años encorsetados en unos roles de género, cuando no siempre ha sido así, porque en la historia no siempre la masculinidad ha estado tan encorsetada. Y la feminidad tampoco.
Creo que la generación Z lo está haciendo muy bien; tiene unas libertades, una manera de pensar, de vestirse y de experimentar con la vestimenta, que es muy divertida y nos gustaría poder formar parte de ese diálogo y de esa conversación.
¿Y qué más movimientos?
Me gustaría que la moda fuera cada vez más inclusiva. Echo mucho de menos la multiculturalidad.
Yo sí que lucho continuamente por tener un estudio multicultural y para que nuestros proyectos incluyan a gente diversa. Pero se necesita diversidad desde el principio, desde las universidades.
Hoy todos contamos historias. ¿Cuál te gustaría vender a ti?
La primera que estamos vendiendo es la de unas prendas bien hechas, bien pensadas, en un espacio donde nos escuchamos todos entre todos. Siempre hablo de comunicación bidireccional con nuestros clientes, nuestros consumidores, nuestros equipos.
Al final, lo que queremos es cambiar o contribuir al cambio del concepto de lujo, que es mejor para el medio ambiente, para las personas y para la sociedad.
¿La sociedad española está preparada para ese nuevo lujo?
Poco a poco, sí. Por ejemplo, estamos cambiando la valoración de nuestra artesanía, que ha estado muy poco valorada.
En España, parece que nos avergonzamos de lo nuestro. Parece que siempre miramos hacia fuera y aquí hay gente maravillosa, supertalentosa, haciendo artesanía, haciendo proyectos creativos.
Creo que estamos en un momento en el que estamos mirando mucho a España y empezando a estar orgullosos de nuestra música, de nuestra gastronomía. Y es fundamental porque, para que nos valoren fuera, tenemos que valorarnos nosotros.
¿Cómo te gustaría verte en diez años?
Con una trayectoria que me haga feliz, después de haber seguido fiel a mis valores. Algo que creo que en esta industria es complicado. A veces me parece que puede ser difícil seguir tus valores cuando no se corresponden con las tendencias.
No es que yo sea marciana, pero creo que de una manera u otra siempre acabamos comprometiendo ciertas cosas, ¿no? Me gustaría poder estar orgullosa de haberlo conseguido.
Y dedicándole un poquito más de tiempo a mi vida personal, que también es muy importante en la moda. Una de mis metas es poder nutrir mi vida privada un poquito más y lograr más equilibrio.
No se me olvida la imagen de este verano en la playa, con el pelo mojado, conduciendo, diciéndole a Tere: "Recuérdame esto porque es que se me olvida".
Cuando estoy trabajando me meto en la rutina y olvido disfrutar de las cosas, disfrutar una comida... A veces mi madre me llama a las 12 de la mañana y estoy entre una cosa y otra y digo ‘no lo puedo coger’, pero pienso: ‘¿a quién le voy a contestar si no es a mi madre?’
Contéstale. Luego, cuando esas personas te faltan, eres consciente de que si una pieza no te ha salido bien la puedes arreglar, pero su falta, no.
Claro, estoy un poco en eso. A la gente que quieres la tienes que cuidar. Tenemos que pensar en este tipo de cosas, en poder disfrutar y recordar, cuando estás hasta arriba de trabajo, que no por trabajar más y por desgastarte vas a hacer las cosas mejor. Y cuando hablo de haber seguido mis valores en la parte laboral, también me siento bien de poder mirar atrás y alrededor y darme cuenta de que sigo con la gente a la que quiero, que no he perdido a nadie por el camino.