El mundo de la moda está de celebración. La Semana de la Alta Costura, organizada por La Fédération de la Haute Couture et de la Mode, se celebra del 22 al 25 de enero en la capital francesa.
[Elsa Schiaparelli, homenajeada en París con una exposición que recrea la historia de la artista]
En estos días, las casas de moda que responden a los criterios de la alta costura, entre ellos, la fabricación a mano por un equipo de artesanos, vuelven a presentar sus propuestas de cara a la próxima primavera/verano.
Schiaparelli inauguró la ansiada semana. La casa de moda italiana, que el año pasado causó un auténtico revuelo con sus diseños con cabezas de animales gigantes, hizo de nuevo gala de su estilo, atrevido e impactante.
De cara a la primavera/verano 2024, el director creativo de Schiaparelli, Daniel Roseberry, se inspiró en un código clave de la casa: "Elsa (Schiaparelli) era famosa por su preocupación por la astrología, ¿y por qué no? Mirar las estrellas era claramente un pasatiempo familiar.
Esta colección es un homenaje a esa obsesión, así como un estudio de las contradicciones: de lo heredado y lo vanguardista, de lo bello y lo provocador, de lo terrenal y lo enviado por el cielo.
Pero como el arte (y la naturaleza) nos enseñan una y otra vez, las cosas y las ideas que parecen diametralmente opuestas también pueden combinarse para crear quimeras sorprendentes, objetos compuestos de partes familiares que, cuando se unen, crean algo inesperado y nuevo".
"Es, de hecho, una de las filosofías rectoras de la maison: Elsa se comprometía a que los matrimonios improbables ganaran su propio diseño, y los looks de esta colección honran esa tradición, combinando técnicas del viejo mundo (como encajes de guipur sobre bordados, detalles de terciopelo y encaje, y flecos de chenilla cortados y bordados a mano) con formas del nuevo mundo, y referencias (como un vestido de microchips con placa base y microfichas incrustadas de artefactos tecnológicos anteriores a 2007; ahora, la tecnología con la que crecí es tan anticuada que es casi tan difícil de encontrar como ciertos tejidos y adornos vintage).
También unen sus referencias personales con las mías: verán referencias abstractas a iconografías de mi estado natal, Texas, desde el pañuelo, aquí rehecho en paillettes pintados a mano; a la bota de vaquero, re diseñada como una fantasía hasta el muslo con hebillas; a los icónicos nudos de doma de trenza de caballo re diseñados como púas de satén de seda y que contienen una cazadora bomber de ante camel y un traje de corsé vaquero blanco", añade.
"Elsa era famosa por sus códigos -el ojo de la cerradura, la cinta métrica, las partes anatómicas del cuerpo- y nosotros los hemos incrustado como huevos de Pascua en joyas, zapatos, bolsos de mano y bordados, un mensaje secreto nuestro para la mujer que los lleva", concluye el director creativo.
El diseñador Imane Ayissi presentó a su vez una colección fiel al ADN de la casa, que encarna la audacia y la elegancia, fusionando su herencia africana con el lujo de la alta costura parisina.
El bailarín y diseñador camerunés, quien se instaló en París en los años 90, no dejó de ascender en el mundo de la moda. Tras empezar como modelo, decidió dedicarse totalmente a la costura.
Su propuesta otoño-invierno, Mguilguidigueu-Mteun, se presentó como un homenaje a las obras del pintor Paul Chmaroff de la colección de Thierry Schneider, que incluye cientos de piezas. "No sabía absolutamente nada sobre este pintor, proveniente de una cultura (rusa) alejada de la mía y difícil para mí de clasificar en un movimiento artístico conocido. Sin embargo, pude apreciar instantáneamente la belleza de esta pintura. De ahí mi reflexión sobre el hecho de que la búsqueda de la belleza trasciende las diferencias culturales y es, por el contrario, lo que une a todos los miembros de la humanidad", comentaba entonces el diseñador.
Para esta primavera-verano, nos invita a soñar con diseños femeninos y vistosos, con detalles de plumas, aperturas, escotes asimétricos, flecos y plisados. Delicado y elegante, a su imagen.
La Maison Georges Hobeika presentó a su vez una colección "con elementos de la nostalgia infantil fusionados con el espíritu de los años 50, 60 y 70 para hacer eco a la alegría de vivir de las fiestas de esas épocas, con una sensación de modernismo simplificado que aporta un toque contemporáneo a los diseños".
La casa apostó, por ende, por vestidos de gala con transparencias y brillos, que también rinden homenaje al mundo árabe. "Hace referencia al glamour y la belleza de las mujeres de Medio Oriente, los aspectos alegres y creativos de la cultura de la región y el sentido de compasión y cuidado que se muestra en todo Oriente", añade la casa.
María Grazia Chiuri, directora creativa de Dior, volvió a cautivar con una colección que, una vez más, se presentó como un homenaje a la mujer. Con una escenografía r realizada en colaboración con la artista Isabella Ducrot, el desfile fue un elogio de la tradición, con notables guiños al New Look, estampados tan poderosos como el de lunares, que vistió diseños de corte voluptuoso, y amplios vestidos, tan característicos del estilo de Chiuri.
A la sobriedad de los vestidos negros (adornados, en ocasiones, con detalles como un escote en V profundo o lazos) respondieron vestidos luminosos, con transparencias (el culotte hizo una exitosa aparición) y pedrerías. Los juegos de drapeados y volúmenes crearon siluetas versátiles y fluidas, en consonancia con la eterna búsqueda de libertad de la directora creativa de la casa.
Ya nos lo anunciaba la casa: se trata de un desfile "realzado por el aura extraordinaria del tejido, 'el único vehículo de los sueños', según Monsieur Dior, y la excelencia de los talleres. Explorando los vínculos sagrados que unen la belleza plural de los textiles y la expresión de una poderosa feminidad, la directora artística amplía su reflexión sobre la esencia y la singularidad de la alta costura".
Por su parte, Rahul Mishra, el primer diseñador indio que participó en la Semana de la Alta Costura de París, volvió a rendir homenaje a la artesanía tradicional de su país.
Defensor del proceso de bordado a mano, por motivos estéticos pero también humanos (permite construir medios de vida sostenibles para más de 1.000 artesanos) fue descrito la crítica de moda y ex editora internacional de moda de Vogue, Suzy Menkes, como un "tesoro nacional".
Animales e insectos se convirtieron en los protagonistas de una colección que superó los límites espaciales.
Por su parte, Juana Martín se inspiró en un cuadro del pintor simbolista Julio Romero de Torres, La primavera, para su colección, compuesta de 26 conjuntos. Es la cuarta ocasión consecutiva en la que Martín participa, en calidad de casa invitada, en esta prestigiosa semana, dentro del calendario oficial de la Federación de la Alta Costura y de la Moda. Y lo ha hecho en pleno centro, en la galería comercial del Museo del Louvre, junto a la pirámide invertida.
El desfile fue, como ya es habitual, un homenaje a las raíces de la diseñadora. "La Rosée" (El rocío) es como ha bautizado su colección; ese rocío matinal que da un efecto de brillo de agua, que la diseñadora ha logrado recrear en algunas de sus propuestas. Además, en ella no faltan las flores, realizadas en plata por los talleres de Logana, y que cobran "vida", al ser formas voluminosas que se alzan en más de un caso de las propias prendas, según recoge EFE.
La rejilla vegetal, característica de las sillas de Málaga, ciudad en la que Juana Martín pasó su infancia fue uno de los elementos más destacables. Valiéndose de este material, imaginó desde chaquetas cortas, a vestidos de diversas formas y volúmenes, llegándolo a combinar con otros, como metal y tejido transparente.
Una rejilla que hasta impregnó de capas de plata, gracias a un proceso utilizado en el universo del mobiliario. Con plata también se realizó un accesorio de lo más andaluz, el sombrero cordobés.
También destacó la presencia de adornos de cabeza, como casquetes de motivos florales que en ocasiones tapaban toda o la mitad del rostro. El último conjunto estaba dominado por un tocado que recordaba un antiguo casco de receptor de béisbol, coronado por un penacho similar al de los soldados de la Grecia o Roma clásicas, pero estirado por detrás hasta asemejar la crin o la cola de un caballo.
Maison Sara Chraïbi, creada por la diseñadora del mismo nombre, presentó una colección también fiel a sus raíces. La diseñadora, originalmente arquitecta, empezó a llamar la atención en el año 2012 aunque fue dos años más tarde cuando vivió un auténtico boom, al fundar su propia casa de costura en Rabat.
Esta colección de alta costura es el reflejo de su búsqueda de mestizaje de las culturas oriental y occidental. Destacaron los metalizados, los brillos e incluso las plumas en todo lujo de diseños, de líneas puras y sencillas.
Cerró la jornada el desfile del diseñador italiano Giambattista Valli. Es, con Giorgio Armani y Valentino, uno de los tres grandes embajadores italianos del calendario parisino.
La naturaleza volvió a estar en el epicentro de su trabajo. Las flores, en todas su versiones, vistieron los diseños del diseñador, que siempre oscilan de forma sutil entre sensualidad y romanticismo. A ellas, se sumaron transparencias, lazos, mangas abullonadas, plumas y lentejuelas, tantas tendencias que responden al ADN del diseñador.