Semana de la Alta Costura: así fue el desfile primavera/verano 2024 de Dior
Maria Grazia Chiuri vuelve a cautivar el mundo con una reflexión sobre la esencia misma de la moda.
22 enero, 2024 20:57Del 22 al 25 de enero, la capital francesa acoge la Semana de la Alta Costura. A lo largo de estos días, algunas de las casas más prestigiosas del mundo presentan sus exclusivas propuestas para la temporada primavera-verano.
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Una de ellas es, por supuesto, Dior. La casa francesa, liderada a nivel creativo por Maria Grazia Chiuri, fue una de las encargadas de inaugurar esta prestigiosa semana. En esta ocasión, Dior nos invitó a descubrir una colección homenaje al tejido, el "único vehículo de los sueños" según Monsieur Christian Dior.
Una vez más, la directiva creativa de la casa exploró los lazos sagrados que unen la belleza de los tejidos con la expresión de una feminidad poderosa. Por una parte, quedó plasmado en la instalación Big Aura de la artista Isabella Ducrot, que vistió las paredes del espacio en el que se celebró el desfile, en los jardines del Museo Rodin.
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Para la escenografía de este desfile, veintitrés vestidos de gran tamaño, de unos cinco metros de altura, fueron colocados en una composición de rayas negras irregulares destinadas a recordar una urdimbre. Se pretendieron hacer eco de los vestidos de los sultanes otomanos estudiados por Isabel Ducrot. Una simbolización abstracta de la prenda, que representa un poder que trasciende el cuerpo, según explica la casa.
Para Maria Grazia Chiuri, Big Aura impregna la alta costura, un terreno perpetuamente fértil para la contemplación donde la reproducción del original nunca es igual. Cada prenda lleva su propia aura. Según Walter Benjamin, el aura –al que se refieren de diferentes maneras Maria Grazia Chiuri e Isabella Ducrot– refleja la singularidad y autenticidad de la obra de arte. Lo inscribe en la memoria colectiva. Fue la inspiración esencial de esta colección.
Por otra parte, los propios diseños de la colección reflejan esta búsqueda de estética e identidad. La casa nos invitó a redescubrir el vestido La Cigale, diseñado por Christian Dior para el otoño-invierno de 1952. Este evoca el carácter sagrado del atelier a través de su construcción escultórica y tejido muaré, convirtiéndose así en el punto de partida de una teoría que recontextualiza la costura.
La técnica del moiré "se despliega sobre el invierno como una ola". Se utiliza, en este caso, en una llamativa paleta de tonos que enfatizan, "a través de su sustancia y calidad escultórica", las iridiscencias de la tela: dorado, blanco, gris, burdeos, verde, según explica la casa.
Este efecto se refleja en prendas que reproducen las líneas geométricas de La Cigale, creando una elegancia arquitectónica en prendas como abrigos con cuellos imponentes, faldas anchas que revelan cortes exagerados, capas superpuestas, pantalones y chaquetas.
Las formas retoman los detalles de los vestidos de los archivos Dior para recrear looks contemporáneos. El color de una gabardina de la colección crea un efecto cautivador, innovador y al mismo tiempo clásico. Los vestidos de terciopelo negro destacan, por favorecer el movimiento, mientras que una suntuosa capa de plumas completa un vestido de organza doble bordado.
Las transparencias se suman a bordados y pedrerías, tan delicadas como sutiles. Las líneas del New Look se intuyen en trajes estructurados, mientras que los vestidos XXL, tan representativos del estilo de la directora creativa de la casa, se visten de detalles claves como lazos.
Sorprenden también los estampados, como el de lunares, los chokers, que recuperan su poder en la pasarela, y los mules, que Dior declina en todos los colores. La paleta cromática, dominada por el imbatible dúo formado por el blanco y el negro, es amplia: del rojo al amarillo pasando por el fucsia... explora diferentes matices.
Los bordados son como fragmentos de antiguos poemas desenterrados, argumenta Dior. Evocan la colorida variedad de la naturaleza, ya que el motivo Millefiori destaca, por ejemplo, en un vestido amarillo.
Con esta colección, Maria Grazia Chiuri evoca, a través de lo tangible, una presencia cromática y constructiva. Nos propone una experiencia poderosa que no es sólo contemplativa, sino también performativa y que también nos recuerda el infinito poder de la moda.