La Semana de la Alta Costura arrancó el 22 de enero. Los treinta desfiles presentes en el programa oficial, entre ellos el de Juana Martín, la única firma española, no solo nos adelantan las tendencias clave de la próxima primavera/verano: son también el mejor escaparate de la artesanía.
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¿Pero de dónde viene la alta costura? Fue Charles-Frederick Worth quien la inventó en París. Corría el año 1858 cuando presentó su propia colección, además y por vez primera, sobre maniquíes de carne y hueso. A partir de ahí, surgió el oficio de couturier, regulado con estrictas normas por la Cámara Sindical de la Costura, y que todavía perdura.
En la actualidad, se sigue presentando como la ocasión de mostrar hasta dónde son capaces de llegar en la concepción y elaboración de una colección de excepción, y sobre todo permite aumentar las ventas de otros productos, como moda prêt-à-porter, accesorios, cosmética o perfumería.
En esta edición, vuelven Giorgio Armani -con su línea Privé-, Valentino y Giambattista Valli, los tres grandes embajadores italianos del calendario parisino. Franck Sorbier, Stéphane Rolland, Alexandre Vauthier y Julien Fournié son otros de los clásicos en la Alta Costura, cita a la que siguen siendo también fieles los libaneses Elie Saab y Zuhair Murad, así como el dúo neerlandés Viktor & Rolf.
Uno de los desfiles más esperados era por supuesto el de Chanel, que abrió la segunda jornada de la semana. Su directora creativa, Virginie Viard, quien sustituyó al recordado Karl Lagerfeld, volvió a firmar una colección sofisticada, moderna y tradicional a la vez, rescatando, como siempre, los códigos de la casa.
Chanel ya nos había adelantado parte de su apuesta estilística con The Button, un cortometraje producido por pgLang, escrito y dirigido por Dave Free al ritmo de las creaciones musicales de Kendrick Lamar.
Desde el Grand Palais Éphémère de la capital, inauguró el desfile la modelo y actriz Margaret Qualley. Dio paso a siluetas aéreas, marcadas por medias blancas, tutús y un paleta cromática pastel, recordando la estética del ballet, clave de esta colección.
Vislumbramos también lazos, afianzando la tónica romántica de la línea, pero también el tweed, emblemático de la casa Chanel.
Alexis Mabille, por su parte, nos propuso una colección compuesta casi de forma exclusiva por vestidos de gala. Sus patrones, algunos fluidos, dejando cierta libertad de movimiento, otros más estructurados, dieron protagonismo al encaje, a las plumas y a los lazos.
Los juegos de volúmenes marcaron escotes y bajos aunque la sorpresa la dieron un body completado con una torera, un mono de lentejuelas con cuello de pelo y un vestido con un estampado de labios gigantes.
La narrativa del desfile incluyó guiños a la libertad y la paz, plasmados, entre otros, en el complemento con forma de paloma, recordando el poder de la moda como vehículo de pensamiento.
La jornada prosiguió con el desfile Stéphane Rolland. Miembro oficial de la Alta Costura desde 2007, la casa se caracteriza por un ADN único influenciado por la arquitectura, las esculturas, las artes cinéticas y su profundo respeto por las tradiciones de la couture.
Esta edición fue sin duda especial: el diseñador presentó su colección en la sala Pleyel con una inauguración a cargo de los estudiantes de modelismo del Instituto francés de la moda y Esmod Paris.
La casa Julien Fournié tomó el relevo. Fundada en 2009 por el modista, destacó desde sus inicios por tendencias muy marcadas como las espaldas 'ventana', los encajes 'art deco', los tejidos nobles (gasa, organza y sábanas de seda) combinados con materias más primas o innovadoras.
Desde enero de 2017, forma parte del selecto listado de casas con denominación de alta costura. Su estilo, también marcado por la constante innovación, quedó plasmado en una colección primavera-verano atrevida, marcada por el mundo del espectáculo.
Lencería a la vista, toques goth y chaqueta con hombreras significativamente marcadas fueron algunos de los diseños que observamos. El diseñado no renunció, aún así, al patronaje clásico, optando por el icónico traje de pantalón y el vestido lencero.
RVDK Ronald van der Kemp, primera marca de alta costura sostenible del mundo reconocida por la Fédération de la Haute Couture et de la Mode de París, completó la jornada. "Desde que lanzamos RVDK en 2014, hemos iniciado un nuevo movimiento creativo donde el reciclaje es la norma. La casa de moda más pequeña y con mayor impacto", explica la casa sobre su propuesta.
Su colección primavera-verano incluye siluetas aparentemente heterogéneas que, sin embargo, forman un todo coherente y estético. Destacan vestido con cola, conjuntos de rayas contrastadas, trajes con estampado animal y diferentes detalles geométricos, que aportan volumen y forma.
Giorgio Armani Privé cerró la jornada con una colección que pretende representar "un juego y un momento de evasión suspendida. Al más puro estilo Armani, la línea se inspira en las diferentes culturas, de Occidente a Oriente, representando el sueño de una mujer que se deja influenciar por cada lugar que visita.
Una mezcla de exquisitos tonos acuosos, pálidos y suaves se ilumina con el brillo del bordado, creando una moda divertida pero ligera", explica la casa.
Los vestidos de escote palabra de honor se codearon con trajes de líneas fluidas, con escote, las transparencias se sumaron a los tonos metalizados, en todo tipo de diseños, entre ellos, los bustiers, modernos y versátiles.
Todo ello sin perder de vista los clásicos de la casa, anclada en la tradición y la celebración de la silueta femenina.