La velada del miércoles 29 de mayo fue una noche que más de 70.000 personas no podrán olvidar. La cantante country reinventada Taylor Swift salía al escenario instalado en el estadio Santiago Bernabéu para ofrecer tres horas de concierto bajo la atenta mirada de todas las switfies.
Entre las miles de fans enloquecidas se encontraban rostros muy conocidos del panorama nacional e internacional, pero si hubo alguien en rascar protagonismo esa fue la actriz Blake Lively. La amiga incondicional de la de Pensilvania voló hasta Madrid con toda su familia para acudir a este inigualable show.
El marido de Lively, Ryan Reynolds, ya había confirmado que asistiría a dicha cita con la música para apoyar a su también amiga Taylor, pero no fue hasta última hora que supimos que lo haría tan bien acompañado.
Por parte de Blake Lively hemos podido ver que prefirió mantener un bajo perfil y disfrutar del concierto con naturalidad, como una swiftie más al lado del escenario. Fue vista cantando, bailando con sus hijas e incluso grabando vídeos a su amiga mientras esta actuaba, mostrando así la admiración y el apoyo que le profesa.
En su misión de no llamar la atención, el estilismo escogido fue clave.
El look de Blake
Cierto es que la actriz de exuberante melena rubia necesita muy poco para conseguir un estilismo destacado y a la moda. Tanto es así que apostar por la naturalidad suele ser algo que le funciona a menudo cuando acude a eventos de este tipo.
Así pues, la elección de Blake Lively para esta primera noche de concierto consistió en un short vaquero ceñido y de tiro medio con adornos bordados en el bajo, y una camisa blanca de manga larga muy holgada y bohemia que ha elevado a base de complementos en dorado: brazaletes, anillos y aros. Todo en un acabado mate antiguo siguiendo la inspiración hippie de las dos prendas que conformaban el estilismo.
El look de Blake Lively en el concierto de Taylor Swift
Y, por supuesto, la actriz lució su melena rubia dorada suelta y con ondas naturales de lo más effortless que acabó recogiendo en un moño desenfadado con el paso de las horas. Una medida muy apropiada teniendo en cuenta el calor que hacía en la capital.