Del olimpo deportivo de Dior en la primera jornada de la semana de la Alta Costura en París, llega la despedida oficial de Virginie Viard con la colección otoño-invierno de Chanel este martes 25 de junio.
Tras cinco años al mando de la dirección creativa de la maison francesa, y siendo la única mujer en ostentar esta posición tras su creadora Gabrielle Chanel, Viard deja atrás un breve capítulo marcado por la dominancia del clasicismo y los orígenes, influenciada por su predecesor Karl Lagerfeld.
La Ópera Palais Garnier de París ha sido el escenario sobre el que se han desplegado los 46 diseños de la colección de invierno. La belleza disciplinada y paciente, el hilo conductor de cada uno de ellos pensados por el estudio creativo de la casa francesa y hechos realidad siempre gracias a las habilidosas y maestras manos de los artesanos.
Recorriendo este majestuoso escenario hemos podido ver una meticulosa y estudiada propuesta llevada a cabo por el estudio creativo de Chanel. Una apuesta a los orígenes y a los valores que forjan la historia de la maison, como su ferviente vinculación con el arte.
Gran Mecenas de la Ópera Nacional de París, Mecenas del Ballet de la Ópera y Mecenas de la Gala de apertura de la temporada de danza, Chanel representa esos códigos de disciplina reformulados en sintonía y convertidos en arte textil por los seis talleres que ocupan el número 31 de la Rue Cambon.
Escrutamos al detalle el otoño-invierno 2024-2025 de Chanel en la Alta Costura parisina, y nos enamoramos de la feminidad, los volúmenes y el clasicismo.
La danza
Fue la fundadora, Gabrielle Chanel quien diseñó en 1924 el vestuario de Le Train bleu marcando lo que sería un punto de inflexión en su relación con el mundo del ballet. Tutús y detalles Pierrot resurgen así, en esta colección de Alta Costura.
Siluetas sofisticadas, impecables, que bailan al son del cuerpo de la modelo que las luce. Tejidos vaporosos y volúmenes reinventados sin perder el norte otorgando la atemporalidad inherente de Chanel.
Lo coquette
Nada debe hacernos pensar en esta colección de Alta Costura como una propuesta teatral en el sentido cómico de la palabra. Más bien es un desfile esbozado para vestir a la mujer en sus más memorables veladas: capas largas, vestidos colmados de detalles capaces de captar la luz, y una paleta de neutros que van del negro más profundo al marfil cálido, sin miedo a sumergirse en los rosas o verdes empolvados.
Los años 20 y sus líneas minimalistas se funden con las chorreras, las hombreras, las plumas y borlas. También con la pedrería y el satén duquesa… todo dejando espacio protagonista al tweed incansable y al lazo.
Ese accesorio Chanel que se convierte en el elemento central sobre la cabeza y los diseños sin necesidad de pedir perdón. Rodea cinturas, se borda sobre abrigos y tiende alianzas entre el pasado y el futuro.
La novia
El dramatismo propio de la ópera llegó a la propuesta mediante la radiante aparición de la novia. Angelina Kendall, la modelo del momento como la ha bautizado la industria, recibió sobre sí un gran foco teatral que condujo a todas las miradas, convirtiéndose en protagonista de la colección.
El tafetán blanco trabajado para crear volúmenes en mangas y en la larga falda, adornada por volantes verticales, se veía realzado por el trabajo de pedrería que confeccionaba el cuerpo del vestido. Y la novia, hacía de anfitriona, con un majestuoso lazo, blanco también, en su cabeza.