La reaparición de la cantante Céline Dion durante la Ceremonia de Inauguración de los Juegos Olímpicos de París 2024, no ha dejado indiferente a nadie. Pero su vestido tampoco.
Al ritmo de la emblemática interpretación de la canción de 1949 de Édith Piaf, Hymne à l'amour, reflejando la intensidad del amor en su forma más pura y apasionada, la canadiense daba por finalizado el primer gran acto de los XXXIII JJOO.
Dion, que en 2022 fue diagnosticada con el síndrome de la persona de la persona rígida (SPS), una enfermedad del sistema nervioso que causa dolorosos espasmos musculares, no está pasando su mejor momento. Sin embargo, aun con una patología sin cura y sometida a un tratamiento que busca aliviar sus síntomas, no ha dudado en dar cierre al evento deportivo más grande del mundo.
Aparecía así, desde el primer piso de la Torre Eiffel y coronada por los anillos olímpicos, con un maravilloso estilismo de alta costura Dior, diseñado específicamente por Maria Gazia Chiuri.
El 'detrás de las cámaras'
La elección de materiales es, sin lugar a duda, un punto de partida claro para la alta costura. El georgette de seda blanca fue el escogido en esta ocasión para Céline Dion, destacando así la fluidez y ligereza del vestido. Se convirtió en la base perfecta para los numerosos detalles adornados.
El bordado, que recuerda a la pasión por las técnicas artesanales y los detalles exquisitos del fundador de la casa, Christian Dior, se alza como una verdadera obra de arte. Cada una de las lentejuelas, colocadas a mano, fueron puestas con el objetivo de crear una degradación hipnótica que capturase y reflejara la luz de los focos ante la oscura noche parisina.
Aunque si algo destaca en especial llamando nuestra atención son los más de 500 metros de flecos, tachonados con miles de perlas plateadas, ofreciendo gran dinamismo al vestido y cobrando vida con cada uno de los movimientos de Dion durante la actuación.
Realizado a medida, de principio a fin, sobre el cuerpo de la canadiense, para asegurar un ajuste perfecto capaz de resaltar su figura, el vestido que requirió más de mil horas de trabajo, un esfuerzo titánico y la excelencia propia de Dior.
En definitiva, con un vestido hecho en georgette de seda blanca, bordado con una gradación hipnótica de lentejuelas y adornado con más de 500 metros de flecos tachonados con miles de perlas plateadas, Dior demuestra, una vez más, su savoir-faire, o saber hacer artesanal.
Otro gran protagonista
Pero si Dion destacaba por dar cierre a la gran Ceremonia de Apertura de los XXXIII JJOO, este año acontecidos en París, Lady Gaga protagonizaba el comienzo del acto reinterpretando el clásico Mon truc en plumes de Zizi Jeanmaire. De este modo, rindiendo homenaje a la cultura francesa, la estadounidense optaba por uno de los más emblemáticos cabarets de la ciudad anfitriona.
Aunque en las primeras apuestas sobre las actuaciones hubo rumores de un dúo con Dion, Lady Gaga terminó por dar inicio en solitario a este icónico evento deportivo en la plaza Barye, en la punta de la isla de Saint Louis. Lo hacía con un espectacular vestido —al igual que su actuación— de la Casa Dior.
Ideado también por Maria Grazia Chiuri, este estilismo poco tiene que ver con el de la canadiense. En esta ocasión, destaca un corpiño satén negro combinado con unas braguitas de Candolle (una famosa firma parisina dedicada a la lencería de lujo).
Lo acompañaba con una chaqueta corta y una asombrosa falda de plumas —recogidas durante la muda de las aves—, trabajada en un tono negro intenso y rosa chicle.
Y como no podía ser de otra forma, Lady Gaga ofreció al público un show espectacular. Al ritmo del clásico de Zizi Jeanmaire, fue quitándose las prendas y finalmente apareció con un 'cul de París', un complemento de lo más emblemático en lo que respecta al arte del music-hall.