Comprar mucho y barato tiene implicaciones en la salud mental.

Comprar mucho y barato tiene implicaciones en la salud mental.

Moda

La cara oculta del 'fast fashion': "Crea una dependencia emocional a las compras y aumenta la compulsividad"

Las marcas de ropa a precios muy bajos suponen una tentación no exenta de peligros a nivel de sostenibilidad y también de salud mental.

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"Se viene haul. Vamos a ver todo lo que me he comprado". Esta es una de las frases que más se escuchan en redes sociales, en su gran mayoría relacionadas con marcas de la industria fast fashion de sobra conocidas por todas. Comprar un montón de prendas y accesorios de temporada a precios bajísimos es su lema. 

Además, la estrategia de estas empresas textiles, que cuentan con conocidas influencers y creadoras de contenido publicitando sus productos a través de estos unboxing, es brillante en términos de marketing. Si a esto le añadimos que muchos diseños son copias casi exactas (pero de mucha menos calidad) de otros con etiquetas conocidas y más caras, la tentación es muy fuerte.

Parece casi imposible no llenar tu carrito online una y otra vez, pero… ¿Conocemos los peligros que esta industria low cost implica? Nos referimos, en primer lugar, a la sostenibilidad, pues crear ropa barata, casi de usar y tirar a gran escala, resulta escandalosamente contaminante. Pero aún hay más, la salud mental de las compradoras puede verse seriamente afectada, generando actitudes compulsivas y fomentando el consumo masivo.

Los 'haul' de moda son muy populares en las redes.

Los 'haul' de moda son muy populares en las redes. iStock

Una industria contaminante

Los informes no dejan duda, el fast fashion representa hasta el 8% de las emisiones de carbono mundiales y conlleva una grave explotación de los recursos naturales. Si tenemos en cuenta que para hacer unos pantalones vaqueros se necesitan alrededor de 7.000 litros de agua, podemos imaginar lo que supone fabricarlos en masa y además a un precio irrisorio. Muchas de estas prendas acaban en la basura, alimentando los inmensos vertederos situados en países de África y Latinoamérica, dañando gravemente el medioambiente y también a las personas.

No solo eso, un reciente informe especifica que algunas de estas marcas no cumplen con los parámetros de seguridad y utilizan en la elaboración de sus productos sustancias tóxicas en niveles muy superiores a los permitidos por la ley. 

Magas ha contactado con varios diseñadores, expertos en moda y psicólogos para analizar la cara B del fast fashion desde el punto de vista ecológico y de salud. Juan Carlos Mesa, director creativo de la firma Maison Mesa, lanza un mensaje claro: "Este modelo es insostenible a largo plazo, ya que fomenta el consumo desmedido y la producción de residuos textiles. Además de la explotación laboral; que es otra crítica importante en este tipo de fabricación rápida de moda. Un horror al que hay que poner freno".

Así lo expresa también Oihana Maíz, directora creativa de la firma española sostenible de calzado Scandal54: "Para mantener precios tan bajos, estas marcas suelen recurrir a fábricas en países con regulaciones laborales débiles, donde los trabajadores, a menudo mujeres y niños, trabajan en condiciones precarias y con salarios muy bajos. Los expertos en derechos laborales y humanos denuncian estas prácticas como inaceptables y un factor que perpetúa la desigualdad global".

Afecta a la salud mental

Otro de los puntos a tener muy en cuenta es cómo afecta estos hábitos de compra a nivel psicológico. Y afecta… Ana Gómez Peña, psicóloga general sanitaria, especializada en terapia cognitivo-conductual infantojuvenil y experta en trastornos de la conducta alimentaria del Instituto Psicológico Cláritas, nos explica por qué. "Las tiendas fast fashion, cada vez más populares, pueden generar ciclos adictivos, sobre todo relacionado con la gratificación instantánea. Hemos de tener en cuenta que los precios al ser tan bajos generan satisfacción y euforia y son fáciles de conseguir. Sin embargo, estas sensaciones duran muy poco, provocando que necesites más y, por lo tanto, se inicia un inicio del círculo vicioso", asegura.

Las compras pueden ser un alivio rápido de malestar o de emociones negativas como el aburrimiento o la soledad, y "esto produce que se incremente la compulsividad ante las compras y haciendo al paciente dependiente emocionalmente de las compras". Sin olvidar el sentimiento de culpa que luego genera.

¿Corremos todas el mismo peligro de que se nos vaya de las manos esta pasión por la fast fashion? Evidentemente, no. "Existen ciertos factores de riesgo que hacen que la probabilidad de desarrollar una conducta compulsiva incremente. En cuanto a factores psicológicos, nos encontramos personas con baja autoestima, que tienden a buscar una manera rápida de mejorar su aspecto físico o aumentar la sensación de autovaloración. El hecho de que los precios sean bajos, hace más fácil el abuso de las compras por la alta accesibilidad", explica la experta.

"Además, si existe una patología previa como ansiedad, depresión o trastornos de la conducta alimentaria, aumenta el riesgo de que la persona intente lidiar con los síntomas y el malestar de estas patologías a través de las compras y la ropa. Por lo general, estas personas tienden a compararse socialmente, ya sea a través de las redes sociales o con su entorno. Por eso, tener la misma ropa puede implicar que pertenecemos a la misma tribu, y, por lo tanto, no existe la posibilidad de quedar fuera del ambiente social", añade Ana Gómez.

Mucha de la ropa del fast fashion acaba en megavertederos como este del desierto de Atacama.

Mucha de la ropa del fast fashion acaba en megavertederos como este del desierto de Atacama. Redes sociales

El papel que juega la publicidad y el contenido en redes es claro, pues las usuarias tratan de imitar a esos influencers y llevar el mismo estilo de vida, que además sienten que pueden permitirse debido a los precios tan asequibles de la ropa. La pregunta final sería, ¿cómo detectar si tenemos un problema con las compras? 

La psicóloga tiene la respuesta: "Por lo general, cuando la persona con adicción a las compras es menor, es fácil detectarlo, ya que el consumo y la aparición de ropa se hace de repente muy notable. Pero en el caso de personas adultas, depende sobre todo de su propia autoevaluación. Lo primero que se ve es la acumulación de productos sin usar, muchos de ellos incluso con las etiquetas puestas. Esto muchas veces se debe a la compra impulsiva, se hace con mucha frecuencia y sin planificar".

Aunque parezca un hábito inocuo, que solo afecta al bolsillo, sus efectos van mucho más allá: "Es frecuente que la persona después sienta culpabilidad porque sabe que no necesitaba todo eso. Pero sobre todo se puede ver en los cambios de humor, se pasa rápidamente de la euforia al malestar".

Pero hay solución. El tratamiento para aquellos casos en los que ya se ha desarrollado un problema importante es la terapia-cognitivo conductual, que ayuda a desarrollar herramientas para el manejo de impulsos y el cambio de patrones tanto de comportamiento como de pensamiento. "La psicoeducación y enseñar al paciente un mejor manejo financiero es indispensable en terapia. Es habitual que ese proponga la reducción de estímulos, como es la eliminación de aplicaciones del móvil. Pero también se puede dar que la persona tenga que retirarse de ciertos entornos que fomenten su adicción", explica Ana Gómez Peña.

En resumen, bajo la premisa de moda de tendencia asequible para todo el mundo se esconden otras cosas que no son tan positivas. Compramos barato, nos cansamos pronto, nos deshacemos de las prendas y vamos a por otra: ese es el resumen. Las consecuencias que tiene a nivel sostenible y de salud quedan ocultas bajo la sensación de euforia. Pero ahí están y hay que tenerlas en cuenta cada vez que metas otra serie de productos en su cesta de la compra online.