"En los cazas está nuestra salvación", afirmó el primer ministro Winston Churchill como solución para vencer a los alemanes en la batalla de Inglaterra. Entre cazas y bombarderos, Hitler había desplegado el día 10 de julio de 1940 hasta 2.670 aviones para iniciar la invasión de Gran Bretaña. Los ingleses, sin embargo, resistieron y derrotaron por aire a los aviones nazis. Todo gracias a Hazel Hill, una niña de 13 años.
Para conocer la hazaña de esta joven del norte de Londres hay que remontarse hasta el año 1934. Por aquel entonces las tensiones en Europa eran cada vez más evidentes y la diplomacia no estaba siendo eficaz en el continente. Los gobiernos seguían invirtiendo en el desarrollo de armas innovadoras y el gasto en el sector militar se anticipaba a una posible segunda guerra global.
En este sentido, el Capitán Fred Hill, un oficial científico del Ministerio del Aire, estaba tratando de reforzar la nueva generación de aviones de combate de la Real Fuerza Aérea, los Spitfires y Hurricanes. El capitán Hill, que había ayudado a diseñar los vehículos aéreos en la Primera Guerra Mundial, estaba convencido de que cuatro ametralladoras no serían suficientes para derribar las máquinas enemigas cada vez mejor armadas.
Sin embargo, no sabía cómo probar que los cazas serían más efectivos con ocho ametralladoras que dispararan al menos 1.000 balas por minuto. Desde el Ministerio del Aire subrayaban que los cazas llevarían demasiado peso. De esta manera, y para desmentirlo, por surrealista que parezca, el capitán pidió ayuda a su hija de 13 años, aficionada a las matemáticas desde que era pequeña.
Junto a su padre, y sentados en la mesa de la cocina, llevaron a cabo múltiples operaciones hasta que demostraron que sería más efectivo adaptar hasta ocho ametralladoras. Hill presentó un gráfico que mostraba los resultados de los cálculos de Hazel en una reunión crucial del Ministerio del Aire en julio de 1934, donde únicamente el capitán y su oficial superior estaban al tanto de que Hazel era la responsable del informe.
Como premio por su trabajo, la niña fue recompensada sentándose en la cabina del primer prototipo Spitfire del espectáculo aéreo de Hendon en junio de 1936. Ese fue, durante años, el único agradecimiento público.
Participó en la guerra
Ahora, un documental de la BBC recupera a esta olvidada figura que tanto ayudó al Reino Unido en la Segunda Guerra Mundial. James Beldon, de la Real Fuerza Aérea, explica en el documental que la contribución de Hazel fue "vital" para la supervivencia de Gran Bretaña y evitar la invasión.
En la producción, The Schoolgirl who Helped Win a War (La niña que ayudó a ganar la guerra), aparecen veteranos de guerra destacando lo complicado que hubiese sido luchar contra los alemanes con solo cuatro ametralladoras.
La derrota de Alemania supuso que los nazis tuvieran que combatir en dos frentes a la vez. Durante años, Hazel mantuvo oculta su hazaña, ni siquiera su familia conocía exactamente su labor en la década de los treinta.
"Tenían una relación muy estrecha. Sentía una gran admiración por su padre", comenta Felicity Baker, nieta de Hazel, quien falleció hace ya 10 años. El testimonio personal de Hazel Hill ha desaparecido, pero la RAF ha reconocido su papel por primera vez en el documental investigado por su nieta. Hazel no solo fue la encargada de añadir ocho ametralladoras a los cazas ingleses. Con el inicio de la guerra se unió al Cuerpo Médico del Ejército Real y trató y curó a víctimas de Blitz y soldados evacuados de Dunkerque. Fue una heroína a la que el tiempo por fin le ha dado voz.